domingo, 20 de enero de 2013

“EL POEMA ARGUMENTATIVO DE WÁSHINGTON DELGADO” DE CAMILO FERNÁNDEZ COZMAN


El fondo editorial de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo (UNASAM) y Ornitorrinco Editores acaban de publicar El poema argumentativo de Wáshington Delgado de Camilo Fernández Cozman. Este nuevo libro del crítico literario sanmarquino es un estudio sobre uno de los más principales representantes de la denominada Generación del 50, pero no solo se aproxima y dialoga con la poesía, sino también con la ensayística del autor de Para vivir mañana. Este diálogo fructífero servirá para acercarse a la “visión de la historia literaria peruana porque no se puede comprender plenamente la poética de Delgado sin leer atentamente sus ensayos” (p.  p 13). 

Este estudio tiene un sistema metodológico, teórico y de análisis refugiado en la base de la Retórica General Textual (especialmente, en este libro, con Stefano Arduini y Tomás Albaladejo), incluso es un texto que se acerca a un libro anterior Casa, cuerpo. La poesía de Blanca Varela frente al espejo (2010). Pero quisiéramos identificar algunos cambios sustanciales en este nuevo libro; porque como sostiene el crítico “no creo en la imposición de un solo método para el análisis de todos los poemas” (p. 14), pues aboga por una óptica interdisciplinaria. En esta nueva investigación hace una ligera modificación a las tendencias de la poesía peruana de los años cincuenta, pues agrega una sexta tendencia: la poesía andina. Asimismo, el crítico involucra la ensayística de Wáshington Delgado (en especial, Historia de la literatura republicana (Nuevo carácter de la literatura del Perú independiente y Literatura colonial. De Amarilisis a Concolorcorvo) con la poesía para indagar si hay una conexión entre ambas. Otros aspecto, y quizás el más importante, es el sistema metodológico que, a diferencia de sus anteriores posturas, aquí profundiza especialmente en los elementos del “texto argumentativo” para luego detenerse en los campos figurativos, los interlocutores y la visión del mundo en los poemas. En esta nueva publicación desarrolla los conceptos de la Retórica de la Argumentación, particularmente de Chaïm Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca en lo que respecta al funcionamiento de las técnicas argumentativas en una obra literaria, que como señala el crítico “abre la posibilidad de una lectura pragmática del poema porque el argumento de un locutor intenta producir un efecto en el alocutario” (p. 15-16). Para Fernández Cozman, “dicha particularidad de la obra de nuestro autor aparece a partir de Días del corazón y, sobre todo, desde Para vivir mañana; además, permite inferir que esta escritura busca fundamentar una opinión a través del empleo de una estructura argumentativa determinada” (p. 19).

El libro del crítico literario sanmarquino está dividido en cuatro capítulos precedidos por una introducción. El primer capítulo, “La crítica y la poesía de Wáshington Delgado”, parte desde dos perspectivas (la cronológica y la comparativa) para indagar en los comentarios a la poesía de Wáshington Delgado. De este modo,  comenta los enfoques de Luis Jaime Cisneros, Miguel Brascó, José Miguel Oviedo, Javier Sologuren, Julio Ortega, Alberto Escobar, Matyás Horanyi, Ricardo González Vigil, Alonso Rabí Do Carmo, Marco Martos, Edgar O`hara, Américo Ferrari, Santiago López Maguiña, Gabriela Falconí y Camilo Fernández Cozman, Óscar Coello, Jorge Cornejo Polar, entre otros. El crítico señala tres periodos en la crítica a la poesía delgadiana: a) el periodo de los enfoques iniciales (donde se precisa la concisión verbal como rasgo peculiar de dicha escritura); b) el periodo del predominio de la crítica estilística tradicional o de los enfoques históricos (que pone énfasis en el contenido de dichos poemas) y c) el periodo de los nuevos enfoques (desde varias perspectivas: semiótica, neorretórica, hermenéutica semiótica, etcétera). Sin embargo, Fernández Cozman advierte que ningún trabajo analiza la naturaleza argumentativa de Para vivir mañana o El extranjero y ello lleva a estudiar “cómo el locutor, en estos poemas, busca convencer al alocutario a través del uso de diversos tipos de argumento en el hilo del discurso poético” (p. 32). Es valioso este estado de la cuestión pues implica la revisión de las ópticas y el uso de sistemas metodológicos diversos para indagar en el fondo y la forma de la poesía de Delgado, esto a su vez permitió evidenciar ciertas limitaciones en algunos estudios.

En el segundo capítulo, “Wáshington Delgado y la poesía peruana de los años cincuenta”, el crítico aborda ciertas marcas políticas y socioeconómicas en este contexto marcado por la dictadura de Manuel A Odría (1948-1956). En esta época se evidencia un creciente proceso de urbanización a través de infraestructuras; por otro lado, la dictadura de Odría representó la restauración de la oligarquía en el control del país frente a la amenaza que significaba un partido como el APRA. Entre otros aspectos, todavía se evidenciaba el fantasma de la Segunda Guerra Mundial, circulaban muchos libros de los existencialistas franceses, la obra de Vallejo fue redescubierta, Pablo Neruda publicaba hacia 1950 su Canto general que rebatía sobre la poesía comprometida. Para Fernández Cozman “no es pertinente hablar de generación del cincuenta porque esta no tuvo un líder espiritual (como lo fue, en cierta forma, Friedrich Nietzsche para la generación del 98). No hubo un suceso (como las pérdidas de las últimas colonias ─puerto rico y Filipinas─ que sufrió España) que aglutinara a escritores como Eielson, Blanca Varela, Juan Gonzalo Rose, Wáshington Delgado, Carlos Germán Belli, Javier Sologuren, entre otros” (p. 40-41). En este capítulo, el crítico sanmarquino precisa algunas tendencias en la poesía peruana de los años cincuenta, aunque subraya que “un autor, en algunas ocasiones, puede ocupar más de una posición en este panorama, ya que la versatilidad es una de la particularidades esenciales de estos poetas” (p. 41): a) La primera tendencia: la instrumentalización política del discurso (se nutren de la teoría marxista y de las nociones de Jean-Paul Sartre acerca de la literatura comprometida); b) La segunda tendencia: la neovanguardia nutrida del legado simbolista (que procura una creativa asimilación de los legados simbolista y vanguardista, que a su vez distinguen tres subtendencias: la primera, busca una experimentación formal con miras a un arte total; la segunda, exhibe una postura neosimbolista que posee una orientación surrealizante; y la tercera, una versión que emplea una imaginería surrealista y una sobresaliente manifestación de la libertad en el mundo contemporáneo); c) La tercera tendencia: la vuelta al orden pero con ribetes vanguardistas (cuyo máximo representante es Carlos Germán Belli que plantea, en el nivel del lenguaje, la pugna entre tradición y modernidad. La modernización del lenguaje, de este modo, se sitúa en el cauce de la asimilación de formas estróficas arcaicas); d) La cuarta tendencia: la lírica de la oralidad, nutrida del legado peninsular (caracterizada por la asimilación del legado de la poesía española, especialmente de la Generación del 27); e) La quinta tendencia: la polifonía discursiva (hay una narratividad polifónica, donde el yo como categoría coherente cae en sano desuso y, entonces, brota una multitud de voces en el poema) y; finalmente, f) La sexta tendencia: la poesía andina (que tiene como representante a Efraín Miranda). Sin embargo, resulta algo lamentable que Fernández Cozman no se haya detenido con mayor profundidad a examinar cuáles son los rasgos particulares y a qué tradición se involucra esta sexta tendencia que él denomina como “la poesía andina”. Otro aspecto del que se ocupa el crítico sanmarquino se refiere a las características de la poesía de Wáshington Delgado y la búsqueda de la identidad nacional, donde señala que desde el punto de vista temático hay ciertos rasgos distintivos en el ámbito de la poesía peruana de los años cincuenta: 1) La búsqueda de una identidad nacional a través de una reflexión sistemática acerca de la historia del Perú; 2) El escepticismo como práctica cotidiana; 3) La búsqueda de una utopía; y 4) El tópico de sentirse extranjero en su propia patria. Por otro lado, el profesor sanmarquino se interesa por la crítica literaria ejercida por los propios poetas de la denominada Generación del 50. Particularmente, estudia las perspectivas metodológicas y de análisis de Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Américo Ferrari y Wáshington Delgado, quienes se han dedicado con entusiasmo a la crítica literaria en esta generación. Sobre este último (Wáshington Delgado), Fernández analiza los ensayos Historia de la literatura republicana (Nuevo carácter de la literatura del Perú independiente) (1980) y Literatura colonial. De Amarilis a Concolorcorvo (2002), donde señala que son ensayos fundamentales desde la perspectiva de la historiografía literaria, pero que sin embargo “revela[n] un cierto arcaísmo metodológico y no concibe[n] la literatura como un polisistema” (p. 80). Resulta importante la conclusión tentativa hacia el final de este capítulo, donde el crítico  señala que no se puede comprender la poesía de Delgado sin su ensayística (que plantea al Perú como un nación fragmentada, como un mundo dividido), pues argumenta que se tejen complejas relaciones intertextuales entre la lírica y la ensayística de los escritores de la denominada Generación del cincuenta. 

En el tercer capítulo, “El poema argumentativo en Para vivir mañana”, el profesor sanmarquino se detiene en los periodos de la poesía de Wáshington Delgado. El primer periodo (poesía de índole contemplativa) está bajo la asimilación del legado de Pedro Salinas y el tópico neorromántico de la lejanía y está constituido por Formas de la ausencia; el segundo periodo (poesía de conciencia crítica) abarca El extranjero, Días del corazón y Canción española, donde se percibe el influjo de Bertolt Brecht; y, finalmente, el tercer periodo (poesía escéptica respecto de la realización de la utopía) que comprende Para vivir mañana, Parque, Destierro por vida, Historia de Artidoro y Cuán impunemente se está uno muerto. En este capítulo, el crítico define su sistema metodológico a partir de la conceptualización de las categorías y los elementos que componen la Retórica de la Argumentación para luego analizar los poemas “Los pensamientos puros” y “Los tiempos maduros”. Sobre el primer poema señala que el tono del locutor es el de una diatriba que intenta desenmascarar el accionar de cada uno de los alocutarios individualizados, en donde predominan diversos argumentos: a) argumentos casi lógicos, b) argumentos basados en la estructura de lo real referido a la coexistencia y c) argumentos de la disociación de las ideas. Sobre el segundo poema señala que hay “una afirmación de un tiempo nuevo donde los seres humanos reconozcan la posibilidad de materializar sus sueños de transformación social” (p. 110).

En el cuarto capítulo, “El poema argumentativo en Cuán impunemente se está uno muerto”, se analizan las referencias intertextuales del título del libro de Delgado con el poema LXXV de Trilce de César Vallejo. Como señala el crítico “estar muerto, para Vallejo, es no ser sensible ante el dolor humano. El título del poemario de Wáshington Delgado establece complejas relaciones intertextuales con el poema LXXV de Trilce porque enfatiza que los receptores tomen conciencia de la necesidad de luchar por sensibilizar al hombre frente a la profunda crisis de valores que afecta al mundo contemporáneo” (p. 116). Precisamente Fernández Cozman, analiza el poema “Sobre la traslación de los restos de César Vallejo”, en donde señala que dicho texto posee las cuatro partes del texto argumentativo (el exordio, la narración, la argumentación y el epílogo). Desde un punto de vista pragmático ─ del crítico ─ el poema como macroacto de habla se concibe como una refutación de la necesidad de discutir el traslado de los restos de Vallejo al Perú. El locutor en el poema, trata de refutar la opinión del alocutario con el fin de convencerlo. Para tal propósito emplea una gama de técnicas argumentativas: a) un argumento de reciprocidad, b) argumentos basados en la estructura de lo real, c) un argumento de coexistencia y d) un empleo irónico del argumento de autoridad. El segundo poema que analiza es “Un caballo en la casa”, donde se detiene en analizar la simbología del caballo para luego referirse a las partes del texto argumentativo en el poema de Delgado. Para Fernández Cozman, el título evidencia una oposición entre la libertad y el encierro, además “el locutor que delibera consigo mismo, no pierde de vista que, en un segundo momento, busque convencer a un determinado auditorio o a un cierto alocutario” (p. 138), pero desde el punto de vista pragmático el poema es un macroacto de habla, pues plantea la afirmación del deseo de libertad y ello se exterioriza en el uso de ciertos recursos estilísticos de iteración. Hay, según el autor, una argumentación basada en la formulación de un modelo de conducta que debiera ser imitado por los demás: “el caballo constituye ese modelo porque lucha por su libertad individual, evidencia una interrelación con el otro” (p. 140).  Quizás hubiera sido posible reforzar aún más las hipótesis sobre la base de un corpus más amplio de poemas en el tercer y cuarto capítulo, creemos que cuatro poemas no son suficientes para indagar en la poética argumentativa de Delgado. Por otro lado, queda la duda de que el poema argumentativo es una práctica discursiva solo en los poemas de Delgado o también es una marca discursiva en otros poetas de al menos esa generación.

Por lo que queda decir, El poema argumentativo de Wáshington Delgado de Camilo Fernández Cozman es un libro valioso para los estudios de la poesía peruana del Siglo XX que, precisamente, indaga sobre uno de sus autores más representativos: Wáshington Delgado. No es un libro que toma al poeta ni al texto como una isla paradisiaca e inaccesible como en la prosa de Julio Verne, sino que dialoga constantemente con otros soportes, no solo con textos del mismo autor, sino con libros de otros poetas peruanos, asimismo con textos de la tradición occidental, sino también con otras disciplinas que iluminan el difícil diálogo con los poemas. Por otro lado, la incorporación de la Retórica de la Argumentación al sistema metodológico de análisis de la neorretórica hace interesante la visión sobre todo en el abordaje de los interlocutores en el poema.

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