lunes, 10 de agosto de 2009

EL ÚLTIMO CAUTIVERIO DE LA BUENA GENTE/ 5 NARRADORES

Por: Axthedmio Mau Guil

Acaba de publicarse El cautiverio de la buena gente. Narrativa ancashina última (Andes book, 2009) Libro en colectivo donde figuran: Edgar Norabuena Figueroa, Eber Zorrilla Lizardo, Daniel Gonzales rosales, Edgar Cáceres Flor y Macedonio Villafán Broncano.
Edgar Norabuena Figueroa en su cuento “Eugenita, linda flor” reactualiza una suerte de intertextualidad con “Warma kuyay” de Arguedas y “Kuya kuya” de Colchado que nos recuerdan estos juegos de deseo, aventura y de mentiras en estos amores niños-adolescentes. Sin embargo, creemos que el acierto radica en la incorporación de técnicas narrativas contemporáneas. Y es que en el cuento se inserta una figura, una sombra, un antiautor como recurso técnico (el profesor Edgar, que aparentemente es un escritor con libros publicados y que se recuerdan sus cuentos como: "Toro Moreno" y "Tumbacerro", aunque estos datos nos conducen a pensar que podría tratarse del autor del cuento, sabemos que no es así: es una técnica), otro recurso utilizado por Norabuena es el manejo de un discurso nutrido de todo un bestiario de la andinidad; vale decir; una prosa lìrica en donde se subvierten metáforas donde se incorporan animales (puma, paloma, perdiz, taruka, etc.) enriqueciendo a la técnica del discurso y la definición del hilo narrativo. ¿Nos será posible acaso reiterar que este cuento, como la mayoría de los cuentos de Norabuena, se inician por un presente, luego hacen un flash back (giro anti horario) para nuevamente situarse en el presente? Otro elemento visible es el rasgo sicológico de un personaje poseído por una desposesión, y cuyo deseo irrefrenable de poseer a la mujer objeto de deseo, resulta todo un contrapunto transgresor en el relato, lo cual termina en un cuento donde las juego de equivocaciones, a veces, cobra su propio destino.
Eber Zorilla Lizardo en “San Gonzalito” explora a través de una intensa narración en segunda persona una explicación personal del planteamiento del drama de adoctrinamiento senderista. En un espacio marginal, periférico, en un espacio andino que nos da un efecto analógico que se trenza con el proceso invasión y adoctrinamiento religioso que tuvieron los españoles con los indígenas. A través del recuerdo del personaje principal del cuento, situándose en un tiempo presente y haciendo que su interlocutor recuerde. Hay en el cuento este juego de increpaciones. Cabe señalar que este cuento nos remite parcialmente al cuento “Cena de difuntos” de Villafán, donde vivo y muerto pueden comer en la misma mesa, en el día de los muertos. Otra vez la técnica salva al cuento en el manejo del hilo narrativo y el lenguaje. En otro cuento “La casa de los ajenos” Zorrilla experimenta un contraste que se subvierte en una aventura que podría remitirnos a “El retrato Oval” de Poe. Por los contrastes de los espacios entre claroscuros, y las sensaciones que intenta transmitir, vale decir; infundir miedo, frio en una noche oscura y salvaje, graznidos de aves, que intentan dar una imagen de misterio. De este modo el cuento merodea temas como el misterio, lo oscuro, el sexo, la muerte y la confusión “sin entrar a ellos”. Elementos utilizados por Poe, haciendo una especie de intertextualidad y que Zorrilla intenta experimentar en la narrativa ancashina. No obstante los aciertos y la experimentación, creemos algo previsible el final de la trama. Uno de los personajes confiesa un crimen, se le inculpa a otro de aquello, el propio autor resuelve el misterio que quiere ocultar ¿lo ideal no sería que el lector fuera cómplice de este descubrimiento?
Macedonio Villafàn Broncano en el cuento “El enviado del dios Pachacamac” demuestra un buen manejo del discurso temático y del lenguaje. En el cuento centra a personajes migrantes, a personajes invasores de su propio territorio ancestral, a personajes marginales que ascienden paulatinamente en el proceso de la cholificación de la gran Lima. Pero creemos que el cuento de Villafán intenta dar con otro espacio, con otra explicación: el configurar las raíces étnicas del hombre andino en cualquier espacio a donde vaya. Es decir, el hombre no solo lleva su maleta de equipaje de accesorios materiales, sino que lleva y carga consigo, viaje a donde viaje, todo un conglomerado cultural que no ha de olvidar. En el cuento "El enviado del dios Pachacamac" resulta siendo un mítico animal: el perro costeño, que será el guardián de la tradición y el guía que reivindica a esta clase marginal, que es más cercana a su cultura. El cuento tiene como escenario un espacio perifèrico, aparentemente inhabitable: un arenal. El cuento además juega con los tópicos de la multiculturalidad, donde el elemento clave es el respeto, en el cuento se percibe de este modo: “de tanto cavar hasta había encontrado tumbas por los restos de esqueletos y de cerámica…cavando otro hueco profundo en la arena para nuevamente colocar los huesos con respeto y esparciendo hojitas de coca, invocó su permiso…” Otro tópico con el que conversa villafán es el de la interculturalidad, nótese aquí el elemento clave: el dialogo. ¿Cómo es que un hombre conversa con una deidad o con un muerto de otra cultura, como la costeña, por ejemplo? La respuesta es sencilla y es que, en la antigüedad había este respeto y este diálogo entre las culturas, una feliz suerte de correspondencias. A estos tópicos cabe agregar temas como la tradición y la modernidad, una suerte de correlaciones que parecen definir a estos en el cuento. En el primero, estos personajes arrastran el cordón umbilical de su cultura madre y del lugar donde vienen, de este modo existen costumbres cotidianas que se incorporan a otras; la otra en cambio, incorpora a los elementos ya citados: la tecnología, la modernización de las casas, la llegada de vehículos motorizados, etc.
Edgar Cáceres Flor en “Muerto en vida” nos ofrece a un personaje que sucumbe frente un vicio ambivalente: una mujer y el licor. Estos elementos son los que configuran su final trágico en medio de la inmundicia, que nos transportan por instantes a una narrativa naturalista y por otro, a una óptica neorromántica asociada a la idea de amor igual a muerte. Por otra parte; hay un muy buen manejo del hilo argumental e incluso un mejor dominio del lenguaje a diferencia del libro anterior. Pero creemos aún débil la aplicación de alguna técnica que tenga el valor de llevar el peso de un buen tema. Como también creemos que el epílogo desentona un final ya previsible, ya que intenta extender un cuento que ya había quedado con cierto halo de misterio e insipiencia. El extenderlo intenta dar con una muerte ya esperada, se intenta aparecer a una mujer que al final sufre por la muerte del “otro”, una figura algo patética que desentona y que nos acerca a un final de novela de TV. Consideramos que debió suprimirse el epìlogo, lo cual no desmerece el buen tema y la tratativa de éste en el cuento “Muerto en vida”.
Daniel Gonzales Rosales en el cuento “La felicidad de hallar felicidad” explora el espacio de la cotidianidad dentro de la rutinariedad en la que transita la vida moderna. Un elemento interesante del relato es la visión del “otro”. Hay esta búsqueda incesante de respuestas a ciertas preguntas cotidianas. En el cuento el tema de la felicidad nos lleva al plano contemplativo, donde el narrador reflexiona cómo es que dentro del caos, de personas, de vehículos motorizados, cómo nos es posible hallar esta relación de correspondencia, de amor, de compartir, de búsqueda de solidaridad entre las personas. Es una reflexión sobre el papel del "otro" (por ejemplo; en un cuento anterior “De pesca”, se desarrolla esta perspectiva). Pero creemos, a pesar del aporte temático, no sucede ningún rompimiento dentro del relato. Todo transita en esa misma rutina donde habitan estos personajes. Lo mismo ocurre en este otro cuento “Galileo acaba de iniciar sesión” Este cuento concebido así, es todo un acierto experimental. El autor inserta magistralmente un discurso ciberespacial (conversación a través del internet, chat, etc.) lo cual es un acierto, puesto que dentro de la narrativa y más precisamente; en el cuento, no hay trabajos con este tipo de discurso. Pero creemos que también magistralmente el texto carece de un hilo narrativo, o, de una estructura que cuelgue esas hojas de hierba en un árbol con raíces. Hay conversaciones literarias, frente a conversaciones coloquiales, conversaciones sado-amorosas, conversaciones de ocasión que quedan en el espacio como si una hoja de papel fuera una pantalla de computadora. Hay una intención de superposición de discursos que posiblemente resulten de una técnica, si es que estos conduzcan una estructura profunda. Estos elementos por el contrario, juegan con la despersonalización de la comunicación en la modernidad tecnológica, pese a ello, no deja de ser interesante el yugo experimental.
El cautiverio de la buena gente es así, un libro que involucra más o menos (hasta ahora un criterio arbitrario) a dos generaciones de escritores con una heterogeneidad dentro de un mismo espacio (Huaraz). Borges solía señalar que en un trabajo antológico o colectivo como este, es posible encontrar “semejanzas y diferencias”, lo cual también podría traducirse en niveles y desniveles. Creemos que en este libro hay ambas. Y precisamente, ambas también se corresponden. Así encontramos semejanzas tanto por uso del espacio (algunos prefieren la periferia, la zona marginal, el escenario andino frente a otros que prefieren la zona urbana, lo cosmopolita), la tratativa de tiempo (muchos presentan este esquema: presente-pasado-presente) y el recorrido por los temas (que son universales, pero algunos reiteran o tocan estos temas con parcialidad y aquí entra el talento, salva la técnica al tema y la reactualización de la misma ayuda). Por lo que queda decir, el libro da muestra, muestra y demuestra una literatura que ya está en un proceso en el que se percibe esta actitud crítica frente a lo que ya se ha escrito y frente a la palabra misma, es decir frente al lenguaje. En algunos casos, las lecturas han hecho que se experimente con nuevas técnicas y que se acaricie de modo más cercano la elaboración de un lenguaje más elaborado, lo cual es loable. Los temas siempre conviven con nosotros, pero la técnica lo salva del olvido, de la redundancia, del vicio conmemorativo y hace que trascienda a otro plano mayor.

miércoles, 10 de junio de 2009

Entrevista a Carlos Eduardo Zavaleta (*)

Por: Axthedmio Mau Guil.
Entrevista en un Pueblo azul, en Un día en muchas partes del mundo, entre Pálido, pero sereno, Carlos Eduardo Zavaleta en diálogo con Un joven, una sombra.
En la entrevista que le hace Rolland Forgues, afirma que parte de una opción fundamental, es decir, del realismo. Porque según usted, quería contar los cataclismos y aluviones de Ancash ¿Usted elige los temas o los temas lo eligen a usted?
Lo uno comienza convertido en lo otro, y uno no sabe en realidad cual es primero. Pero yo, conscientemente me inicié con una novela El cínico, sobre Lima... Pero luego, en el intervalo de eso y lo que vino después del año 47 y 48 se produjo en mi lo natural, las cosas naturales salieron poco a poco, merced a mis lecturas de distintos autores desde Dostoievski hasta los existencialistas franceses, entonces, poco a poco salieron mis recuerdos de mi vida… de modo que, absolutamente todo me vino de forma natural y así salió. Y luego, al leer Retrato del artista adolescente de James Joyce me di cuenta que había una técnica que yo podía seguir muy bien; que era la del monólogo interior, la de la expresión del pensamiento y dentro de ese pensamiento, meter incluso, el diálogo...
Que entra a tallar en un escritor, es decir; cómo se elige ser narrador o ser poeta, aunque en su caso, podríamos hablar de una prosa poética. A Carlos Eduardo Zavaleta lo conocemos como novelista, cuentista, traductor, ensayista, etc., pero no como poeta ¿publicó alguna vez poesía?
Nunca. Me cuidé mucho de ello, ya que tengo mucho respeto a la poesía. Sin embargo, yo he traducido a poetas… por ejemplo; la poesía completa de James Joyce... He traducido una obra completa de teatro de T. S. Eliot con fragmentos y poemas de Ezra Pound, también poemas de William Carlos Williams, de Allen Ginsberg, entre otros. De tal manera que, realmente mi vida ha estado al cuidado de la poesía y de los poetas. Pero yo entendí de que, esa no era mi misión y que no tenía gran facilidad para ello. Entonces, de lo que me preocupé fue cambiar a la prosa, porque la prosa que yo leía y veía de los famosos indigenistas peruanos, con la excepción de Ciro Alegría y José María Arguedas, era deplorable, absolutamente deplorable. No sabían describir bien las oraciones principales y subalternas, no las podían armar, no había cierta sonoridad y menos musicalidad en los párrafos… y por eso, intenté alejarme lo más posible de esa clase de escritura…
Algunos estudiosos como Rolland Forgues, Manuel Jesús Baquerizo y Washington Delgado señalan en Zavaleta su correcta arquitectura técnica narrativa y la psicología profunda, el mirador psicologista, como diría Rolland Forgues. ¿Cual cree usted, después de mucho tiempo, la novela que mas le ha costado elaborar, en la entrevista a Forgues señala que era Retratos turbios y ahora, después de otras publicaciones?
Bueno yo creo que ahora, viéndolo bien, los que más me han costado trabajo han sido Pálido, pero sereno y Los aprendices. ¿Pero, porqué? , porque yo creo que nací como cuentista nato. Para mí hacer un cuento era como respirar, pero luego comencé a extenderlos, a ampliarlos…Y para lanzarme a la novela de 300, 400 páginas lo tuve que pensar mucho…Siempre pensaba yo que, extenderme sería una trabajo muy difícil, me preguntaba porqué Jorge Luis Borges no había escrito una novela. Y sin embargo, si lo había hecho, la novela Las palmeras salvajes de William Faulkner tiene más de 400 páginas y eso lo había traducido estupendamente Borges. O sea que, el estilo de Borges daba para novela…se puede cuidar una página como se puede cuidar 500 páginas...
Cuando hablamos de Pálido, pero sereno, nos es posible postular que es una novela total (hasta ahora un criterio arbitrario) Es decir, en ella hay un conjunto de cuentos, pasajes, episodios que nos conducen a personajes de algunos y de otros de sus cuentos como: “La primera mujer”, “La mujer del héroe”, “Eclipse de una muchacha”, etc. ¿Nos es posible sostener esta teoría de novela total? ¿Cómo están estructurados estos otros elementos en su novela?
No lo sé. Yo nunca he manejado ese concepto de novela total. Aunque eso se vio en el año 65 cuando nos reunimos en Arequipa y, Mario Vargas Llosa pronunció su ponencia sobre la novela total. A mi me parece que, la gran novela total, ya estaba escrita. Y las más grande para mi es el quijote. El quijote es la novela de novelas, donde todo aparece… Y luego leer a Tolstoi, leer Guerra y paz, ¿qué otras novelas pueden ser totales?, Los hermanos karamasov, de Dostoievski, donde el autor ha puesto toda sus clases de técnicas para que lo cercano y lo lejano, el país y el terruño pequeño, todos estén juntos. De tal manera que, eso he querido hacer sí, voluntariamente sí, conscientemente sí, en Pálido, pero sereno… Yo he querido convertir a Ancash en una especie de símbolo de un problema, de una región problema, y que al final, resultó desembocar en un país problema... Esa especie de vuelta al hogar es lo que me ha seducido y me ha hecho pensar en la vuelta de Ulises a Ítaca.
Hay un tema que creo a ambos nos obsesiona: la mujer. ¿Qué concepto tiene Zavaleta de la mujer y cómo llega a insertarlas dentro del texto narrativo? Porque en muchos de sus cuentos y novelas, la mujer es pieza fundamental, así encontramos a mujeres perversas, atractivas, calculadoras, decididas, carnales, valientes, amantes, pasivas, con iniciativa, etc. Háblenos de las mujeres de Zavaleta.
Bueno, desde mis primeros cuentos están las mujeres, desde “La abuela” un texto del 48 en Sihuas…Y desde luego, no está distinta de Matilde, de Los aprendices…Y luego, siempre que tomo un personaje mujer, como que yo mismo siempre me llamo la atención varias veces, y me digo, ¡cuidado! como si fuera un semáforo ¡cuidado! ésta es una mujer ¡cuidado! Porque para mí, como soy hombre y la inconsciencia es masculina, entonces, uno tiene que aplicarse seriamente, voluntariamente, esta figura que es distinta. Hay una frase de André Malraux en La condición humana que no me olvido cuando dice “el se volvió a mirar, lo que vio, no era un hombre, era otra clase de ser”…Todo eso yo entiendo que es la mirada del hombre, del enamorado y sobre todo, del hombre asombrado de que exista una mujer, que exista un ser distinto a él y que, es como un imán poderoso que el cree que, él guía el mundo y la que guía en verdad es ella. Yo me he enamorado de cada una de esas personajes… Es una pregunta importantísima la que me haces, ya que, yo me preocupo mucho, mucho: dos y tres veces, cuando se trata de un personaje femenino. Porque creo en principio, tal vez es mi temor. Temo que no la voy a dibujar bien, que dibujo fácilmente a los hombres, pero no a las mujeres. Y con el tiempo a resultado casi igual, personajes y personajes, y hay que, preocuparse de todos…
Háblenos de sus maestros, que aprendió Zavaleta técnicamente hablando, de los europeos, norteamericanos y latinoamericanos.
Es sabido recordar a James Joyce, a William Faulkner, a Jhon Dos Passos, a Ernest Hemigway, pues aprendí muchas cosas: la seriedad, la parquedad, la presencia de la poesía, la sutileza, el modo de narrar, y desde luego, los otros europeos son extraordinarios: Albert Camus, Simone de Beauvior, Jean Paul Sartre y así otros, un ejemplo extraordinario de los italianos es Alberto Moravia, que, a los 22 años escribió una novela llamada Los indiferentes, ¡que extraordinaria novela!, y luego, hay que detenerse en ver, ese deseo que tiene de pintar la sociedad. Cuando llegó Aldous Huxley acá al Perú, yo le serví de cicerone. Me decía, “¿bueno Moravia le gusta a usted?” y yo le dije que sí, mucho, y me dijo: “bueno a mi no, porque este quiere ser Flaubert, quiere ser un segundo Flaubert; quiere explicarlo todo aquí, y no deja las cosas que sean, sino que, el quiere hacer sus grandes comentarios”, y bueno, este es un comentario de Huxley. Pero ahí en la obra se ve todo el trabajo que le cuesta al escritor estructurar la novela, como una afinación muy suya, es poético y muy doloroso… Luego hay ejemplos de escritores latinoamericanos que se merecen subrayarlos, escritores como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa. Antes, en Horacio Quiroga o en el grupo de la plata con Juan Carlos Onetti, Roberto Artl, que por cierto, gustaba tanto a Cortázar, son en conjunto, un ejemplo maravilloso y son unos brazos que nos están tirando para escribir. Tenemos suerte en verdad, porque, no solos podemos escribir, sino que nos ayudan a escribir los escritores...
(*) Por cuestiones de brevedad, se muestra la entrevista con fragmentaciones, y recortes de respuestas y/o preguntas. La entrevista completa serà publicada en la Revista Literaria "La casa de Asteriòn" Nº 09
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Nacido en Caraz en 1928, Carlos Eduardo Zavaleta es uno de los narradores peruanos más prolíficos y celebrados del siglo XX. Entre sus obras destacan los siguientes títulos; Los Ingar (1955), El Cristo Villenas (1956), Unas manos violentas, (1968), Vestido de luto, (1961), Muchas caras del amor (1966), Los aprendices (1977), Cuentos completos (1977), Pálido pero sereno (1997). Zavaleta ha cultivado tanto el cuento como la novela y el ensayo. La crítica ha señalado su condición de pionero, pues fue el primero que introdujo técnicas literarias aprendidas de James Joyce y William Faulkner.

miércoles, 27 de mayo de 2009

UNA ANTOLOGÍA DE LA POESÍA ÚLTIMA DE ANCASH

Por: Camilo Fernàndez Cozman

“La poesía debe ser escrita por todos” -sentenció el poeta Lautréamont. Es decir, ella constituye un trabajo de tipo colectivo. T.S. Eliot decía que la labor de los poetas era la de preservar su lengua. Por eso, el lazo entre poesía y lengua es de carácter indiscutible. Hugo Friedrich hablaba de la conciencia crítica del poeta moderno, quien debía ser consciente de los rasgos más saltantes y de la problemática que involucra al hecho de escribir poesía. Y el ejemplo, para él, era Charles Baudelaire, quien compuso Las flores del mal; pero también ejerció, con sindéresis, la crítica escribiendo artículos sobre pintores y escritores de su época.

La orgía inmóvil: 15 poetas. Muestra de la poesía joven de Ancash es una buena selección de la nueva literatura que se produce en el interior del país. Observo que la temática erótica predomina de modo creciente y que dichos poetas nos sorprenden con su estro moldeando metáforas, profundizando en la meditación sobre la complejidad de la relación amorosa o dialogando creativamente con la tradición literaria.

Roxana Ghiglino revela un buen trabajo con el lenguaje: “Empiezo por declarar la guerra a cada estrella inmaculada/ y a danzar sobre el cadáver de una palabra irredenta”. En efecto, “La elaboración de una sombra” es un poema notable porque trasunta un buen manejo del ritmo y de la simbología de las palabras.

Patricia Colchado explora la dimensión erótica a partir de una simbología que remite a la naturaleza y al mundo grecolatino: hay referencias a la figura de Narciso y al “aroma helénico de tus cabellos”. Es digno de resaltar el escandido de los versos y el empleo de los puntos suspensivos como recursos formales empleados por la poeta.

Jaime Tranca dialoga con la figura de Rulfo y, por lo tanto, establece complejas redes intertextuales. El escritor mexicano pasa a ser un posible creador de la figura del yo poético: “Rulfo decidió ya no inventarme”. Al final el poema termina siendo una fructífera meditación acerca de los imprecisos límites entre la realidad y la ficción.

Carlos Maguiña medita sobre la guerra en el mundo contemporáneo subrayando el peso del recuerdo como determinante de la vivencia en el presente. Temas como la sexualidad y la locura aparecen atravesados por una atmósfera donde reina la muerte.

Joule Cáceres realiza una lectura muy personal de la figura de don Quijote, cuya locura permite paradójicamente un acercamiento más lúcido a la complejidad del amor: “Te he inventado entre el sueño y el milagro del fuego”. El poeta reflexiona en torno a cómo el Caballero de la Triste Figura termina extraviado en la ciudad como un rezago de una ilusión perdida.

Luz Shuán se solaza en las imágenes de corte surrealista explorando el espacio de la página en blanco. Se trata de un torrente de metáforas donde predominan aquellas que remiten al agua (“canto lleno de lágrimas”) o al aire (“Los vientos azules de aquella noche”) para propugnar un retorno al mito del eterno retorno y a la regeneración de los cuerpos.

Eber Zorrilla manifiesta una óptica neorromántica que entra en feliz mixtura con una apología del exceso: “Déjame esculpir blanco en el trigal acre de tu vientre”. Se trata de construir una obra de arte con la figura de la amada de manera que el erotismo adquiera un auténtico cariz humano.

John López explora la compleja relación entre el hombre y los ciclos de la naturaleza. La relación erótica, para él, hace que el ser humano se involucra, de modo fecundo, en el movimiento de regeneración del cosmos y con la dinámica de los ciclos naturales.

Ronal Marcelo aborda el tópico de la familia asociada al perenne eje del desierto. El reconocimiento del terruño propio, el recuerdo de la figura de la madre constituyen núcleos a partir de los cuales se teje un espacio donde prepondera el silencio, es decir, la insoslayable crisis de la comunicación.

María Isabel Guillén cavila acerca de cómo el amor está indisolublemente ligado a la muerte: “Hazme vino y bébeme/ hasta saciar el afán de tus células sedientas”. El final de “Poema X” hace ostensible que el nacimiento está fuertemente vinculado a la muerte a través del tamiz del amor.

Benggi Bedoya hace alusión al lazo entre la pasión y la locura. Se trata de una apología del exceso: “esta noche/ la esquizofrenia me tiene en sus garras/ y no hay forma de huir”. De alguna manera Rimbaud y el surrealismo pusieron de relieve cómo la poesía se asocia con la desorganización de los sentidos y el discurso del esquizofrénico como prácticas destinadas a cuestionar la racionalidad occidental.

Denisse Vega utiliza creativamente series enumerativas para dialogar con la propia poesía encarnada en un personaje: “poesía/ que no me des de beber/ poesía/ que ahora yo verteré el pocillo”. El acto de crear se asocia con una suerte de auto sacrificio que permite la purificación mediante el arte.

Christian Ahumada opone la eternidad a la sensación de un profundo desamparo. Es decir, la soledad produce en el yo poético una sensación de soledad que se enlaza con la devastación y el derrumbe: “Usted busca/ la eternidad en mi gruta/ de ventanas fijas y huerto helado/ pero la soledad me ha devastado”.

José Cárdenas indaga por el sentido del tiempo en el ámbito de la cotidianidad. En tal sentido, el yo poético percibe una atmósfera de caída y de objetos marchitos. La ausencia y la muerte han terminado triunfando en el ámbito del amor.

Axthedmio Mau Guil vuelve sus ojos a la tradición literaria y recuerda a Borges como un ser que sueña con un animal nocturno. El acto de cerrar los ojos tiene una dimensión simbólica precisa: trata de configurar una sucesión inacabable a la manera de un laberinto borgeano.

Esta muestra de la poesía joven de Ancash ofrece una selección de la mejor producción lírica, realizada en autores que empiezan por el duro camino de la creación literaria. Celebro la aparición de esta antología como manifestación de que la poesía se renueva, de modo infinito, como el Ave Fénix.

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Nota: Camilo Fernàndez Cozman es crítico literario y poeta nacido en 1965, en Lima (Perú). Es miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad San Ignacio de Loyola. Ha sido conferencista en las universidades de Santiago de Chile, Salamanca, Burdeos, Roma, Florencia, Siena, Bérgamo, Urbino y Rímini. Forma parte del Consejo de Redacción de la revista electrónica Tonos digital de la Universidad de Murcia. Ha obtenido el primer puesto en los siguientes certámenes: Concurso de Ensayo "Raúl Porras Barrenechea" (Instituto Nacional de Cultura,1997), Primer Concurso Nacional del Libro Universitario (Asamblea Nacional de Rectores,2003), Premio al Mérito Científico (UNMSM, 2004 y 2006), Premio Nacional de Ensayo "Federico Villarreal" 2005, entre otros.

MIGUEL GUTIÉRREZ: ENTRE EL CAFÉ Y EL CIGARRILLO,CONVERSACIÓN CON EL VIEJO SAURIO.



Por Alejandro Mautino Guillén


El viejo saurio en Huaraz

Sin duda, uno de los más grandes narradores de la literatura peruana contemporánea. En alguna oportunidad me sentí obsesionado por la vida de los reptiles, mas aún, sabiendo que había un reptil -escritor (tómese este epíteto, no como ofensa o de animo despectivo, sino como un animo figurativo o metafórico de la trascendencia de este notable escritor) que venía de la cálida Piura a hablarnos de su prosa, tan fina, tan lograda.
Una mañana soleada y un aromático y abrumador olor a tabaco en la cafetería "El encuentro" nos esperaban. El viejo saurio pregunta por un café express, y es complacido por un halo de rapidez, mientras medita un poco y enciende un Hamilton. Sentado nos cuenta algunas anécdotas y se sumerge en parte de su vida y  su formación como escritor.
Miguel Gutiérrez dice que Gabriel García Márquez solía decir que él escribía para que lo amen sus amigos; Bryce, también dice lo mismo, escribo para que me quieran mis amigos; por desgracia y por los resultados, yo escribo para que me odien…
Gutiérrez recuerda que, cuando publicó su primer libro; el viejo saurio se retira (1968), la crítica de aquél entonces fue muy severa, e incluso la consideraban como un libro indecente e inmoral que no hacia bien a la juventud. Pues dicho texto, trataba la vida de unos adolescentes en un colegio de curas y su férrea formación religiosa que tenía como escenario referencial una ciudad marcada con una aguda pobreza y depravación social. Incluso una crítica de esos años, la más importante de entonces, a nivel periodístico, dijo que su novela merecía el tacho de la basura.
Considerado como una especie de víbora, que hablaba mal de su propia tierra, estaban a punto de considerarlo persona no grata en Piura, lugar donde nació el escritor en 1940. Pasaron 30 años y la nueva generación de lectores leyeron e interpretaron de otro modo su novela, nuevos aires, nuevas perspectivas para su prolífica carrera como escritor.
Otro libro, el que suscitó odio en las personas es su ensayo, La Generación del 50: un mundo dividido (Lima: Sétimo Ensayo, 1988). Éste, un libro que reúne la inquietud del escritor por el proceso de nuestra literatura a través de la denominada Generación 50 en un marco de desestabilidad político-social en esos años. Cuando apareció este libro, hubo un silencio total, ni una nota periodística, era un libro muy crítico y hasta agrio para algunos escritores, dice Gutiérrez.
Nada parece perturbarnos “El viejo saurio” se detiene en el silencio imperecedero y sutilmente toma su café express, mientras cautelosa y detalladamente habla de sus encuentros con José María Arguedas, Ciro Alegría y Juan Rulfo, entre la enorme cabellera de humo del segundo cigarrillo, que es encendido por su complaciente esposa y que agradablemente se filtra en nuestras narices juveniles…

Acaba la primera ronda de cafés americanos y express. Fraternalmente el viejo saurio (MG) nos mira fijamente, me mira fijamente y pregunta sin más qué género literario es nuestro preferido. Nuestra voz se nubla y fragmentariamente solemos decir que nos gusta la poesía; entonces, sonríe un poco el saurio, piensa… viene a su mente su libro El pacto con el diablo y nos dice que en aquél recoge muchos artículos y ensayos acerca de los poetas de los años 50, 60 y 70. Y hablando de poesía, suele filtrarse y evocarse en su memoria los nombres de poetas como José María Eguren, César Vallejo, César Moro, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Carlos Oquendo de Amat, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Juan Gonzalo Rose, Blanca Varela, Pablo Guevara, Rodolfo Hinostroza, Javier Heraud, Jorge Pimentel, Abelardo Sánchez León, Carmen Ollé, María Emilia Cornejo, Enrique Verástegui, entre otros.
Respira nostálgico el saurio y afirma que a pesar de la descomunal referencia de autores en nuestra poesía peruana; sin lugar a duda, los más significativos y de mayor trascendencia que él pudiera citar son los nombres de César Vallejo y Jorge Eduardo Eielson. Por un lado Vallejo, como iniciador de una tradición poética nueva y original en nuestro país y reconocida en el exterior (Trilce); por otro lado Eielson, con una matriz musical y pictórica desbordante quien exhibe duramente a la modernidad alienante en Habitación en roma.
Se reinventa nuevamente el saurio, su memoria y sus historias nos atrapan. Después de encender otro cigarrillo, entonces explosionan en los labios del viejo saurio nombres como el de Jorge Luis Borges, Charles Baudelaire, George Bataille, William Faulkner, Frans Kafka, James Joyce, Marcel Proust, Sthepane Mallarmè, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, etc. Considerando a estos como escritores de gran calidad literaria y filosófica en algunos casos, e incluso recomienda el viejo saurio leer a Truman Capote (A sangre fría).
La narrativa en el siglo XX es fundamental para él. El autor de Hombres de camino y La violencia del tiempo hace una distinción telúrica, confirma sustancialmente una triada Joyce, Kafka y Proust; considerándolos como los verdaderos renovadores de la narrativa moderna. Recuerda Gutiérrez también ser asiduo lector de Kafka; el autor de La metamorfosis, en donde Gregorio Samsa sufre una transformación, una trasgresión involuntaria por medio de una marginación mas extraña y abusurda, que linda entre la realidad y el sueño, esa soledad distorsionada y autodestructiva, que se ve también en El Proceso, dice el maestro.
Nos asaltan nuevas ideas de la narrativa de la violencia, ¿acaso también a nivel musical se dio este fenómeno? ¿acaso también la música, es decir, subterránea, surge en este lapso?

El autor de La destrucción del reino y de Un mundo sin Xóchitl,  afirma no ser especialista en música subterránea. Pero efectivamente, en sus ensayos sobre este mismo tema, el de la narrativa de la violencia, toca brevemente el tema del movimiento musical subterráneo, ya nacientes en este contexto. Afirma que Leuzemia y Narcosis; en efecto, fueron los que singularmente, resumen esa protesta contestataria y rebelde de los años 80´. Cómo olvidar -afirma MG- las romanzas, las cursiles del señor Daniel F, que sin duda empiezan a incorporar música y poesía a este fenómeno social. Ya que, en esos años, eran algo así como poetas populares que sabían mucho de música e incluso de poesía.
Hablando de la combinación armoniosa de los sonidos; es decir, la música, MG también nos afirma su fascinación por los acordes de guitarra. Se muestra maravillado por los arpegios, por su inventiva de deleitar y por esa combinación singular que le recuerdan en sus mejores años a Ximi Hendrix y Santana…
Finalmente, un tema no apetecible para los escritores, aunque significativos para muchos de ellos, el papel de la crítica en nuestro país. ¿La crítica literaria afecta de algún modo al inconsciente del creador-escritor?

MG suele decir que hay pocos críticos serios y que, por el contrario, tenemos a falsos críticos frustrados existencialmente. Pero a pesar de ello, sí hay un tipo de críticos extraordinarios, críticos creadores como Luis Cernuda en España; buen crítico y buen poeta, otro caso resaltante en nuestro país lo es Mario Vargas Llosa, que cumple sin duda esa distinción, hablando de grandes figuras…
El viejo saurio recuerda las críticas a su libro El mundo sin Xóchitl (2001); críticas como las de Melvin Ledgar, Kathya Araujo, entre otros. Sin embargo, una crítica sustancialmente breve, pero que mejor ha logrado simplificar temáticamente y estructuralmente su novela, es pues la de la poeta Ana María Gazzolo, según el mismo autor.
El viejo saurio parece fascinado por la idea de no ser entrevistado mecánicamente (pregunta-respuesta). Lo motiva animosamente la idea del diálogo creativo, del encontrarse, directo y libre. De este modo, el escritor termina siendo el entrevistador y así también parece culminar nuestra extensa sesión en una cafetería del parque del periodista.
El viejo saurio busca su bastón. Lo ayuda su esposa a levantarse de la mesa y suele despedirse con un “ojala me visiten algún día allá en Lima”. El viejo saurio abraza a su mujer, a su reptil compañera. Entonces, una imagen desolada suele evaporarse entre nuestras pupilas, como en aquel final de El amor en los tiempos del cólera; donde es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites. Ellos parten de igual modo, como si fuesen cómplices de algo, con rumbo incierto por las calles de Huaraz, calles ya desconocidas para nosotros.
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NOTA: Miguel Gutiérrez es autor de una novela juvenil como lo señala James Higgins: El viejo saurio se retira (Lima: Milla Batres, 1968), pero logra notoriedad con la publicación de sus novelas en su madurez como narrador en Hombres de caminos (Lima: Editorial Horizonte,1988); La violencia del tiempo, 3 vols. (Lima: Milla Batres, 1991); La destrucción del reino (Lima: Milla Batres,1992); Babel, el paraíso (Lima: Colmillo Blanco,1993); Poderes secretos (Lima: Campodónico, 1995); El mundo sin Xóchitl (Lima: Fondo de Cultura Económica, 2001), Confesiones de Tamara Fiol (Lima: Alfaguara,2008), entre otros textos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti: al borde del camino

La noticia llega como un proyectil que penetra las entrañas de un pájaro en el aire. Mario Benedetti ha muerto. Esta historia que parecía una mentira, y que creíamos que jamás nos sería revelada, hoy nos ha tocado muy a fondo. El maestro con sus apenas 88 años y que recién comenzaba a vivir como un niño recogiendo del cielo de palabras las frutas frescas de la poesía, se ha detenido en el camino, y ahora nosotros le decimos: “No te quedes inmóvil /al borde del camino/ no congeles el júbilo/ no quieras con desgana/ no te salves ahora/ ni nunca” ¿Qué podríamos agregar ante su muerte? Púes nos queda solamente ese silencio humano, aquel que no quiere hablar sobre lo ajeno y lo nuestro, pero que sin embargo, naufraga en esa atmósfera eterna, ese mismo camino al cual todos zarpamos algún día. Compartimos este poema de Mario, parte de todos esos poemas esenciales:
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
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Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, más conocido como Mario Benedetti (14 de septiembre de 1920, Paso de los Toros - 17 de mayo de 2009, Montevideo), fue un escritor y poeta uruguayo integrante de la Generación del 45, a la que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre otros. Su prolífica producción literaria incluyó más de 80 libros, algunos de los cuales fueron traducidos a más de 20 idiomas.

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