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viernes, 24 de mayo de 2013

ERA LA TARDE CUANDO EL SOL CAÍA. A PROPÓSITO DE "CIELO DE LAS VERTIENTES" DE MACEDONIO VILLAFÁN BRONCANO

Macedonio Villafán Broncano (Taricá, 1949) es un escritor que ha publicado Apu Kolkijirka (1998),  Los hijos de Hilario (1999) y un breve puñado de cuentos dispersos en revistas de literatura. Después de casi catorce años, el escritor huarasino vuelve a publicar un libro de su total autoría (antes, recuérdese, había divulgado un cuento en el libro colectivo Cautiverio de la buena gente publicado en el 2009), que confirma su predilección por la narrativa breve en el reciente libro: Cielo de las vertientes (Río Santa Editores, 2013). Este nuevo texto está dividido en dos partes, la nouvelle propiamente dicha “Cielo de las vertientes” y una segunda constituida por los comentarios críticos de Mauro Mamani Macedo y Alejandro Mautino Guillén. A continuación me referiré sobre la reciente obra de Villafán no sin antes buscar algunos ejes particulares de lo que podríamos llamar su “poética narrativa” y los tópicos por los cuales constantemente transita dicha narrativa.

Si el indigenismo proponía un complejo y dividido universo de negociaciones entre relaciones de jerarquía, poder y subalternidad, este universo en suma es blindado en la medida que sus actantes se encuentran en un topos cerrado. Posteriormente, el neoindigenismo rompería con ese esquematismo de las narrativas de la  primera mitad del siglo XX que tienen como personaje al hombre del ande, pues desborda el topos a favor de un cronos cambiante y de una compleja diacronía ligada a una continua sincronía de los fenómenos sociales que repercuten en las sociedades andinas. De este modo, los antiguos actantes se movilizan, se transforman y rompen las antiguas relaciones de jerarquía, poder y subalternidad. A esta nueva necesidad, y al llamado de una nueva modernidad, responden los personajes de Macedonio Villafán Broncano en sus relatos.

Quisiéramos, por un lado, subrayar que la metáfora del desplazamiento en la narrativa andina que planteamos no es solo cultural (geográfica-espacial), sino también subjetiva (simbólica-atemporal). En la primera mitad del siglo XX, de otro lado, circunscrita a personajes indios, rurales y exotistas se evidencia no solo caracteres psicológicos planos, sino cerrados en la visión de los narradores. En cambio, a partir de la segunda mitad del mismo siglo, se exhiben con mayor énfasis los desplazamientos que aludimos, donde también se incorporan caracteres psicológicos conflictivos y complejos en muchos personajes ya escindidos. Creemos que un eje de la poética narrativa de Villafán Broncano es precisamente la metáfora del desplazamiento cultural (simbólico y espacial). La metáfora del desplazamiento, de este modo, es un eje estructurador de ese cuerpo narrativo. Claro está que ésta no solo tiene por finalidad reflejar la migración de la Cordillera Negra a la Cordillera Blanca, de la sierra a la costa, de la aldea a la ciudad, de la provincia a la capital, del colegio rural a la universidad capitalina, de Lima al extranjero, de la pobreza extrema a la ascensión económica; sino cumple un rol aún más complejo y problematizador que puede ser reflejada en la metáfora de un desplazamiento simbólico, acaso cultural si hablamos en términos de “construcción de identidades” como lo plantea Edward Said. Lo que queremos subrayar, aquí, es que no se trata de indios, campesinos, iletrados de condición precaria, ni de hombres de campo que trabajan las tierras sino de un nuevo tipo de indio ligado al carácter errante, letrado o  al comerciante provinciano, disperso, sin residencia fija (en muchos casos), que asumen más o menos un cosmopolitismo provinciano, donde la aldea no existe como un topos maniqueo de centro y periferia o de subalternidad. Retrata, más bien, el dinamismo de los individuos, ajenos ya a un universo cerrado, pero que se vinculan a través del rito y los valores éticos como sucede en esta nueva obra de Villafán Broncano.

Pero no se trata de sujetos escindidos por una racionalidad instrumental más cercana a la narrativa posmoderna, sino que estos personajes mantienen una fuerte ligazón con el vientre cultural y los proyectos estéticos políticos de la narrativa andina última. En Cielo de las vertientes, por ejemplo, los destinos de muchos personajes son gobernados por la predicción andina que se alude hacia el final del relato en la memoria del personaje: “Yo le dije veo dos rostros, en la parte alta al pie de la Mamapacha que has dicho, a una señora también anciana, con cabellos sueltos a ambos lados; más abajo a una muchacha morena cuyos cabellos son las aguas de la pakcha grande, de la catarata. Ah, dijo, la primera es la Madre Cordillera Negra y la muchacha su hija. Siendo de la Cordillera Blanca, amarás a la Cordillera Negra y a su hija. Ella será una muchacha de estas tierras que te amará toda su vida y tampoco tú podrás olvidarla nunca. Luego nos ordenó que nos acercáramos a mojarnos y a beber de las aguas de la Pakcha, que ella por ser mujer ya no lo haría porque a esa hora del mediodía se hacía ya más poderoso el arco iris”. De este modo, más allá de que cada personaje gobierne su individualidad no escapa de la sujeción del carácter de sujeto colectivo, ligado a una determinación social, cultural si se quiere en el texto. Finalmente, estos valores de rito andino y de negociación con la “Pakcha” son los que vaticinan el desarrollo de la vida de los personajes.

  La nouvelle Cielo de las Vertientes de Macedonio Villafán Broncano es, principalmente, una sinopsis acerca del amor y sus múltiples formas, una exposición sobre el paso del tiempo que destruye y reconstruye almas y nostalgias a través de la figura de un personaje mayor a los cincuenta años.  La trama del cuento se desarrolla entre los espacios de la Cordillera Negra y la Cordillera Blanca, entre la ciudad de Huaraz y el camino hacia Lima. La temática del cuento no solo apunta al idilio entre Juan y Flor, sino a un complejo andamiaje cultural que se visibiliza en la descripción de la danza, la música y el rito andinos. El texto, hace hincapié en las diversas  postergaciones del amor en el que sucumben la ilusión y la pasión, léase como libido de Juan por Flor. Pero el caso de Flor no resulta diferente, ella en su condición de mujer posterga sus realizaciones de feminidad por citas frustradas, por el carácter indiferente de su padre, por un viaje de estudios fallido a Lima. La imposibilidad de migrancia de esta última implica una cancelación personal a nivel sentimental y es que está vinculada a la lectura de la “Pakcha”; en cambio Juan migra a Lima y retorna como un letrado para insertarse dentro de un estatus social.


El retorno de la capital o el extranjero, no es un tema nuevo, menos para Villafán Broncano quien ha asimilado esta metáfora con un valor simbólico múltiple, se puede observar este influjo proveniente de la gran narrativa regionalista, especialmente aquella que construye la figura del provinciano letrado que retorna a su ciudad, aunque en los cuentos de Villafán los letrados ya se concentran en la universidad de la zona y reingresan a la periferia de la misma para recordar su origen. Por eso, no es gratuita la recurrencia de este tema en su narrativa. Aparece en “Fiesta grande”, cuando Shimako pregunta sobre semillas mejoradas de papa en la Universidad Agraria: “No, le respondí, en Lima averiguando en la Universidad Agraria por semillas mejoradas de papa” (p. 36). Aparece en “Sueños y viajes en las quebradas”: “con Rubén salíamos muy temprano de Comas para tomar los buses de la Universidad en Lima a las siete y viajar a Chosica” (p. 67). En “Como árbol sin fruto” se lee: “y tú, que terminabas ya la universidad poco después que yo, me decías Romelio, Rumi, yo no quiero pasar angustias  económicas, no me gusta la pobreza” (p. 95). En “Réquiem para Miguel Broncano”, también se lee la alusión: “todo comenzó cuando trabajando como profesor de Literatura Regional con los profesores sin título pedagógico en la Universidad de Huarás les solicite un breve trabajo de recopilación” (p. 101). En “Memorial de la alegría. Voz y alma del testamento de Judas” se lee: “universitarios de cinco por medio, letraditos aprendices, a los muchachos que estudiábamos en la Universidad cuando esa tarde del sábado nos divertíamos haciéndonos chacotas unos a otro al final de la Semana Santa” (p.  98), y en Cielo de las vertientes se lee: “[h]asta que el año pasado, ya como docente de la universidad, la encontré en el colegio de Paltay, cercano a mi pueblo, como profesora de primaria” o en otras páginas “tú si que te has dado tus gustos, quién lo iba a creer habiendo salido de nuestros pequeños pueblos, ¿tanto ganan en la universidad?”. Como hemos podido advertir, la representación de los personajes en esta narrativa están focalizadas en los letrados andinos, personajes que han salido desde la ruralidad buscando cierto centralismo “espacial” merced a su paso por una universidad. Es un escenario ya no de indígenas, reducidos esféricamente al campo, como sucede en muchos cuentos notables de Óscar Colchado (me refiero a Cordillera negra), sino que ésta se diferencia precisamente por la condición de los personajes y en la proyección dinámica de estos que configuran una metáfora del desplazamiento. Esta presencia, de una sociedad de jóvenes letrados, es al mismo tiempo una metáfora del desarrollo de una ciudad, precisamente, desde la esfera universitaria que será el eje dinamizador y de “reconocimiento” a través de las fuentes orales, escritas, arqueológicas y geográficas. Esta última, ligada al rito y a la racionalidad religiosa andina es quien gobierna y decide el desarrollo de la vida de cada personaje. En su vejez, el narrador, reconstruye su pasado con una nostalgia a la vez devastada por la muerte, recuerda su vínculo cultural a través de la figura de una mujer que encendió en él un amor que superó al tiempo, una mujer que la Pakcha, allá en su adolescencia, le había advertido y entregado.

Por lo que queda decir, Cielo de las vertientes, es una obra donde la memoria convoca diversas etapas de la vida; diversas postergaciones de la libido en los amores adolescentes; reconstruye, a través de un personaje, la noción de  sujeto plural de ciertas sociedades andinas que buscan desbordar lo geográfico y  conectarse con la sociedad letrada provinciana. Es también el triunfo del cuerpo sobre la pasión (ambos se entregan al amor en su vejez, ella finalmente muere), es un recorrido por la inocencia, el amor,  el ritual y la muerte, iluminadas por la conciencia y la memoria del narrador en el tiempo de las nostalgias y el atardecer de la vida.

domingo, 3 de enero de 2010

El Blogger Macedonio Villafán Broncano

El profesor universitario Macedonio Villafán Broncano acaba de estrenar su blog: "Ventana Andina" al mismo tiempo que pasa a convertirse en un blogger o bloggero. Villafán señala la gran necesidad de viajar por diversos espacios, incluso tecnológicos, para poder ofrecer lo que se viene haciendo en provincias. Este blog mostrará como señalò el autor: crónicas, prólogos, reseñas, ponencias, artículos, etc.

martes, 24 de noviembre de 2009

Los hijos de Hilario

Macedonio Villafán Broncano (Ancash, 1949) es escritor, crítico literario y catedrático universitario en la Universidad Nacional de Ancash Santiago Antúnez de Mayolo. En 1987 obtuvo el Tercer Premio Copé de Cuento con “Sueños y viajes en las quebradas”; en 1997, el Primer Puesto del Premio Nacional de Literatura Quechua de la Universidad Federico Villareal con el cuento “Apu Kolkijirka”, y es autor del libro “Los hijos de Hilario” (1999). A continuación, una versión resumida de la entrevista a Villafàn.

En su libro de cuentos “Los hijos de Hilario”, ¿los temas lo fueron escogiendo o usted los escogió? ¿Cómo se articuló su contenido?
Los temas propios surgen a veces como una suerte de respuesta a la ausencia de temas de otros escritores, como una especie de búsqueda de temas de los que no han hablado otros. En mi caso, fui consciente de que había que diferenciarse de de los que estaban cerca, como Óscar Colchado, o, un poco antes, del mismo Marcos Yauri Montero, o de los maestros Alegría y Arguedas. Vi, por ejemplo, que Óscar Colchado, en “Cordillera Negra”, se había orientado al hombre andino en espacios rurales. Entonces pensé que tenía que hacer algo diferente, pues advertí que había cambios. El hombre del Callejón de Huaylas, por ejemplo, más o menos por la década del 60 empezó a cambiar; se trataba de un campesino andino en transformación, con todas las posibilidades de insertarse en el espacio urbano. Entonces, me dije, acá está el tema, y encontré esta veta de la migración y de la transformación que va sufriendo el hombre andino frente al mundo urbano y la modernidad.

Usted ha construido personajes que se resisten a la modernidad, pero que sin embargo no quieren ser ajenos a ésta.
Claro, toda transformación es conflictiva, no es fácil. De ahí que, efectivamente, podemos señalar que se trata de marcar los diversos rostros, las diversas instancias, o, si se quiere, las diversas caras de ese prisma en el que se encuentra el hombre andino. Este hombre andino puede transformarse sin sacar el pie del mundo rural, por ejemplo el personaje narrador de mi cuento “Fiesta grande”, o, de repente, en el caso de “Tantas amarguras por ella”, donde los padres buscan aferrarse a su mundo y no quieren que su hijo parta con la ola migratoria hacia la capital. Como tú dices, el hombre andino se ve inmerso en el conflicto de qué hacer ante un universo en que la modernidad atropella e invade su mundo. Yo creo que deben verse las múltiples facetas, los rostros, los conflictos, los diversos modos, y señalar qué avances y qué retrocesos se han producido.
¿Cómo logra configurar el efecto mítico en “Los hijos de Hilario”?
Bueno, yo pienso que cuando se habla del hombre andino hay que hacerlo desde su contexto cultural, y lo mítico es parte obligatoria de ese contexto. El mito implica un lenguaje, un medio, un discurso de aprehensión del mundo; y pienso yo que un escritor que intente mostrar al hombre andino, necesariamente tiene que llegar al discurso mítico, un elemento que no se puede obviar.

En su libro inédito “Pequeña nación” noto que la variante de la oralidad mítica e histórica, al final del relato, juega con la ironía, o es, en todo caso, un juego creativo que tiene que detectar el lector. ¿Qué plantea este libro?
Este libro es, en principio, un proyecto que está en pleno desarrollo. Es una especie de puntas de ciertos icebergs que están en el mar; ahí está la mirada a la época de la Conquista, a los hechos históricos, y su interpretación desde el tiempo actual. La propuesta que estoy trabajando es una especie de visión de historias cortas de lo que es Ancash, pero no en sentido localista lógicamente. Pretendo más bien que sea engañoso. La pretensión es que el libro, a través de la suma en conjunto de los cuentos breves, sea una especie de símbolo de cualquier país latinoamericano, de cualquier región latinoamericana, o, en todo caso, de nacionalidades pequeñas en nuestra Latinoamérica. Aparte de la pretensión de hacer diversas voces, diversos discursos con diversos lenguajes, hay varias y múltiples cosas por ver en estos textos.
¿Cómo ve el panorama actual de la literatura ancashina, hay un florecimiento responsable o irresponsable?
Es heterogéneo, la heterogeneidad no en el sentido de Antonio Cornejo Polar, cuando habla del indigenismo, sino en cuanto a niveles. Yo estoy atento a toda la literatura en Ancash, desde los 70, y creo que ese problema persiste. Así como podemos encontrar poetas que se esmeran, que trabajan la palabra, que tratan de tener en cuenta, digamos, el contexto literario de este ciclo, de cómo se está haciendo literatura en otros sitios, hay otros que no piensan en ese problema, no se hacen problemas por eso y, sin embargo, publican libros. Hay gente que sí tiene mucho entusiasmo en que su arte sea duradero y genere discusión y debate, pues necesariamente pasa por una exigencia, por una búsqueda desde algún modo novedoso de escribir o de trabajar la palabra, entonces se van esmerando; pero hay otros que piensan sacar libros y nada más. Pero sucede también que a veces uno va a un encuentro de literatura o sobre literatura, y se encuentra textos con mucho descuido, entonces esa heterogeneidad de niveles persiste. No obstante, hay una tradición que está bien fundada en Ancash; en narrativa, por ejemplo, está cimentada en Zavaleta, en Yauri, en Colchado. Y si esta tradición está bien cimentada, ¿por dónde hay que continuar? Pues por el camino de mantener el nivel para que la literatura de nuestra región concite la atención de otras latitudes.

lunes, 10 de agosto de 2009

EL ÚLTIMO CAUTIVERIO DE LA BUENA GENTE/ 5 NARRADORES

Por: Axthedmio Mau Guil

Acaba de publicarse El cautiverio de la buena gente. Narrativa ancashina última (Andes book, 2009) Libro en colectivo donde figuran: Edgar Norabuena Figueroa, Eber Zorrilla Lizardo, Daniel Gonzales rosales, Edgar Cáceres Flor y Macedonio Villafán Broncano.
Edgar Norabuena Figueroa en su cuento “Eugenita, linda flor” reactualiza una suerte de intertextualidad con “Warma kuyay” de Arguedas y “Kuya kuya” de Colchado que nos recuerdan estos juegos de deseo, aventura y de mentiras en estos amores niños-adolescentes. Sin embargo, creemos que el acierto radica en la incorporación de técnicas narrativas contemporáneas. Y es que en el cuento se inserta una figura, una sombra, un antiautor como recurso técnico (el profesor Edgar, que aparentemente es un escritor con libros publicados y que se recuerdan sus cuentos como: "Toro Moreno" y "Tumbacerro", aunque estos datos nos conducen a pensar que podría tratarse del autor del cuento, sabemos que no es así: es una técnica), otro recurso utilizado por Norabuena es el manejo de un discurso nutrido de todo un bestiario de la andinidad; vale decir; una prosa lìrica en donde se subvierten metáforas donde se incorporan animales (puma, paloma, perdiz, taruka, etc.) enriqueciendo a la técnica del discurso y la definición del hilo narrativo. ¿Nos será posible acaso reiterar que este cuento, como la mayoría de los cuentos de Norabuena, se inician por un presente, luego hacen un flash back (giro anti horario) para nuevamente situarse en el presente? Otro elemento visible es el rasgo sicológico de un personaje poseído por una desposesión, y cuyo deseo irrefrenable de poseer a la mujer objeto de deseo, resulta todo un contrapunto transgresor en el relato, lo cual termina en un cuento donde las juego de equivocaciones, a veces, cobra su propio destino.
Eber Zorilla Lizardo en “San Gonzalito” explora a través de una intensa narración en segunda persona una explicación personal del planteamiento del drama de adoctrinamiento senderista. En un espacio marginal, periférico, en un espacio andino que nos da un efecto analógico que se trenza con el proceso invasión y adoctrinamiento religioso que tuvieron los españoles con los indígenas. A través del recuerdo del personaje principal del cuento, situándose en un tiempo presente y haciendo que su interlocutor recuerde. Hay en el cuento este juego de increpaciones. Cabe señalar que este cuento nos remite parcialmente al cuento “Cena de difuntos” de Villafán, donde vivo y muerto pueden comer en la misma mesa, en el día de los muertos. Otra vez la técnica salva al cuento en el manejo del hilo narrativo y el lenguaje. En otro cuento “La casa de los ajenos” Zorrilla experimenta un contraste que se subvierte en una aventura que podría remitirnos a “El retrato Oval” de Poe. Por los contrastes de los espacios entre claroscuros, y las sensaciones que intenta transmitir, vale decir; infundir miedo, frio en una noche oscura y salvaje, graznidos de aves, que intentan dar una imagen de misterio. De este modo el cuento merodea temas como el misterio, lo oscuro, el sexo, la muerte y la confusión “sin entrar a ellos”. Elementos utilizados por Poe, haciendo una especie de intertextualidad y que Zorrilla intenta experimentar en la narrativa ancashina. No obstante los aciertos y la experimentación, creemos algo previsible el final de la trama. Uno de los personajes confiesa un crimen, se le inculpa a otro de aquello, el propio autor resuelve el misterio que quiere ocultar ¿lo ideal no sería que el lector fuera cómplice de este descubrimiento?
Macedonio Villafàn Broncano en el cuento “El enviado del dios Pachacamac” demuestra un buen manejo del discurso temático y del lenguaje. En el cuento centra a personajes migrantes, a personajes invasores de su propio territorio ancestral, a personajes marginales que ascienden paulatinamente en el proceso de la cholificación de la gran Lima. Pero creemos que el cuento de Villafán intenta dar con otro espacio, con otra explicación: el configurar las raíces étnicas del hombre andino en cualquier espacio a donde vaya. Es decir, el hombre no solo lleva su maleta de equipaje de accesorios materiales, sino que lleva y carga consigo, viaje a donde viaje, todo un conglomerado cultural que no ha de olvidar. En el cuento "El enviado del dios Pachacamac" resulta siendo un mítico animal: el perro costeño, que será el guardián de la tradición y el guía que reivindica a esta clase marginal, que es más cercana a su cultura. El cuento tiene como escenario un espacio perifèrico, aparentemente inhabitable: un arenal. El cuento además juega con los tópicos de la multiculturalidad, donde el elemento clave es el respeto, en el cuento se percibe de este modo: “de tanto cavar hasta había encontrado tumbas por los restos de esqueletos y de cerámica…cavando otro hueco profundo en la arena para nuevamente colocar los huesos con respeto y esparciendo hojitas de coca, invocó su permiso…” Otro tópico con el que conversa villafán es el de la interculturalidad, nótese aquí el elemento clave: el dialogo. ¿Cómo es que un hombre conversa con una deidad o con un muerto de otra cultura, como la costeña, por ejemplo? La respuesta es sencilla y es que, en la antigüedad había este respeto y este diálogo entre las culturas, una feliz suerte de correspondencias. A estos tópicos cabe agregar temas como la tradición y la modernidad, una suerte de correlaciones que parecen definir a estos en el cuento. En el primero, estos personajes arrastran el cordón umbilical de su cultura madre y del lugar donde vienen, de este modo existen costumbres cotidianas que se incorporan a otras; la otra en cambio, incorpora a los elementos ya citados: la tecnología, la modernización de las casas, la llegada de vehículos motorizados, etc.
Edgar Cáceres Flor en “Muerto en vida” nos ofrece a un personaje que sucumbe frente un vicio ambivalente: una mujer y el licor. Estos elementos son los que configuran su final trágico en medio de la inmundicia, que nos transportan por instantes a una narrativa naturalista y por otro, a una óptica neorromántica asociada a la idea de amor igual a muerte. Por otra parte; hay un muy buen manejo del hilo argumental e incluso un mejor dominio del lenguaje a diferencia del libro anterior. Pero creemos aún débil la aplicación de alguna técnica que tenga el valor de llevar el peso de un buen tema. Como también creemos que el epílogo desentona un final ya previsible, ya que intenta extender un cuento que ya había quedado con cierto halo de misterio e insipiencia. El extenderlo intenta dar con una muerte ya esperada, se intenta aparecer a una mujer que al final sufre por la muerte del “otro”, una figura algo patética que desentona y que nos acerca a un final de novela de TV. Consideramos que debió suprimirse el epìlogo, lo cual no desmerece el buen tema y la tratativa de éste en el cuento “Muerto en vida”.
Daniel Gonzales Rosales en el cuento “La felicidad de hallar felicidad” explora el espacio de la cotidianidad dentro de la rutinariedad en la que transita la vida moderna. Un elemento interesante del relato es la visión del “otro”. Hay esta búsqueda incesante de respuestas a ciertas preguntas cotidianas. En el cuento el tema de la felicidad nos lleva al plano contemplativo, donde el narrador reflexiona cómo es que dentro del caos, de personas, de vehículos motorizados, cómo nos es posible hallar esta relación de correspondencia, de amor, de compartir, de búsqueda de solidaridad entre las personas. Es una reflexión sobre el papel del "otro" (por ejemplo; en un cuento anterior “De pesca”, se desarrolla esta perspectiva). Pero creemos, a pesar del aporte temático, no sucede ningún rompimiento dentro del relato. Todo transita en esa misma rutina donde habitan estos personajes. Lo mismo ocurre en este otro cuento “Galileo acaba de iniciar sesión” Este cuento concebido así, es todo un acierto experimental. El autor inserta magistralmente un discurso ciberespacial (conversación a través del internet, chat, etc.) lo cual es un acierto, puesto que dentro de la narrativa y más precisamente; en el cuento, no hay trabajos con este tipo de discurso. Pero creemos que también magistralmente el texto carece de un hilo narrativo, o, de una estructura que cuelgue esas hojas de hierba en un árbol con raíces. Hay conversaciones literarias, frente a conversaciones coloquiales, conversaciones sado-amorosas, conversaciones de ocasión que quedan en el espacio como si una hoja de papel fuera una pantalla de computadora. Hay una intención de superposición de discursos que posiblemente resulten de una técnica, si es que estos conduzcan una estructura profunda. Estos elementos por el contrario, juegan con la despersonalización de la comunicación en la modernidad tecnológica, pese a ello, no deja de ser interesante el yugo experimental.
El cautiverio de la buena gente es así, un libro que involucra más o menos (hasta ahora un criterio arbitrario) a dos generaciones de escritores con una heterogeneidad dentro de un mismo espacio (Huaraz). Borges solía señalar que en un trabajo antológico o colectivo como este, es posible encontrar “semejanzas y diferencias”, lo cual también podría traducirse en niveles y desniveles. Creemos que en este libro hay ambas. Y precisamente, ambas también se corresponden. Así encontramos semejanzas tanto por uso del espacio (algunos prefieren la periferia, la zona marginal, el escenario andino frente a otros que prefieren la zona urbana, lo cosmopolita), la tratativa de tiempo (muchos presentan este esquema: presente-pasado-presente) y el recorrido por los temas (que son universales, pero algunos reiteran o tocan estos temas con parcialidad y aquí entra el talento, salva la técnica al tema y la reactualización de la misma ayuda). Por lo que queda decir, el libro da muestra, muestra y demuestra una literatura que ya está en un proceso en el que se percibe esta actitud crítica frente a lo que ya se ha escrito y frente a la palabra misma, es decir frente al lenguaje. En algunos casos, las lecturas han hecho que se experimente con nuevas técnicas y que se acaricie de modo más cercano la elaboración de un lenguaje más elaborado, lo cual es loable. Los temas siempre conviven con nosotros, pero la técnica lo salva del olvido, de la redundancia, del vicio conmemorativo y hace que trascienda a otro plano mayor.

jueves, 12 de febrero de 2009

Tècnicas de restauraciòn poètica de Antonio Sarmiento

Fuente: La Primera Huaraz, Martes 13 de Enero del 2009
Por: Axthedmio Mau Guil.
Hace poco acabo de recibir de manos de mi amigo el escritor, Antonio Sarmiento (Chimbote, 1966) su última publicación: Técnicas de restauración poética (Fondo Editorial de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle y Ediciones Altazor, 2008).
Antonio Sarmiento ha publicado los poemarios: Tontas canciones de amor (1994), Cantos de castor (1999), Ojo madre (2000), El junco y la tormenta (2004) y La soledad de Sigfrido (2008), y ahora con este último libro, no precisamente un poemario, pero sí un libro relacionado a las técnicas y estructuras poéticas, es así que el libro Técnicas de restauración poética, viene a ser una lectura abierta que invita al lector a reflexionar sobre los diversos mecanismos que toma el escritor en restaurar sus propia poesía o también, cómo cualquier acucioso lector puede rediseñar, corregir, traducir, recrear e influenciarse de ciertos mecanismos de la creación poética y desarrollar habilidades de apreciación crítica, de buen gusto, y de sensibilidad artística.
El libro está dividido en cinco capítulos, además contiene una suerte de antología de poemas vallejianos restaurados.
El primer capítulo contiene algunos lineamientos generales de la restauración en la arquitectura y en la pintura. Hay además una ejemplificación de algunas restauraciones famosas y rediseños del objeto poético, como la construcción de una hipótesis a partir de la dinámica del observador, específicamente el lector-autor acucioso que da vida a la obra literaria a través de múltiples interpretaciones, específicamente en este caso, referido a la esencia del poema.
La segundo capítulo contiene una suerte de balance general de algunos textos modificados o rediseñados, como por ejemplo, el autor cita el caso de la Odisea y la Iliada, que dada la transitividad del tiempo y la circulación del texto oral hacia los lectores en masa, el texto perdió esencia, pero aumentó su capacidad de deleite como obra clásica inmortal. Otro caso que destaca es el de The Waste Land (1922) cuyo autor T. S. Eliot entregó el poemario a Ezra Pound, quien dentro de una óptica restauradora, rediseñó la versión original del texto que todos conocemos y que goza de ser uno de los más notables libros escritos en lengua inglesa. En la literatura peruana suceden casos similares como los citados con anterioridad, citamos aquí algunos, como por ejemplo, los casos de José Santos Chocano, César Vallejo, Martín Adán, Jorge Eduardo Eielson, Juan Gonzalo Rose, entre otros poetas, que efectivamente han rediseñado algunos o varios de sus poemas ¿Trabajo de los editores? ¿Trabajo de rediseño y restauración del propio autor? Lo cierto es que el trabajo de restauración es un fenómeno perceptible y aún controversial en la modernidad.
El tercer capítulo es una lineamiento general a algunos términos que pueden aproximarse a la restauración, como por ejemplo; la corrección, pero desde el ángulo y la óptica de la restauración como apunta Sarmiento; otra sería la traducción, como lectura creadora; también la recreación como reinvención del objeto verbal y probablemente la esencia efervescente que interesa mas al escritor: las influencias electivas y fecundas que, como señala Sarmiento “de lo que se trata es de asimilar las obras de otros de manera creativa y ascendente” .
El cuarto capítulo vendría a ser un efecto de propuesta acerca de la teoría y el diagnóstico de la situación de las técnicas de restauración, de este modo podríamos decir que ¿todos los poemas pueden y deben ser revisados y mejorados desde su esencia? ¿ y bajo qué criterios? ¿Cuál es la línea divisoria que separa lo que se debe y lo que no se debe restaurar?. Estas son algunas de las preguntas a la que llega Antonio Sarmiento en su libro, indudablemente pese a que, existen poemas que debieran pasar el filtro restaurador, hay poemarios telúricos y es mas, hay poemas monumentos, cítese solo dos casos Piedra de sol de Octavio Paz y Alturas de Machu Picchu de Pablo Neruda, en estos casos ¿que diría la restauración?
Finalmente creo oportuno señalar que la propuesta de Sarmiento apunta a la inclusión dentro de la currícula, la licenciatura en restauración literaria, como en otras universidades de América y Europa como lo señala el autor, en donde se centran en la formación de estudiantes capaces a desarrollar habilidades de apreciación crítica, de gusto y sensibilidad en la creación y la apreciación crítica del arte.
El libro Técnicas de restauración poética ofrece así, un último y quinto capítulo, denominado asedios restauradores a la poesía de César Vallejo, y es efectivamente como lo han señalado diversos estudiosos de Vallejo, que la poesía vallejiana es una fuente verbal inacabable y es aquí donde Sarmiento urga, en la restauración de algunos de los poemas juveniles de Vallejo, publicados con anterioridad a los Heraldos negros (1918) y que, con la aparición del poemario hay aún dentro de este algunos rezagos de anacronismo que incluso pasaron desapercibidas por el propio Vallejo y que también debieron de suprimirse o rediseñarse desde una óptica de restauración. Aunque el tema de la edición y restauración de un poema publicado con anterioridad, y que posteriormente el poeta suele corregir, rediseñar, restaurar, recrear y publicar, es de orden general, la mayoría de poetas lo han hecho en algún o muchos momentos.
De modo general podríamos decir que el libro Técnicas de restauración poética de Antonio Sarmiento nos ofrece un amplio panorama para la indagación, para la crítica, la creación y sobretodo para la discusión sobre qué o cómo nos está permitido urgar en la conciencia textual del poema. Finalizamos diciendo que es un libro develador en su valor e importancia como documento y que por ende exige una lectura acuciosa y crítica.

"CHELITA, LA CANGREJITA", UNA NOVELA INFANTIL SOBRE EL VALOR DE LA AUTODETERMINACIÓN

  Juan Cervera (2004) señala que la literatura infantil integra todas las manifestaciones y actividades orientadas al niño, empleando la pal...