viernes, 21 de noviembre de 2014

APUNTES SOBRE "PÁJARO: ESCRITO PARA NO MATAR" (2014) DE WILDER CAURURO SÁNCHEZ

En alguna oportunidad Martín Adán (1975) sentenciaba en un poema “Poesía no dice nada:/ Poesía se está, callada, / Escuchando su propia voz.”(p. 93). Efectivamente, la poesía en proceso de maduración se contenta con escucharse ella misma y desatiende la emotividad melodramática, las poses de maldito, la improvisación, la ignorancia, los traumas del rencor y la envidia. Por otro lado, T. S. Eliot ha subrayado que “los poetas inmaduros imitan; los poetas maduros roban; los malos estropean lo que roban, y los buenos lo convierten en algo mejor”. A nuestro juicio, la poesía de Wilder Caururo Sánchez (Huaraz, 1976) se encamina hacia un proceso de maduración personal y estilística; pues la tendencia de su poesía es creciente y va dejando de lado, poco a poco, como dicen los escritores, a sus demonios y fantasmas interiores.
Caururo Sánchez es docente en la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo, lugar donde estudió Lengua y Literatura; que dicho sea de paso en Huaraz es una institución que ha forjado una joven pléyade de escritores tanto en poesía como en narrativa. De otro lado, el autor huaracino obtuvo el Primer lugar en los Primeros Juegos Florales de la UNASAM en Poesía; ha sido, asimismo, fundador y director del Círculo Literario Disidencia y Codirigió la revista de creación Kastillo de Umo. Nuestro poeta ha publicado el poemario Llevaba sombrero de copa (2004) y Botella (2011). Ahora nos sorprende con un reciente libro, Pájaro: escrito para no matar (Esplín editores, Huaraz, 2014), que conforma el segundo libro del que señala será una trilogía denominada como: “Botella”, Pájaro” y “Ángel”. Este nuevo poemario está conformado por 21 poemas. Desde nuestra perspectiva, haremos una revisión de los aspectos temáticos que se abordan en dicha escritura y observaremos qué aspectos técnicos literarios se desprenden en este nuevo libro.

Hay dos grandes temas que aborda la poética de Caururo en este libro. La primera es la reflexión angustiosa sobre el oficio de la escritura y la palabra. Los paratextos como el título del libro, la dedicatoria y los epígrafes que aparecen en la contratapa anuncian su temática. Sin duda, el concepto de pájaro guarda un sentido figural, pues alude a una simbolización de la palabra. Es así que el subtítulo del libro juega con la ambigüedad en la expresión: “escrito para no matar”, que tiene que ver con el hecho de que la palabra escrita del poeta, no debe ser condenada a muerte por los ojos inquisidor del lector (perspectiva del autor) y; por otro lado, la expresión quiere jugar lúdicamente con el lector a quien los poemas no van a matar (perspectiva del lector). Los epígrafes que acompañan al libro evidencian la configuración de la palabra en el pensamiento a través de la locura, la frustración, la angustia, el pensamiento, la paranoia y el diálogo frente al espejo o con el recuerdo de la amada. Por ejemplo, cuando cita a Leopoldo María Panero se enfatiza “de todos los favores que pude prometerte/ te debo la locura”; cuando cita a Gonzalo Rojas se subraya “yo escribí una noche de infierno en mi cabeza”; y cuando cita a Bukowski se resalta la metáfora del sentimiento en “Hay un pájaro azul en mi corazón/ que quiere salir/ pero soy demasiado listo, solo le dejo salir/ a veces por la noche”. La dedicatoria que abre el libro también es un paratexto interesante, pues configura la necesidad de ofrendar la escritura a ese “otro” quien ha producido en el poeta una insatisfacción, una angustia, una frustración atroz y avasallante. Hay además poemas en el libro que nos confirman el tema del conflicto con el lenguaje y, por tanto, con la palabra misma. El caso del poema “De tijeras y pájaros” es ilustrativo, pues este texto define el “arte poética”, donde a partir de un discurso que se acomoda como un manual de instrucción define la simbología de la libertad y la palabra. En el poema hay una doble simbolización; la tijera, representa el instrumento que nos permite liberarnos, cortar y romper los moldes socioculturales que nos atan; mientras que el pájaro, al igual que en el título del libro, representa la materialización de la palabra (sea oral o escrita), aquella que incluso siendo fea, dura y áspera puede ser hermosa como el canto de un pájaro. De este modo, se evidencia la metáfora de cómo la palabra es recortada y sometida al instrumento que ejerce sobre ella poder; y más precisamente, sobre el pensamiento y el decir el mundo, tópico muy visible a lo largo de muchos poemas. Veamos cómo se presenta en los textos del libro. En “De tijeras y pájaros” se lee: “pájaro cuyo canto nos cause/ beneficiosa jaqueca y cuyo plumaje/ sea tan bello como un pensamiento/ honesto” (p. 5); donde nótese la resemantización del concepto ‘canto’ como ‘palabra’ y la forma cómo contradictoriamente produce un efecto en el pensamiento: la jaqueca. En otro poema como “Nullius in verba, cuya traducción sería “en la palabra de nadie”, también nótese ese énfasis en la palabra y en cuyo  efecto se subraya: “preguntas al margen/ quién evoca la gloria?/ limito a responder/ gorriones/ fiebres/ delirium tremens/” (p. 7), en este poema se evidencia que todo conflicto con la palabra y el lenguaje producen un efecto en la cabeza (pensamiento). Incluso en poemas donde aparentemente el tema es la sensualidad y la muerte aparece la escritura metamorfoseada como obra, como cuerpo y como alma. En “Dinamité el templo de Afrodita” se lee: “bajo la turbia nada de mi obra/ supe que la belleza no soporta/ jamás/ los embates destructores del alma/ ni los desprecios de una espada” (p. 9); en el poema “Si pudiera tocar” se lee: “mientras me inspire la tinta roja de tus/ labios que ya no he de besar/ te escribiré/ (p. 11). En el poema  “in vino veritas” que se traduce como “en el vino está la verdad” se lee: “y cada verso que escuches de mí/ ahora/ terminará por perdernos/ por asesinarnos tanto” (p. 14). El texto “Poema sur”, también debe entenderse dentro de este parámetro, pues en el poema hay una autorreflexión sobre el oficio de la escritura: “un poema como este debe escribirse para/ aterir al dolor en el umbral más enfermo/ un poema como este se escribe limpio de / melancolía y ahíto de insatisfacción” (p. 41). En el poema final del libro “Me quedas tú” se lee: “te tengo/ te conservo/ te abrigo/ palabra mía/ me quedas tú/” (p. 46). Sin duda, el tópico de la búsqueda angustiosa de la palabra exacta y difícil evidencia el conflicto que tiene el poeta con el oficio de la escritura como tal; así la obra, el verso, el pensamiento y la palabra se hayan estrechamente ligados, tal como aparecen en los textos que hemos citado. Reflejan asimismo el duro trabajo que resulta parir los versos y; por otro, la influencia de Octavio Paz, quien en Libertad bajo palabra batalla en esas lides de la página en blanco y en el poema “Las palabras” el poeta sugiere: “Dales la vuelta/ cógelas del rabo (chillen, putas), / azótalas […] buey, arrástralas, / hazlas, poeta,/ haz que se traguen todas sus palabras”.

Otro tema importante en Pájaro: Escrito para no matar es el problema del “otro”, como metáfora para construir una identidad en torno al modelamiento de los sentimientos humanos y la libertad plena. Es así como subtemas como la mujer, la muerte, la frustración y la fatalidad se asocian en relación de ese “otro” a quien el hablante poético, particularmente Yo poético, enfatiza en su figura a partir de una lírica conversacional (que en el poema aparece como una representación femenina, como una autorepresentación del yo poético y una representación masculina a quien ridiculiza). La figura femenina; es decir del “otro”, está representada a través de diversas perspectivas como la mujer gorgona en el poema “Livia” (donde se lee: “gorgona mágica de pocos cabellos/ ha de escaparse uno de ti/ o hacia ti?” (p. 16)); la mujer sobria en el poema “Sofrosina” (donde se dice: “Conseguí una sonrisa/ y el costo es módico/ y el pasadizo rojo/ me freno en el instante del solazar mi agonía” (p. 19)); la botella-mujer que desprecia y es despreciada a la vez en el poema “Unos ojos jueves” (donde se lee: “criatura de brillos/ ojos que se roban de muñecas de trapo/ y si este es un desprecio/ debe de tener tu voz” (p. 22)); en el poema “Nocturnos con jd” se lee “porque es imposible que intente cantarle a/ las rosas y ya no es divertido/ producir solo meandros/ porque estoy perdido entre la gente/ como tú lo estás de ti misma” (p. 23). Por otro lado, también aparece la fatalidad ligada a la frustración en el Yo poético como un complejo proceso de autoafirmación. En el poema “Empuja” se lee: “calculé mal/ la bala te salió del cuerpo/ y no de la sangre/ estoy harto de tantas mentiras” (p. 26); en otro poema “Fe de erratas” dice “te he fallado/ de casi todas las formas posibles/ he mentido/ y he azuzado al viento en este liar de espinas” (p. 27), donde más adelante se agrega: “el espejo me habla/ tiene esos modales tuyos/ me señala los miedos crudos/ me bajo del árbol/ para rescatar lo que queda de mí/ los despojos de todas mis batallas/ mi corazón se congela/ imágenes que afloran en la larga lengua del/ deseo/ y del no deseo” (p. 28). En estos poemas, advertimos el camino tortuoso que vive el Yo poético, hay un conflicto muy marcado en torno a la figura del “otro” (ella, él y yo). En los tres casos, el locutor personaje o Yo poético sufre, se frustra, indaga en los experimentos y excesos, su discurso se hace violento, grita de dolor, se asusta, entra en crisis. Es decir, en esta nueva poética de Caururo Sánchez lleva a extremos el padecimiento del Yo poético, quien al final del libro en el último poema solo se contenta con tener a la palabra; solos ella y él, la única que jamás la ha abandonado. Hay que precisar que al inicio señalamos que la “palabra” está simbolizada como pájaro; entonces, al final el poeta se queda completamente solo y, vanidosamente, contemplando su pájaro con ternura.

Se ha mencionado que este libro de Wilder Caururo Sánchez está imbuida de la escritura surrealista, tanto por la presentación de las imágenes, por la alusión a ciertos elementos del surrealismo como el pájaro, la figura femenina y la escritura automática; sin embargo, debemos señalar que tanto la figura femenina y el pájaro como elementos figurativos del discurso no son exclusividades de la escritura surrealista, porque estas también aparecen en el romanticismo. Hay más bien en este nuevo libro del vate huaracino una postura neovanguardista, nutrida de los legados simbolistas, una lírica de la oralidad que mitifica la historia cotidiana. En tanto que el surrealismo plantea una escritura altamente irracional y desprovista de toda lógica intelectual. Si bien Breton habla del pensamiento automático como una función del hombre, dicha postura no se desarrolla en los versos de Caururo. En el poeta huaracino no hay surrealismo, por ningún lado, hay más bien una lírica de la oralidad que describe historias de frustración y conflicto a partir de elementos simbolizados. El lenguaje y el estilo del Yo poético en la poesía del autor de Botella (2011) linda más con la sátira, que denuncia y se mofa de los vicios individuales o colectivos, las locuras, los abusos o las deficiencias se ponen de manifiesto por medio de la ridiculización, la farsa, la ironía y otros métodos, aquella que censura o escarnece a las personas o cosas pero que; por otro lado, manifiesta una perspectiva conflictiva y angustiosa en el poeta. Dicha perspectiva se percibe no solo en este nuevo poemario, sino también en el libro anterior, donde el poeta juega lúdicamente con elementos biográficos que aparecen entre líneas. Esta idea se sustenta en la predilección que tiene el autor por la literatura latina; particularmente por la poesía de sátira, que se deja notar en el uso de un lenguaje apelativo y por tanto pragmático; el poema “Déjala ir” puede resultar ilustrativo: “déjala ir/ quítate de ese rincón/ y que otra antorcha reverbere por ahí” (p. 37), en el uso de personajes que se retomaron en la literatura latina y que aparecen en el libro: Gorgona, Sofrosine, Livia, Clavileño, Trasgo, Daemon, etc. Otro aspecto es el uso de expresiones latinas como “nullius in verba”, “in vino veritas”, “fe de erratas”, “confiteor”, “Daemon”, “advocatus” y “desolarium”. Todos estos elementos evidencian y nos anticipan el estilo del discurso y el modo de abordar los temas. La recurrencia de figuras literarias como la antítesis, la contradicción, la paradoja y el apóstrofe confirman el camino angustioso y conflictivo del Yo poético en el libro.

Esta reflexión sobre el más reciente libro de Wilder Caururo Sánchez nos invita a resituarlo dentro de la historia de la poesía huaracina de la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI, pues el abordaje a una obra también debe estar ligada a que una obra es una manifestación de una época y no un discurso nacido en el aire. En la poesía huaracina se pueden distinguir dos grupos de escritores muy marcados. Un primer grupo está conformado por poetas que configuran una suerte de tradición y; por otro lado, se configuran como los fundadores de la moderna poesía en Huaraz (Octavio Hinostroza, Rosa Cerna Guardia, Marcos Yauri Montero, Abdón Dextre Henostroza, entre otros.). A ellos se les debe la profesionalización del discurso poético, merced a múltiples influencias que recibieron de la denominada Generación del 50. Estos escritores particularmente son insulares, pese a que algunos como Marcos Yauri Montero conformaron un grupo cultural (“Piedra y nieve”) y pese a que Rosa Cerna Guardia ha sido participante y miembro de la denominada Generación del 50 o que un escritor como Octavio Hinostroza (poeta de los años veinte amigo de Magda Portal y Carlos Oquendo de Amat) haya pertenecido a un movimiento cultural como “Vesperal”. A todos ellos los distinguen los rasgos de la época, las influencias literarias, los movimientos culturales y la perspectiva del siglo XX. Todos ellos destacan por construir un complejo e interesante andamiaje con la palabra, son insulares y sobresalen por mérito propio. Sin embargo, la obra poética no ha sido del todo pareja, hay altibajos; particularmente destacan los primeros poemarios; donde diversos temas como el ande en su flora y fauna, la sensualidad del amor, las formas del silencio y la soledad, han sido las rutas de dicha poética.

Otro grupo lo conforman escritores muy jóvenes organizados en torno a grupos que ellos creen anticulturales o antisistema. En ellos predomina la posmodernidad (la ausencia de interés por el bienestar común, el culto de la individualidad, el rechazo del racionalismo, el desencanto, la apatía y privilegia las formas sobre el contenido). La posmodernidad como categoría histórico filosófica, merma la importancia del pasado y hasta del futuro, pues se le otorga relevancia al presente (que es efímero); por lo tanto, la religión y lo espiritual, pierden importancia ante la valorización del cuerpo como instrumento de libertad y fuente de placer. La civilización del espectáculo (que nos enrumba a una banalización del arte y del escritor que buscar existir, gritar, prender fuego y cuetecillos para llamar la atención descuidando la función de la literatura como instrumento cultural), la fanfarronería (que es una forma de inutilidad y estupidez), la pose del escritor maldito (aquellos que han sido violados por el parnasianismo o el simbolismo y que les ha gustado más saber de la vida del autor que leer su obra). Gonzalo Rojas diría: “No tenemos talento, es que/ no tenemos talento, lo que nos pasa/ es que no tenemos talento, a lo sumo/ oímos voces… Pero somos precoces, eso sí que somos, muy/ precoces, más/ que Rimbaud a nuestra edad; ¿más?/... Un puntapié nos diera e el hocico”. Como diría y parafraseando a Antonio Cisneros, respecto a Hora Zero, estos grupos han dado un gran paso en la literatura huaracina, lo único que les falta es leer y escribir. Sin duda, se trata de un club del fracaso, de homosexualidad, del rencor vivo, de la frustración de contemplar al “otro”, la ignorancia la atrevida, de las ideas raquíticas que va secando el tiempo, del suicidio que no llega y la envidia hipócrita; y quienes han hecho de estos temas su voz. Este grupo lo conforman escritores que se supone a esta edad de la vida deberían haber ya madurado con su escritura, escritores que creen que cantidad es calidad y aquellos que aún se debaten en un dilema y no deciden la ruta.
Esta caracterización resulta importante para todo trabajo, pues permite situar a nuestro poeta en las coordenadas poéticas de la poesía huaracina y posibilita, además, establecer rasgos y diferencias. Al leer la poesía de Caururo Sánchez se puede advertir que hay una diferencia muy marcada entre los dos grupos que párrafos arriba anotamos. Su escritura se diferencia del primer grupo tanto por los temas que aborda y por la forma como logra expresar dichos tópicos: la experimentación del cuerpo a través del desarreglo de los sentidos por medio del licor, las relaciones interpersonales borrosas, la crisis de la identidad, la angustia del yo, el conflicto con la palabra y la soledad extrema. Hay, sin duda, otras influencias diferentes respecto del primer grupo, pues particularmente la literatura grecolatina, la cultura medieval, la poesía satírica, la poesía moderna con Octavio Paz, Charles Bukowski, Gonzalo Rojas y la música trova, entre otras son detectables en la poética de Caururo Sánchez. Por otro lado, la escritura poética del vate huaracino tampoco se acerca al segundo grupo, pues su escritura reniega de los meros gritos, del espectáculo, de los meros traumas insuperados, de los mismos temas escritos a una sola mano y voz. La escritura del poeta en este proceso me parece que se torna algo insular, se abre camino propio y se ubica en medio de ambas porque no rechaza a los forjadores de la tradición poética huaracina; pero tampoco contradice la presencia, en su escritura, de otras manifestaciones culturales.

El poemario Pájaro: escrito para no matar, desarrolla el tema de la crisis del pensamiento y el lenguaje; esta última, herramienta básica para la construcción del mundo humano y que tiene la naturaleza de nombrar y definir todo cuanto le rodea, excepto al sujeto, a quien sólo puede designar. Por eso, las relaciones de “otredad”, otro tema importante, resultan conflictivas y angustiantes en todo el poemario. Sin duda, se trata de un libro que se encamina hacia ese complejo proceso de maduración poética, pues aquí ya se advierte de un complejo andamiaje simbólico que utiliza hábilmente el poeta. Esperamos que el siguiente libro también confirme nuestras expectativas.



A PROPÓSITO DE “SILUETAS DEL TIEMPO. LA POESÍA EN EL DEPARTAMENTO DE ÁNCASH” DE PEDRO LÓPEZ GANVINI

Siluetas del tiempo. La poesía en el departamento de Áncash (Lima, Fondo editorial de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega) se publicó en el año 2004 pero, curiosamente y por información personal con el autor, el libro no llegó a presentarse en la ciudad de Huaraz, capital del departamento de Áncash. Sin embargo, Pedro López Ganvini (Caraz, 1966) ha preferido remediar aquel olvido involuntario el sábado 18 de octubre.
Desde nuestro enfoque, haremos una lectura sobre los criterios que ha utilizado López Ganvini para estructurar  su antología. Sin duda, un texto de esta envergadura es doblemente subjetiva; pues implica una selección de textos literarios y también de ciertos autores. Es decir, a veces la perspectiva del lector no puede definirse a partir de uno o solo tres poemas; sino conocer más textos de un autor clave en el proceso histórico de nuestra literatura. El otro aspecto es que hay autores cuya obra en narrativa opacó y encaminó al debilitamiento de su poesía, como suceden con muchos escritores antologados. En muchos de estos casos preferimos quedarnos con el género donde el escritor esgrimió sus mejores recursos. 
El libro de López Ganvini es una tentativa de ambición que se inicia con este primer tomo. Son tres los elementos que componen el libro: Una “Presentación” a cargo de Ricardo Gonzalez Vigil, un “Prólogo” a cargo de López Ganvini y la “Antología” propiamente dicha. Gonzáles Vigil en la “Presentación” subraya que es “una tarea impostergable: recoger el fecundo acervo poético de cada departamento del Perú, explorando minuciosamente no sólo los libros y las plaquetas publicadas, sino los diarios y revistas” (p. VII). Sin duda, esta posición parte de lo planteado por Antonio Cornejo Polar, quien afirmaba que para conocer la literatura peruana era necesario conocer las literaturas regionales y ver en qué forma y en qué medida converge en nuestra literatura nacional. Sin duda, poniendo énfasis en que muchos de los escritores que forman parte del denominado canon literario peruano son de provincias: Guamán Poma, Vallejo, Arguedas, Valdelomar, Zavaleta, Vargas Llosa, etc. Gonzales Vigil en esta presentación distingue algunas rutas por las cuales transita la literatura ancashina: “La mayoría de las composiciones ostentan las huellas de tres estilos o tendencias literarias: romanticismo, modernismo y nativismo indigenista” (p. VIII). Esta mirada de Gonzáles Vigil es clave para entender sólo una de las vías por donde transita la poesía en Áncash; efectivamente, estos tres movimientos parecen mezclarse en nuestra poesía (sea cercana al mar o a los andes y cordilleras como ejes temáticos), resultando una simbiosis particular y todavía vigente en muchos autores como Néstor Espinoza, Román Obregón, Macedonio Villafán, entre muchos otros. Pero hay otra vertiente, una que transita entre preocupaciones más urbanas y experimentaciones individuales y heterogéneas donde destacan autores como Rosa Cerna Guardia, Marcos Yauri Montero, Livio Gómez, Eugenio Ángeles Gutierrez, Tania Guerrero, Manuel Cerna, Teofilo Villacorta Cahuide, el mismo Pedro López Ganvini, entre otros. En el “Prólogo” a la antología el autor de Concierto de Romance señala que este trabajo “busca ser una muestra y más que ello un inventario de los poetas del departamento, por ello dejo a criterio de ustedes para que revisen el material y ser los mejores críticos y seleccionen a los aedas que tiene la calidad poética que ustedes consideren”. (p. IX). De esta inquietud que tiene López Ganvini y que nos invita a nosotros los lectores a seleccionar; yo, particularmente, de los 154 poetas que aparecen seleccionados de las cinco provincias (Aija, Bolognesi, Huaraz, Huari y Huaylas), seleccionaría solo a unos 10.
Asimismo, López Ganvini señala que al momento de hacer la antología no ha “seleccionado exclusivamente versos con temática indigenista, pueblerina o provinciana, por el contrario hay libertad en la temática” (p. X), de esta manera nuestro autor señala que hay un grupo de poetas que hablan de su entorno con emoción; el mar, para los de la costa es un tema gravitante; asimismo, el ande y las montañas son también un tópico recurrente en dicha poética. Otro grupo representan los jóvenes poetas que aparecen también antologados y cuyo tema es la dispersión, influencia acaso de las corrientes vanguardistas de la primera mitad del siglo XX y las transformaciones socioculturales en las capitales de provincia hacia finales de siglo marcaron los derroteros de este.

En la selección que se hace sobre la poesía en la provincia de Aija, destacan Jorge César Alvarado Gómez, Jorge Ita Gómez y Teófilo Villacorta Cahuide. En la selección sobre la poesía en la provincia de Bolognesi (Chiquián), destacan autores como Juan Eugenio Garro y Livio Gómez. En la selección que se hace sobre la poesía en la provincia de Huaraz, se distinguen dos rutas por las cuales transita dicha poética. Una, donde el tema de la naturaleza andina revestida de una nueva técnica aún sigue siendo un tema gravitante, destacan escritores como Octavio Hinostroza, Román Obregón, Néstor Espinoza y Macedonio Villafán; en otra, destaca una heterogeneidad producto de las fracturas socioculturales experimentadas por un sector urbano de la población, donde aparecen autores como Marcos Yauri Montero, Rosa Cerna Guardia, Manuel Cerna y Tania Guerrero. En la selección sobre la poesía en la provincia de Huari, destacan  Silvio Huertas Asencios, Luis Alberto Rondón Vásquez y Teófilo Maguiña Cueva. Y en la selección que se hace sobre la poesía en la provincia de Huaylas, destacan Óscar Colchado Lucio, Román Obregón Figueroa, Eugenio Ángeles Gutierrez y mismo Pedro López Ganvini.

Sin duda, el estudio de nuestra literatura todavía sigue siendo durante muchos años un asunto postergado. Si bien es cierto, hay algunos intentos solitarios y personales por estudiarla, muchos de estos esfuerzos vienen desde los espacios académicos y editoriales de la metrópoli y no desde las provincias. Sin embargo, en ese estéril mundo de las compilaciones, las historias literarias y los estudios académicos en nuestra sociedad ancashina, el libro de López Ganvini es una referente que debemos tomar en cuenta ya sea por estudio o cuestionamiento. En una antología a veces resulta complicado y fugaz medir las potencialidades técnicas de cada autor, pues no se precisa el papel del artista ni su posición en la historia literaria. Al ser una antología censal se registran escritores consagrados mezclados con escritores que solo durante un periodo publicaron. Por otro lado, el prólogo me parece no subraya la naturaleza subjetiva que el antologador ha tenido en cuenta para realizar dicho trabajo y más bien ese trabajo se le da al lector.

Por lo que queda decir de Siluetas del tiempo. La poesía en el departamento de Áncash de Pedro López Ganvini, esta es una antología documental e importante sobre las discursivas poéticas de nuestra literatura ancashina. La perspectiva de este libro es la de una antología censal donde el antologador se libera del temido objetivo de ensayar un canon; donde se seleccionen, según el grado que contribuyan sus obras a definir el proceso histórico cultural de nuestra literatura.







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