La obra crítica de Camilo Fernández
Cozman (Lima, 1965) ha ido incrementándose considerablemente en estos últimos
años, merced a sus lecturas de poetas fundamentales en la tradición literaria
peruana y latinoamericana. El académico esboza diversas perspectivas teóricas (psicoanálisis,
interculturalidad, sociolingüística, estilística, semiótica, antropología,
sociología, etc.) sobre la base de una Retórica General Textual (Albaladejo,
Arduini, Bottiroli). La reciente aparición de César Moro, ¿un antropófago de la cultura? (Revuelta editores,
2012) confirma el rigor y el apasionamiento del crítico por navegar en el oro
de la poesía peruana. En este nuevo libro categoriza y sistematiza conceptos
ligados a “cultura” (hay que considerar que en Mito, cuerpo y modernidad en la poesía de José Watanabe (2009) ya
había manejado categorías de este tipo y con anterioridad en algunos
ensayos).
El crítico literario utiliza el
planteamiento de Oswald de Andrade, me refiero al “Manifiesto antropófago”
publicado en 1928 y que tiene que ver con un pronunciamiento del modernismo
brasileño equiparable al vanguardismo hispanoamericano. Esta peculiar
antropofagia tiene que ver cómo los latinoamericanos absorbemos de modo
creativo a la cultura occidental, es como señala Haroldo de Campos en el texto
de Fernández “deglución crítica del legado cultural universal, elaborado, no a
partir de la perspectiva sometida y reconciliada del buen salvaje (…) sino
según el punto de vista desengañado del “mal salvaje”, el que se come al
blanco, el antropófago” (p. 32).
Con anterioridad, sobre la
sistematización de este manifiesto como categoría se puede ver en el ensayo de
Emir Rodríguez Monegal “Carnaval/ Antropofagia/ Parodia” en la Revista Iberoamericana, Pittsburg, Nº
108-109, 1979, donde el crítico uruguayo sostiene que en la época (se refiere
a las tres primeras décadas del S. XX) coinciden diversas perspectivas como la
de Bajtin, quien señalaba que la novela de Dostoievski derivaba de los géneros
parodiados y carnavalescos que instauran un dialoguismo (pluralidad de voces).
Asimismo, los manifiestos y ensayos de un grupo de escritores brasileños habían
desarrollado una teoría de la antropofagia o una asimilación de las culturas
occidentales, el mismo Borges no podría leerse sin la clave de la parodia según
el autor y que en autores como Huidobro, Vallejo, Neruda y Paz se puede
encontrar la semilla de una destrucción creadora de los grandes modelos
líricos. El crítico literario peruano, a diferencia de Rodríguez Monegal,
sistematiza el manifiesto como categoría y lo aplica a un poeta paradigmático
como César Moro, asimismo ve en el terreno de la sociolingüística y la Retórica
General Textual las herramientas para analizar las estructuras figurativo
simbólicas de la poesía de Moro y cómo aquel hace uso de un lenguaje híbrido
que manifiesta una ideología antropófaga. De la primera perspectiva utiliza el
concepto de “imaginación plurilingüe” que le sirve para detectar ciertas formas
de la estructura del español que absorbe al francés en la poesía de César Moro,
de este modo el vate peruano castellaniza el idioma de Baudelaire. De la
segunda perspectiva, obtiene elementos fundamentales para observar cómo se
plantea la visión del poeta en los poemas.
La hipótesis del académico en este
libro es que “el francés periférico de Moro no es el de los escritores
surrealistas de París, sino una construcción híbrida donde existen las marcas
contundentes de un hablante cuya lengua nativa es el español.” (p. 10). Más
adelante, Fernández, sostiene que el autor de La tortuga ecuestre practica un procedimiento típico de la
literatura latinoamericana: la antropofagia. Pues en aquél se observa cómo el
poeta asimila creativamente (a través de la violencia verbal) el surrealismo
europeo y el idioma francés como lengua poética, pero al mismo tiempo
reflexiona cómo el Conquistador impuso su lengua y su religión en una nueva
cultura.
El libro está dividido en cinco
capítulos. El primero “Hablar desde los bordes y el pensamiento crítico”,
sistematiza el concepto de “glotocentrismo” (prejuicio que considera que una
lengua es superior a otras) de J. C.
Godenzzi (1992), para referirse a la relación entre las lenguas (considerar que
el francés parisino es de mayor nivel al de un canadiense, considerar superior
el francés de los surrealistas que el de César Moro), en este caso entre el
español y el francés y en un segundo, para referirse a dos tipos de críticos: “los
glotocentristas” y “los otros críticos”. Sobre los críticos “glotocentristas”,
entre ellos Andre Coyné y Américo Ferrari, al decir del crítico peruano, “han caído
en un fenómeno que la sociolingüística llama, sin ambages, la discriminación
lingüística” (p. 21), ya que el discurso de enunciación de ambos críticos es el
de la academia europea y encarnan una postura conservadora y recalcan que en la
escritura del poeta peruano hay serias huellas de errores lexicales y
sintácticos. Para Fernández, estos errores mas bien constituirán una marca de
una imaginación plurilingüe que castellaniza el francés, así como Arguedas quechuiza
el español. Sobre “la otra crítica”, el autor de La soledad de la página en blanco señala que frente a la anterior
ha surgido una nueva crítica (Elena Altuna, Yolanda Westphalen, Marcos
Mondoñedo y Mariela Dreyfus) que se distingue por emplear una óptica interdisciplinaria
al estudio del sujeto, el lugar de la enunciación y los mecanismos figurativos
de dicha poética.
El segundo capítulo, “César Moro,
¿un antropófago de la cultura?”, busca
sugerir una nueva lectura e interpretación de la obra de Moro, a partir de la
denominación “antropófago de la cultura”. Esta plantea que el poeta peruano ha absorbido
y asimilado, creativamente, los aportes de la cultura occidental en la cultura
de lengua española. Esta antropofagia no es la del buen salvaje, sino la del
malo, la que devora a la otra lengua con violencia verbal, usa una
desacralización y desmitificación de los
moldes occidentales. Para académico “Moro es un antropófago de la cultura, pues
ha devorado los componentes de las distintas tradiciones culturales: la
occidental, la azteca, la andina, entre otras, para producir una obra de gran
originalidad y capacidad sugestiva (p. 34).
El tercer capítulo del libro es “El
francés periférico de César Moro en Estos
poemas (1930-1936)”, donde el crítico afirma que Moro, “al castellanizar su
francés, está optando por un tipo de escritura periférica, distinta de la
practicada por los surrealistas europeos” (p. 57). En esta sección, Fernández
critica las correcciones que sugiere Coyné sobre la correcta escritura del
francés en la poesía de Moro. Al decir del primero, no es posible leer un poema
corrigiendo los supuestos yerros de normativa en el poema que leemos, de este
modo Coyné no distinguió la competencia lingüística de la literaria y no pudo
ver la visión de antropofagia del poeta peruano.
El cuarto capítulo, “De cómo el
pensar antropófago puede crear una nueva cultura”, analiza La tortuga ecuestre, poemario escrito en español y en donde el
crítico literario evidencia una violencia verbal sin límites. El profesor
sanmarquino examina cómo los restos y las sobras de acontecimientos aparecen en
el libro de Moro y cómo este, a partir de la técnica del montaje, teje
complejas redes ideológicas en el poema.
El quinto capítulo, “César Moro y
José María Arguedas, hermanos distantes pero cercanos”, remarca la idea de que
en ambos escritores se percibe una reflexión sobre la historia del Perú y la
construcción de un código híbrido. En este capítulo, además, el autor propone
con sutileza una serie de semejanzas y diferencias entre estos dos escritores.
Arguedas fue criticado por algunos sociólogos, Moro fue criticado por Coyné y
Ferrari; la aproximación de Moro al mundo
prehispánico fue más cerebral que la de Arguedas; el autor de Los ríos profundos quechuiza el español,
Moro castellaniza el francés, ambos escritores son traductores y hay en ellos
una indudable vena lírica.
César Moro, ¿un antropófago de la cultura? de Camilo Fernández Cozman, es no solo un libro
que analiza la poesía del autor de Los
anteojos de azufre, sino una provocación a la relectura de la poesía de
Moro. Además, el libro ofrece interrogantes que puedan abrir nuevas posibilidades
de análisis a ciertos tópicos de la obra del vate limeño. Uno de los aportes
del libro es el trabajo interdiscursivo que hace el crítico peruano, ya que no
solo aborda el estudio de determinado
poema o poemario, sino que hace que aquel dialogue con el ensayo o la prosa del
mismo poeta y, de este modo, tejer interesantes y complejas redes que puedan
echar luz sobre el texto. Quizás resultara también interesante rastrear un poco
más cómo se percibe esta huella de antropofagia en otros escritores de la época
como Vicente Huidobro y qué
particulariza a César Moro de otros antropófagos hispanoamericanos que también
escriban en francés.