Acaba de publicarse Los asesinos de Banchero (Etiqueta azul,
2013) de Ludovico Cáceres Flor, libro que nos recuerda uno de los crímenes más
sonados de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país y que develó a un
mediocre y no autónomo sistema judicial enmarcado en el gobierno de Velasco
Alvarado. Esta novela confirma, una vez más, la predilección de Cáceres por el tópico de la
muerte y la incidencia en ciertas técnicas periodísticas ya desarrolladas en
sus anteriores novelas.
En esta nueva, la muerte se articula
como una isotopía tensional que se va desenrollando a lo largo de toda la
historia. Desde la amenaza al joven periodista Jesús Torres por el coronel Alejandro
Espinoza; aparece cuando Celeste lee el periódico con el titular “Banchero fue
cruelmente asesinado por su
jardinero”, se focaliza luego en el
asesinato de Celeste por represalias ante el robo de documentos confidenciales;
se muestra en el develamiento de la identidad de Klaus Barbie como sinónimo de muerte
(pues es el “Carnicero de Lyon”); aparece en la narración de sucesos en los
campos de concentración nazi que Fernando Jacobi devela al periodista Torres; aparece
en el asesinato de Banchero a manos de unos hombres, incluso en las
conversaciones del presidente Velasco Alvarado con Klaus Barbie se deja oler la muerte y;
finalmente, en el asesinato del joven periodista Jesús Torres. Como observamos,
la presencia de la muerte es una constante en esta novela, porque no solo
aparece como asesinato sino como noticia, suceso, amenaza, memoria, etc.
Por otro lado, la novela de Cáceres
Flor mimetiza ciertas situaciones, diálogos y tramas que ya han aparecido con
una descripción y narración más amplias en El
caso Banchero de Guillermo Thorndike. Hay
muchas similitudes entre estas dos novelas; en la de Cáceres, se explora
en algunos momentos con mayor
detenimiento en la implicancia de Klaus Barbie en el asesinato de Luis Banchero
Rossi; mientras que en la de Thorndike, hábilmente, se insinúan hechos, episodios,
dejando cabos sueltos y datos escondidos que el lector tiene que completar. Por
momentos, creo percibir que en la historia de Cáceres se describe la trama
narrativa sin dejar siquiera los huesos para el lector, el narrador intenta
decirlo todo (y lo hace de principio a fin) sin dejar cabos sueltos, enigmas,
biografías, pistas o datos escondidos que puedan generar en el lector una
expectativa o un problema. Probablemente, como señala en el prólogo Cronwell
Jara, “no sé hasta qué grado él se expone a estos riesgos en búsqueda de su
verdad” (p. 11). Ya que, desde el inicio, se anticipa ya un final trágico del
joven periodista Jesús Torres y su voluptuosa compañera la bailarina de cabaret
Celeste, probablemente el olfato periodístico muchas veces triunfe en pos de
una descripción más literaria, más ficcional en la novela.
Al inicio señalamos, que en Cáceres
hay una predilección por el tema de la muerte, sin embargo, no hay una
dimensión profunda ni reflexiva que indague más allá de los hechos realistas,
ni los personajes proponen una problemática psicológica. De otro lado, también
agota ciertas posibilidades técnicas ya desarrolladas y enmarcadas desde Asalto en el cielo (2007) y Rosas para Haydee (2011), quizás habría
que reforzar la trama narrativa desde la misma ficción y no en predominancia de
la documentación. Tengo la impresión de que, en muchas novelas de este tipo, al
autor le apasiona y le gana su estro periodístico y desatiende el nivel
ficcional, técnico de las novelas. Hay, por momentos, una intención de pulir el
lenguaje y refinar el suspense
narrativo que me parece una interesante vía para proponer un giro más ambicioso
a diferencia de los textos anteriores.
Por lo que queda decir, Los asesinos de Banchero es una novela
que explora en las pistas de los asesinos del magnate Luis Banchero Rossi, pero
más que deberle a Truman Capote o Ernest Hemigway, creo que la novela guarda
grandes deudas con la obra narrativa y periodística de Guillermo Thorndike. Por
otro lado, uno de los méritos indiscutibles de la obra es la valentía que su
autor ha tenido de reescribir una documentación novelada, teniendo ya en frente
a una extraordinaria novela como El caso
Banchero de Guillermo Thorndike, que por decirlo de algún modo, es la novela
peruana que epigoniza la perspectiva técnica de “El gran reportaje” ya
planteada por Tom Wolfe.
jajajajajaja... lo unico rescatable es la valentía, jajajajajaja... oye alejandro dejate de huevadas, cómo vas a escribir eso, jajajajajaja
ResponderEliminarme quede impresionada con este libro ..!!me parece buen editado ..!!!que descubrimiento ..la política se enbarra de dinero..!que en paz descanse aquel que busco la verdad y para el gran Banchero..!
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