Fredric Jameson (1998) señalaba que “los Estudios
Culturales surgieron como resultado de la insatisfacción respecto de otras
disciplinas, no sólo por sus contenidos sino también por sus muchas
limitaciones. En ese sentido, los Estudios Culturales son posdisciplinarios;
pero a pesar de eso, o tal vez precisamente por dicha razón, uno de los ejes
fundamentales que los sigue definiendo es su relación con las disciplinas
establecidas” (p. 72). Esta cita puede hacerla suya Jorge Terán Morveli (Lima,
1976), quien acaba de publicar el libro Literaturas
regionales. Narrativa huaracina reciente (Lima: Pakarina ediciones, 2013);
pues percibo que el libro del profesor sanmarquino es una provocación académica
sobre diversas disciplinas que han hurgado en la literatura peruana, pero que
sin embargo han evadido a las literaturas regionales, pienso particularmente en
las historias literarias que en poco o nada han involucrado a las literaturas
de provincias, regionales o periféricas en relación a la literatura denominada
como canónica.
El libro de Terán está conformado por tres partes
precedidas por un prólogo. En el prólogo, Javier Morales Mena, con cierto halo
de apasionamiento por su tierra, nos introduce al espacio huaracino poniendo
énfasis en su cielo azul y su magnetismo para luego subrayar que la literatura
ancashina “forma parte de cruciales capítulos del proceso de nuestra literatura
peruana y latinoamericana” (p. 11), merced a la incursión de escritores paradigmáticos
como Carlos Eduardo Zavaleta, Marcos Yauri Montero, Óscar Colchado Lucio, Julio
Ortega, Juan Ojeda y Macedonio Villafán Broncano. Morales Mena, enfatiza que la
aproximación de Terán por la narrativa huaracina debemos entenderla “dentro de
aquel escasamente frecuentado campo de proyectos literarios alternativos;
universos simbólicos a los que, normalmente, la comunidad académica no le
presta la debida atención” (p.14). Para Morales, de este modo, la propuesta de
Terán implicaría el reconocimiento de las propuestas narrativas regionales que
tendrían el imperativo de imponer su diferencia, su modo alternativo de
comprender el curso de la historia literaria.
La primera parte del libro de Terán obedece a la
presentación de los marcos referenciales, donde sistematiza las categorías de 1) La narrativa andina peruana contemporánea y 2) La narrativa regional ancashina-huaracina. Sobre 1) La narrativa
andina peruana contemporánea sostiene que en aquella hay una referencia
constante a procesos sociales que articulan la tensión simbólica de nuestra
cultura, asimismo una suerte de adaptación literaria de la expresión indígena.
Para Terán, entonces, son cruciales los procesos socioculturales de la segunda
mitad del siglo XX en la compleja racionalidad del sujeto andino y a esta obedecería
la narrativa andina, digamos contemporánea. Sobre 2) La narrativa regional ancashina-huaracina
subraya que esta refiere a la “narrativa que se produce en una determinada
región geográfica y cultural, al interior de un espacio mayor entendido como
nacional” (p. 23). Es así que, en el ámbito de la narrativa ancashina, dialogan
la narrativa chimbotana con la huaracina, precisamente por ser los focos
culturales y de mercado editorial. Esta sistematización de las dos categorías
que se corresponden dentro del espacio nacional resulta importante; pues, sitúa
a la narrativa regional en el plano de las narrativas andinas contemporáneas, o
viceversa. Sin embargo, creemos que un acercamiento a profundidad y
comparatista hubiera posibilitado los hallazgos de las similitudes y
diferencias de dichas prácticas narrativas andinas. Más aún, hubiera sido
interesante evidenciar en un análisis diacrónico, al menos en el siglo XX a
grandes trazos, las diversas transformaciones de la narrativa ancashina- huaracina,
para rastrear hacia donde apunta dicha poética, indudablemente ligada a las
grandes transformaciones socioculturales en nuestro medio: migración,
postsismo, minería, turismo, universidad, medios de comunicación y otros que
son elementos dinamizadores de las transformaciones sociales y/o culturales en
un medio tan cerrado como el nuestro. Este aspecto de la historia literaria ancashina está aún por escribirse.
La segunda parte del libro tiene que ver con La
narrativa huaracina reciente. Para el autor, entender la narrativa huaracina
reciente es entenderla como parte de la narrativa andina peruana contemporánea.
En esta sección, el estudioso expone los criterios de su muestra y delimita y
explicita la lectura desde dónde se acerca a su objeto. De este modo, el investigador,
parte del análisis de los mundos representados para posteriormente referirse al
componente ideológico en el texto. Para Terán, estos escritores “escriben desde
su posición espacio cultural, manifestando en sus textos una ideología —consciente
o inconsciente—” (p. 28). Es decir; los textos de estos narradores, declaran
ideologías que han simbolizado y continúan simbolizando el complejo mundo
andino. Particularmente, estarían divididos en dos grupos no del todo antagónicos:
a) Narrativa de apego al mundo andino tradicional y b) Narrativa de apego al
mundo andino moderno. En la primera, estarían jóvenes escritores (en procesos
de maduración estética) como Edgar Norabuena y Eber Zorrilla; mientras que la
segunda, estaría conformada por Ludovico Cáceres, Daniel Gonzáles y Rodolfo
Sánchez. Sobre la Narrativa de apego al mundo andino tradicional en el caso de
Edgar Norabuena puntualiza que “las variaciones entre los libros de narrativa
publicados obedecen más, en algunos casos, a variantes en el tratamiento del
componente temático” (p. 32). De este autor, Terán hace suyas algunas características
donde señala hallamos en él (se refiere al primer libro) una propuesta
ideológica y estética que habrá de mantenerse, en gran medida, a través de los
siguientes libros. Asimismo, el mundo representado se concentraría en los
espacios andinos, donde dichas personas exhiben su pertenencia al mundo
indígena, sin embargo estos protagonistas se encuentran en una especie de
limbo, entre el olvido de lo quechua y la insuficiencia de lo occidental y;
finalmente, el tópico de la violencia aparece en textos más recientes. Un caso
no distinto es el de la narrativa breve de Eber Zorrilla, quien también hace
suyo el universo andino; especialmente
el espacio puchkiano. Al decir de Terán, dicha narrativa nos ofrece un
“conjunto de hombres andinos quechuas a través de un mundo donde el amor está
marcado por la tragedia, tanto en este mundo como en el otro” (p. 46), pues algunos
tópicos que aparecen también en Norabuena aparecen en Zorrilla. Por otro lado,
está la Narrativa de apego al mundo andino moderno, que asume una modernidad
andina y que refiere a narradores que se configuran como parte del sector cultural
mestizo andino o se concentra en protagonistas que manifiestan una visión del
mundo por demás híbrida. De igual modo, se refiere a espacios urbanos modernos
y cuya temática también refiere la compleja relación entre los Andes y la
modernidad. Algunos representantes de esta perspectiva son Daniel Gonzáles,
Ludovico Cáceres y Rodolfo Sánchez. Sobre el primero Terán sostiene que es el
amor un tópico recurrente, en espacios y sensibilidades marcados por la
migración, la globalización y la vida urbana en donde la cotidianidad adquiere
un peso gravitante. Sobre el segundo, señala
que este refiere a la representación del contacto del espacio andino y
el espacio urbano cuya propuesta es evidenciar los hechos periodísticos más
importantes referidos al crimen, al asesinato, al mediatismo, entre otros.
Sobre el tercero, Terán afirma que los textos de Sánchez ofrecen como eje
temático la cara de la modernidad urbana en los Andes cuya perspectiva es
desencantada y crítica de dicha modernidad. Es importante observar cómo el
crítico aquí se sumerge en la narrativa de escritores huaracinos de los últimos
años y los ubica en grupos subrayando las afinidades temáticas de estos. Sin
embargo, un análisis textual hubiera echado luces sobre las diferenciaciones entre
estos dos tipos de narradores que producen en un mismo espacio como el huaracino.
Particularmente, creo que en la primera se advierte más una racionalidad mítica
andina aún vigente en la visión de muchos de los personajes narradores de estos
escritores; mientras que en los segundos, se asume una característica elemental
de la narrativa hispanoamericana del postboom, dicho sea de paso también
relacionada con los medios de comunicación masiva (o mass media) y el
postmodernismo. Parafraseando a Umberto Eco diríamos que hay una visión apocalíptica
de quienes insisten en la revaloración del núcleo cultural andino casi olvidado
y cuya práctica cultural es la resistencia; mientras que el otro grupo de
narradores asumen su posmodernidad y hacen suyas otras prácticas de textualización,
estos serían los integrados, los que permeabilizan y adhieren los diversos
mecanismos de comunicación: el virtual, el new periodism, el televisivo, el
informático y otros. Rastreables, particularmente y fácilmente, en la narrativa
de Gonzáles Rosales, Cáceres Flor y Sánchez Coello.
La tercera y última parte da cuenta de un conjunto de
reflexiones finales del autor sobre la narrativa reciente. En aquella se señala
que dichas posturas de la narrativa huaracina reciente parten del eje temático
común tradición-modernidad en los Andes. De esta suerte, hay una narrativa de
apego al mundo andino tradicional que opta por la conservación y defensa de lo
tradicional andino y una narrativa de apego al mundo andino moderno que opta
por la representación de los complejos efectos de la modernidad.
La lectura del libro de Terán Morveli nos permite
darnos cuenta de la presencia de un grupo de narradores recientes y; a la vez,
avergonzarnos de la carencia de libros sobre la tradición de autores que pese a
ser canónicos dentro de la literatura ancashina escasean estudios que indaguen
sobre las transformaciones socioculturales en Ancash entre el siglo XX e
inicios del presente siglo. Retornando sobre los autores recientes, se advierte,
además, cierto individualismo en las figuras de los personajes (desde la visión
de Terán), donde apocalípticos e integrados refieren la configuración de una
identidad sin rostro, de una mirada negativa de la modernidad andina que atenta
contra los valores culturales, éticos y morales. En particular, pienso que esta
última narrativa que analiza Terán en su libro representa cierta decadencia del
sujeto huarasino de entre siglo. Sin embargo, es lamentable que la presentación
de esta nueva “generación” (si cabe la categoría) aparezca casi como amputada o
cercenada de la tradición (Zavaleta, Colchado, Yauri, Ortega, Salinas y Villafán)
en el desarrollo de dicha narrativa y más aún sin un análisis textual que
exponga las similitudes entre uno y otro escritor reciente. Hubiera sido
fundamental atender quizás en una mirada diacrónica los cambios sociales para
fijar cuáles son los procesos donde se encuentran estos narradores al iniciar
el siglo.
Este libro, indudablemente, trata de una reflexión
sobre la narrativa contemporánea peruana y focalizada cultural y
epistemicamente en el espacio huaracino.
Cabe advertir que la reflexión se
enuncia desde un centro hegemónico como Lima y a través de una institución
inquisidora como es San marcos. Esto último es importante porque involucra el
manejo de procedimientos teóricos y cómo es que el centro comienza a mirar a la
periferia, el rincón de los olvidados.
Literaturas
regionales. Narrativa huaracina reciente es, a mi criterio, una propuesta interesante y por ello discutible y
provocadora para la ampliación de los estudios culturales nacionales, ya de por
sí heterogénea y contradictoria. Aquí es donde el libro circunscribe dicha
categoría de Antonio Cornejo Polar y como señala Terán “[e]n nuestra reflexión,
entendemos a todas las literaturas como regionales —incluyendo la de Lima— en
una aproximación mereológica que comprende a estas como las partes relacionadas con un todo
denominado literatura nacional y, a la vez, como las relaciones entre las partes,
entre las mismas literaturas regionales” (p.23). A mi entender, el libro de
Terán asume una postura posmoderna: descentrada y provocadora. Apunta a
rastrear el análisis de las conciencias de fin de época y del comienzo de otra
en la narrativa huaracina reciente. Es una historia literaria posmoderna; es
decir, del instante, por ende un estudio
sincrónico, transversal o actual sobre las prácticas narrativas en el ámbito
huaracino desde donde se erigen discursos de jóvenes escritores que han pasado
por una universidad y hacen uso de su condición letrada en un universo andino
periférico como Huaraz, desde donde construyen sus discursos.
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JAMESON, Fredric [y] ZIZEK, Slavoj (Comp.). 1998. Estudios Culturales. Reflexiones sobre
el multiculturalismo. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
MORALES MENA, Javier (2013).
“Jorge Terán: La poética regional huaracina”. En: Literaturas regionales. Narrativa huaracina reciente. Lima, Grupo
Pakarina, pp.11-16.
TERÁN MORVELI, Jorge
(2013). Literaturas regionales. Narrativa huaracina reciente. Lima: Grupo
Pakarina.
Veo que es un libro muy interesante, ¿donde puedo conseguir un ejemplar?
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