La escritura
de Martín Adán o Rafael de la Fuente Benavides (1908-1985) conjuga muy bien un
gusto obsesivo por las formas clásicas y una profunda postura desacralizadora
de la poesía moderna. Esta actitud fundada en la cercanía generacional con los
poetas de los años 20 y 30, la predilección por las estructuras clásicas y su
bagaje idiomático (alemán, francés e inglés), han logrado configurar la poética
de un autor de culto, como también lo es Eguren.
La poesía de
Martín Adán se sitúa en las décadas de los años 40 y 50 (aunque
cronológicamente pertenece a la generación de los años 20, donde empezó a
publicar en la revista Amauta
dirigida por José Carlos Mariátegui, asimismo publicó La casa de Cartón en 1929), época en la que se consolidan las
innovaciones de la generación vanguardista. Uno de los primeros en observar la
trascendencia de la poética adaniana fue el amauta, quien señaló que “Martín
Adán realiza el anti-soneto. Lo realiza, quizá, a pesar suyo, movido por su
gusto católico y su don tomista de reconciliar el dogma nuevo con el orden clásico” (p. 238). Como
observamos, la actitud del poeta es desacralizadora y ello también se relaciona
con el uso del seudónimo Martín Adán, que recoge por un lado la teoría
darwiniana (Martín, por el mono Martín) y la teoría bíblica (Adán, el primer
hombre). La naturaleza de este seudónimo enlaza dos extremos antagónicos:
ciencia y religión, que obedece a una postura clásica y moderna, también en su
poesía; asimismo, a nivel temático buscar la esencia, el inicio y la exégesis
de las cosas, de la humanidad, de la espiritualidad, del ser.
En esa misma
búsqueda, pero ya con andamiajes teóricos, Jim Anchante Arias (Lima, 1979)
indaga en la naturaleza de la poesía, el ser y la quimera en el libro La mano desasida de Martín Adán. El
joven profesor universitario acaba de publicar Poesía, ser y quimera. Estudio de La mano desasida de Martín Adán (Lima, Vicio Perpetuo,
2012), que en palabras del prologuista, Camilo Fernádez Cozman, el libro “tiene
varios méritos: la indiscutible claridad expositiva, el orden, el planteamiento
de un modelo teórico pertinente y el rigor analítico a partir del cual se
aborda la lírica de Adán” (p. 13). Por su parte, Anchante subraya que en “el
caso de La mano desasida, por
ejemplo, creo encontrar un poema en que no solo se problematizan grandes temas
de la literatura y de la filosofía –el ser, la existencia, la trascendencia de
las cosas-, sino que además estos temas se enlazan a un complejo malestar en el
desarrollo de la cultura occidental, que la mayoría de estudiosos identifican
con el término “modernidad”” (p. 16). Sin duda, esta idea de Anchante en
relación a la poética adaniana rompe dichas observaciones en torno a la
calificación de poesía purista y evasiva sobre Adán y más bien fija una mirada
sobre la conciencia crítica que opera en la categoría de “modernidad”
occidental que subraya Jϋrgen
Habermas.
El libro de
Jim Anchante Arias está conformado por cinco capítulos. El primer capítulo se
denomina “La crítica en torno de La mano
desasida”, en donde el crítico literario realiza el estado de la cuestión
de la investigación, aborda los textos, los libros, las notas, los comentarios
respecto al libro de Martín adán, analiza los juicios críticos de los años 60 y
70, de los años 80 y de los años 90 hasta la actualidad, para finalmente
realizar un balance necesario sobre las diversas posiciones sobre la poesía
adaniana. En un primer momento, la crítica subraya el carácter ontológico de la
poética de Adán, en tanto esta manifiesta una profunda preocupación por la
condición del hombre, el ser y la existencia humana; en un segundo momento, la
crítica observa la ambición desmesurada del proyecto poético de La mano desasida, en tanto a trabajo
estilístico, sin embargo esta no atiende, en conceptos del autor, a “cómo estos
rasgos y alcances mencionados fueron variando y complejizándose a través de las
versiones que tenemos en la actualidad” (p. 40), ya que el libro de Adán ha ido
aglutinando cambios sustanciales no solo en el aspecto de aumento de versos
sino en algunos cambios estilísticos; en un tercer momento, la crítica ha
puesto un énfasis particular en los recursos retóricos usados magistralmente
por el poeta de Travesía de extramares,
sin embargo para el crítico literario, “no ha habido, hasta el presente, un
discurso crítico que profundice en forma sistemática sobre estos recursos
retórico-estilísticos empleados por el poeta” (p. 40).
El segundo
capítulo del libro se denomina “Contexto y génesis de La mano desasida”, en donde se analiza el contexto de aparición del
libro, que subraya la presencia de Martín Adán en “varios momentos de la
literatura peruana del siglo XX” (p. 41). Asimismo, el crítico literario se
detiene en observar cuáles son los periodos de la poesía adaniana y qué de
particular tienen las ediciones de La
mano desasida (la versión de 1961, 1964 y 1980). Aquí Anchante Arias señala
que “comparadas las ediciones de 1964 y de 1980, se evidencia el hecho de que
la primera es una selección de fragmentos del total de manuscritos” (p. 55),
teniendo en cuenta estos datos el estudioso organiza su objeto de estudio
partiendo de que el texto adaniano es un poema-río, que implica que sea un
poema que como un río va alimentándose de otros ríos y textos que desemboquen
en aquél. O que, finalmente, se trate de un poemario propiamente dicho.
El tercer
capítulo se denomina “Retórica y símbolo en la configuración del mundo”, donde
se pretende “problematizar el asunto del marco teórico, el cual tiene como eje
la neorretórica y sus alcances metodológicos” (p. 57). En esta sección,
Anchante Arias estará guiado por la
propuesta teórica del profesor italiano Stefano Arduini en Prolegómenos a una teoría general de las figuras (2000) y a través
de la propuesta de la Retórica General textual de orientación cognitiva y que
difiere de la retórica de los formalistas rusos. Le interesa, por ejemplo, el
concepto de campo retórico, el campo figurativo y la noción de metáfora como un
universal antropológico. Pero Anchante va aún más allá, pues su posición es la
de cuestionar el campo figurativo de la metáfora que propone Arduini, donde
dentro de ésta operan las figuras retóricas como la metáfora propiamente dicha,
el símil o comparación, la alegoría, el emblema, el símbolo, etc. Para Anchante,
el símbolo a veces excede y sobre pasa las dimensiones del campo figurativo de
la metáfora y por ello el autor sentencia que es “fundamental recuperar la
problemática sobre el símbolo dentro del
campo de la retórica” (p. 72). Bajo algunos planteamientos del símbolo de
Arduini y en especial de Paul Ricoeur el crítico literario aborda la poesía
adaniana deteniéndose en la poesía como símbolo, la rosa como símbolo y la
piedra como símbolo.
El cuarto
capítulo es “Estructura y campos figurativos en La mano desasida”, aquí el autor se detiene en la estructura del
texto, los interlocutores y los campos figurativos. Sobre la estructura el
autor se pregunta, “¿qué
importancia puede tener analizar la estructura de una obra que nació sin orden
alguno?” (p.82). La propuesta de Anchante es que La mano desasida fue concebida como un poema que se convierte en
una gran metáfora del infinito, donde las distancias entre inicio y fin sean
recortadas e incluso anuladas, y la piedra lo inunde todo” (p. 84), más
adelante el estudioso agrega: “a nivel profundo, interpreto entonces en La mano desasida la manifestación de una
estructura circular, infinita, porque esa es también la manera en que se
representa a lo largo de los versos Machu Picchu como símbolo de lo universal” (p. 85). Aquí el autor, tomando
la categoría de la “obra abierta” de Eco, subraya dicha naturaleza del libro
adaniano. En relación a los interlocutores en el libro de Adán se evidencia su
naturaleza comunicativa, aparece el locutor personaje (el poeta), los
alocutarios en el poema son representados, pues aparecen en el texto: la piedra
Machu Picchu, aparece ficcionalizada también la alocutaria femenina Celia
Paschero y finalmente el poeta aparece cuando es Machu Picchu quien le habla.
Finalmente, el autor se detiene en observar las recurrencias de los campos
figurativos en La mano desasida, ya
que estas no son meramente decorativas ni son un desvío respecto de la norma
estándar de la lengua, sino se articulan en el texto de un modo cognitivo que a
su vez son formas de ver y estructurar el mundo, así aparecen el campo
figurativo de la metáfora, el campo figurativo de la metonimia, el campo
figurativo de la antítesis y el campo figurativo de la repetición en el texto
de Adán.
El quinto
capítulo se denomina “Poesía y realidad de Machu Picchu: el símbolo de la
piedra”, en donde el crítico observa, a través de la recurrencia de diversos campos
figurativos utilizados en el anterior capítulo, la visión del mundo que se
desprende del texto adaniano. Para el autor, La mano desasida es ante todo un poema ontológico, que entabla un
diálogo cósmico y humanísimo con Machu Picchu en un afán de indagar en la
esencia de su ser y en la naturaleza de la condición humana.
Por lo que queda
decir del libro, Poesía, ser y quimera.
Estudio de La mano desasida de Martín
Adán de Jim Anchante Arias, este tiene como objetivo bucear en las fuentes
y la documentación existente sobre la obra adaniana para ofrecer una evaluación
sobre la lectura que se ha hecho sobre la poética de Adán, aborda desde la
perspectiva de la neorretórica el universo figurativo y cognitivo de uno de los
poetas más complejos de nuestra tradición poética peruana y uno de los libros
claves: La mano desasida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario