sábado, 12 de julio de 2025

"DEL MOVIMIENTO DE MI AUSENCIA" DE MARIELA PAREDES

 

El filósofo y poeta indio Rabindranath Tagore subrayaba que "La poesía es este intento de atrapar la verdad más honda del corazón humano." Esta cita subraya la función de la poesía como una herramienta para explorar las profundidades del ser. "Atrapar la verdad más honda del corazón humano", entonces, implica un proceso de introspección, de mirar hacia adentro para descubrir y expresar las emociones y pensamientos más esenciales y auténticos, aunque este no es un viaje confortable sino más bien fragmentario y áspero. La poesía, en este sentido, se convierte en un acto de autodescubrimiento y una forma de comunicar esa verdad interior.

 

Del movimiento de mi ausencia (Alastor, 2025) de Mariela Paredes es el segundo poemario de la autora huaracina. Este libro se detiene, a través de la fragmentación del yo, en una introspección de la existencia, pues su autora entiende a la poesía como una búsqueda o un viaje al universo interior del ser.

 

Esta lectura se acercará a algunos ejes temas que articulan el libro. El primer eje fundamental que desarrolla Paredes en este poemario es el viaje al reino interior de las percepciones (espaciales, sensoriales, emocionales) a partir de la deconstrucción del yo. Desde esta perspectiva, la poesía refleja muchas veces, en el universo interior del poema, el conflicto en el que subyace el sujeto escindido y la fragmentación del universo que intenta representar a través del lenguaje poético.

 

En este sentido, no es casual que el yo poético se articule en este espacio a través de una atmósfera sombría, áspera, laberíntica y acaso, pesimista. Por ejemplo, a lo largo del libro se leen estas expresiones: “Observo mi reflejo en tinieblas” (“Vuelo del atardecer”), “Voy hacia los bosques/ Me reúno con niebla” (“Desaparición atómica”), “Me llama la línea del precipicio inevitable/ Escucho sus piedras, su fango, sus espinas/ Su trágica forma de caer” (“Me alcanzó el desierto”), “Salto a las/Entrañas de mi/ Insomnio/ Para poder/ Alimentarme/ Del abismo al que/ Siempre visito” (“Desadormecer del insomnio”), “Vi una transfiguración/ Empecé a palpar su camino/ Los espacios que rodeaba/ Rebuscaba continuidades/ Se mecía/ había tocado el arrebol/ Sentía conmociones/ unas cuantas fisuras” (“Resguardo dormido”), “Cae mi voz lenta en la orilla menguada/ Extraigo mi melancolía enrojecida” (“A las 11:43”), “Conflicto destructivo” (“Tripulante”), “Las densas horas de mi falta” (“Tercer viento”), “ Reposar en el/ templado pánico” (“Mi fricción con los años”), “Larvas transitan/ Deforman su metamorfosis/ No llegan/ Donde duermen mis/ Alarmas” (“Cavidad subrepticia”), “Bajo un sueño de acuosidad turbia/ Vi flotando mi llanto rojo” (“Construcción en sobrevivencia”), “Mis delirios/ Dialogan con Furia/ Y/ Lamen sus fracturas infantiles” (“Pálpito iridiscente”), “Los perros del miedo frecuente/ Observan mi infección corporal humana” (“Versión interceptada”) y “n a u f r a g a r” (“Vals en divergencia”).

 

Como se puede advertir en el párrafo anterior, la voz poética explora dentro de una atmósfera que este mismo nos da a conocer en forma de imágenes de miedo, en el ámbito del tránsito del sueño a la vigilia (o viceversa), en medio de una crisis existencial, la culpabilidad, el peso de la conciencia, la figura de la ausencia, las trampas y vaivenes de la presencialidad, la frustración y el llanto, estados mentales confusos, la violencia, los traumas, los vacíos y carencias, etc., y que se sostienen también a partir de un universo fragmentado. Por ello, no es casual el uso de figuras como la sinécdoque, para referirse al todo haciendo alusión a la parte. Por ejemplo, en muchos poemas aparecen ojos, manos, lengua, boca para hacer alusión al cuerpo o viceversa. Esto último nos da a entender el estado fragmentario del universo donde mora el ser, incluido la corporeidad del hablante poético, quien se haya escindido.

 

Otro eje temático importante está relacionado con el anterior, y tiene que ver con la crisis de la escritura y el lenguaje. En la poesía de Del movimiento de mi ausencia, si bien se representa a la voz poética como un sujeto escindido, este entra en crisis frente a la escritura y el espacio en blanco (la escritura como espacio de tensión), también como símbolo de la existencia del ser. Si en el eje anterior, el ser y el universo donde este mora se torna fragmentario y hostil; ahora, en el terreno o espacio escritural hay cierta similitud, pues artista y espacio en blanco también se hallan en dicha angustia. Por ello no es casual que en algunos poemas del libro se explore o experimente con el espacio en blanco, como tampoco no es casual que el penúltimo verso con el cual cierra el libro (“Vals en divergencia”) haga referencia a “n a u f r a g a r”, cuya escritura da cuenta de su fragmentación, primero escritural, luego espiritual.

 

Al respecto, en la poesía de Stéphane Mallarmé, verbigracia, ya el espacio en blanco, lejos de ser un vacío, se convirtió en un elemento fundamental para la creación de significado y la exploración del lenguaje como de su crítica misma. Igualmente, existen otros poetas quienes también reflexionan sobre la crisis de la escritura en la escritura misma, esto es, la meta creación. Igualmente, Vallejo señalaba “Quiero escribir, pero me sale espuma” (“Intensidad y altura”), Pizarnik mencionará “Escribo contra el miedo./ Contra el viento con garras/ que se aloja en mi respiración” (“Ojos primitivos”) y T.S. Eliot afirma “Intentando aprender a usar palabras, y cada intento. Es un comienzo completamente nuevo” (“Cuatro cuartetos”).

 

En los poemas de Paredes se leen: “Voy hacia los bosques/ Me reúno con niebla/ Canto sus odiseas/ Las rescato en estrofas/ Y las embalsamo/ Se desgarran las palabras” (“Desaparición anatómica”), “Dibujo el sustantivo de siempre/ La escasez de la palabra mejora” o en otro versos “Mi lengua no inicia bien la frase/ En ese intermedio me creo un nervio más” (“¿Me haré la pregunta?”), entre otros textos. De esta manera, el espacio de la escritura se configura como el dominio íntimo de la voz poética, el lugar donde la subjetividad encuentra su cauce y se articula a través del lenguaje. Es en este espacio textual donde las emociones, las ideas y las percepciones del poeta cobran forma y resuenan con una singularidad inconfundible. En contraste, el mundo se presenta como el vasto escenario del ser, la realidad exterior con sus múltiples facetas, sus desafíos y sus misterios. La tensión creativa surge precisamente de la interacción entre estos dos espacios: la voz poética intenta aprehender, interpretar y dar sentido a la experiencia del ser en el mundo, traduciendo la complejidad externa en la singularidad de la palabra escrita.

 

Como se ha podido evidenciar, Del movimiento de mi ausencia de Mariela Paredes es un poemario que se adentra en la íntima exploración de la fragmentación del yo, concibiendo la poesía como un profundo viaje introspectivo hacia las profundidades de la existencia. Para Paredes, escribir versos se erige como una búsqueda esencial, un descenso lírico al universo interior donde las verdades del ser se develan en la fragmentación del lenguaje simbólico y de las extrañas atmósferas.

"DEL MOVIMIENTO DE MI AUSENCIA" DE MARIELA PAREDES

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