lunes, 12 de junio de 2023

A DÓNDE MIRA EL CENTINELA (2022) DE MIGUEL ILDEFONSO

 


Terry Eagleton (2010) señala que los poemas son declaraciones morales, no   porque evidencien un propósito moralizante o didáctico, sino porque tratan de valores humanos desde una perspectiva ficcional. En este sentido el teórico británico señala que “ficcionalizar [...] consiste en separar un texto escrito de su inmediato contexto empírico y hacer que sirva a propósitos más amplios” (p.  42). Esta idea de Eagleton puede servir para entender que los paratextos de A dónde mira el centinela (Apogeo Editorial, 2022), me refiero al título del libro, el cuadro de Fabritius de la portada, los personajes cinematográficos, los cantantes, los poetas, etc., no son una mera referencialidad sino el pretexto para otros propósitos, esto es, la reflexión sobre el drama moral humano y una preocupación sobre corporeidad del poema como forma sensible (lo último se advierte a modo de sentencias al final de cada poema de la primera sección).

 

El libro de Ildefonso está dividido en cuatro secciones. La primera se titula “Alguien voló sobre el Poema del cuco”, en donde encontramos un conjunto de poemas que nos remiten a personajes cinematográficos “monstruosos” y “marginales”: Frankenstein, Guasón, Drácula, el zombi, el hombre lobo, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, El jorobado de Notre Dame, Regan (El exorcista), Damien Thor (La profecía), la jarjacha, Alien, El aro, Hannibal Lecter, Jason (Viernes 13), Pinhead (Hellraiser), Darth Vader (Star Wars) y La mosca. Esta sección nos lleva a advertir cómo la literatura ha establecido un código dialógico con otras artes, y la poesía no es ajena al cine. Cine y vanguardia han estado ligadas estrechamente, basta citar Un perro andaluz (1929) del cineasta y poeta Luis Buñuel.

En este sentido, esta interdiscursividad en el libro de Ildefonso refiere a cómo un discurso literario (poético en este caso) entra en relación con otro discurso artístico diferente (discurso cinematográfico, musical, pictórico, plástico, etc.), y cómo entre ambos discursos se establecen un código dialógico que se resemantiza. Veamos algunos ejemplos más resaltantes para entender esta tradición en la que se sostiene la propuesta de Ildefonso. El texto Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965) de Ernesto cardenal puede resultar significativo para observar la dinámica de cómo una actriz estadounidense, símbolo sexual del cine de los años 50 es representada en la poesía. Otro diálogo interdiscursivo, con mucha anterioridad, se da en la poesía de Carlos Oquendo de Amat en 5 metros de poemas (1927). También, un tercer ejemplo de interdiscursividad que podríamos emplear es el poema “Tarzán y el paraíso perdido” del poeta peruano Arturo Corcuera, en donde a través de una prosa poética, se resemantiza la vida del actor y deportista Johnny Weismüller, quien encarna la figura de Tarzán de la selva en muchas películas.

 Los ejemplos señalados en el párrafo anterior pueden ser útiles para entender cómo un texto poético entabla un diálogo creativo con otro arte discursivo como el cine y la música, produciéndose un intercambio textual y una resemantización. Si bien los ejemplos pueden multiplicarse, se puede sostener que hay una tradición importante en torno a este tipo de poéticas interdiscursivas.

De otro lado, considero que la propuesta estética de Ildefonso va más allá de la referencialidad o el diálogo interdiscursivo, pues los personajes “monstruosos” que hace alusión desbordan la referencialidad cinematográfica, es decir, cualquier individuo puede ser un “monstruo” en un tipo de sociedad asfixiante como la de nuestro tiempo. Es así que estos monstruos no son producto de la industria cinematográfica únicamente, sino de un capitalismo agresivo y donde el cine no hace otra cosa que proyectar nuestras carencias, vacíos y crueldades humanas a través de estos personajes arquetipos.

 

Empero, los que lean estos poemas de esta primera parte en cierta medida sentirán apego por estos personajes marginales y monstruosos, pues en ellos también está la humanidad: en nuestra penitente condición humana, también se asoma la maldad y lo monstruoso. Es por ello que los poemas de esta sección dan una nueva visión de estos personajes “monstruosos”, una perspectiva más descarnada y reflexiva, desde la visión del condenado, monstruo, maldito, segregado, malo, es decir, no desde lo que construye el cine, el espectador, el sistema capitalista o de producción, sino desde el individuo en su “humanidad”, incluso en personajes “extraterrestres” se puede advertir esa “humanización”. Es por ello que los poemas tienen un tono reflexivo, pero también penitente. Por ejemplo, en el poema “Frankenstein” se lee: “es un delito condenar al ogro/ cuando el ogro es uno mismo” (p. 15), pues evidencia cómo en el hombre convive el bien y el mal, junto con otros sentimientos. Es un cuerpo lleno de otros cuerpos e igual que un poema se compone de otros cuerpos, otras voces, otras partes, de las cuales el poema buscar deconstruirse: “Me mutilo/ me quito pedazos de cada cosa (grasa/huesos)/ un pedazo de nariz/ Un pedazo de oreja como Van Gogh o Tyson/ pedazos de pestaña - pedazos de piel/ pedazos de poesía” (p. 15). En el poema “El Dr. Jekyll y Mr. Hyde” al final de este se lee: “toda creación nace/ de un problema lingüístico o de un descuido humano/ y va y viene y va y viene y va y viene/ hacia el poema” (p. 25-26); igualmente, el poema “Alien” termina de la siguiente manera: “la belleza así como el concepto de dios/ son relativos/ lo que hace que el poema sea el verdadero alien/ porque después de tanto acomodar/ las palabras/ finalmente él queda fuera de la nave” (p. 36); en el poema, “Pinhead”, leemos: “Un monstruo habita en otro monstruo/ y ambos se tienen miedo/ igualmente un poema habita en otro poema/ pero se aman” (p. 44). Como se puede advertir, a partir de la monstruosidad de los personajes que encarnan el drama moral de la humanidad, se reflexiona al mismo tiempo sobre esa corporeidad del poema, es decir, su construcción y deconstrucción.

 

La segunda parte del libro se denomina “Odas mentales”, y sigue la misma línea interdiscursiva que la sección anterior; sin embargo, en este dialoga el arte verbal poético con la música (intérpretes, músicos, cantautores y poetas). En esta sección quizás convenga partir del concepto de oda, como una composición poética que deviene del género lírico y que se caracteriza por tener un tono elevado sobre aquello que alaba. En este sentido, la oda mental de Ildefonso, nos advierte de la huella de la música rock and pop en lengua inglesa de las últimas décadas del siglo XX en la memoria de la voz poética y cómo esta presencia se materializa en el poema a través del diálogo creativo, desbordando una mera referencialidad y resemantizando no solo la humanidad del artista sino lo que la música hace en nuestra memoria. Así aparecen poemas como “Oda a Dolores O´Riordan” (The Cramberries), “Oda a Sinéad O´Connor [Nothing Compares 2U]”, “Oda a Debbie Harry” (Blondie), “Oda a Phillis Wheatley” (primera poeta esclava en América), “Oda a Nina Simone” (cantautora afroamericana y activista social) y “Oda a Shahr Banu Manzadarani” (mujer de 97 años sobreviviente de un terremoto hallada viva después de 8 días de enterrada en escombros).

 

La tercera sección del libro se llama “Canciones del EnXierro” y da cuenta, a través de veintisiete poemas, de la crisis de la humanidad y cómo la pandemia es vista como producto de un sistema agresivo y deshumanizante. De esta manera, solo el lenguaje, es decir, la palabra, es el fuego redentor en la oscuridad de la peste: escribir y oír, poesía y música como condimentos apacibles para el encierro, de ahí que hay claras referencias sobre la escritura, el lenguaje y la música en esta parte del libro.

 

Finalmente, la cuarta sección del poemario se denomina “Barbechar”, y tiene que ver con el paratexto de la solapa del libro, donde se advierte que el poeta cierra un ciclo de poesía con esta poética. En esta, Ildefonso emplea la representación alegórica de la escritura poética vinculada con la agricultura (el tiempo de descanso de la tierra arada, barbechar). Esta pausa de la tierra, entiéndase simbólicamente como el cuerpo del poema y que, por supuesto más adelante, renacerá, reconstruye una atmósfera donde la muerte y otros fenómenos son necesarios para el resurgir, pese a la atmósfera áspera y hostil del mundo moderno de hoy caracterizado por la deshumanización y la instrumentalización del ser.

 

Finalmente, quienes se sumerjan en las páginas del libro Dónde mira el centinela, podrán advertir que esta poética sugestiona la sensibilidad del lector y su conocimiento de otras artes (cine, música, artes plásticas, etc.) y sus discursos. En la poética de Ildefonso, así como en el cuadro de Carel Fabritus (que se acomoda como portada del libro), los objetos, fenómenos o personajes que se diseminan en el poemario no son piezas o elementos referenciales o decorativos, sino algo mayor, su presencia subraya la capacidad creadora del lenguaje y del papel corpóreo del poema, en continua transformación dialógica. De esta manera, el lenguaje se nutre de música, artes plásticas, cine y, por su puesto, de la literatura misma. Esta estética se construye y deconstruye, como un cuerpo sensible, cambiante y monstruoso como consecuencia de su fricción con la sociedad posmoderna también en continua transformación.

 Alejandro Mautino Guillén
(Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo)

domingo, 22 de diciembre de 2019

VISIONES DEL HOMBRE Y LA SOCIEDAD EN CAMINO A LOS EXTRAMUROS DE ÍTALO MORALES


La tradición literaria chimbotana ofrece un conjunto de escritores importantes dentro del género narrativo como Óscar Colchado (que pese no haber nacido en el puerto ha desarrollado una narrativa que se mueve en el eje costero y el andino), Julio Ortega, Antonio Salinas, Luis Fernando Cueto, Ítalo Morales, Gonzalo Pantigoso, Ricardo Ayllón, Augusto Rubio, Enrique Tamay, entre los más importantes.

Ítalo Morales (Chimbote, 1974) es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional del Santa, asimismo especialista en investigación y didáctica en el área de Comunicación. Su trabajo literario ha recibido muchos reconocimiento y premios en el país. Ha publicado en narrativa Día de suerte (1999), Camino a los extramuros (2005), Destierro de Abel y otros cuentos (2008) y El lado materno de la muerte (2016). También ha publicado los libros de microrrelatos El aullar de las hormigas (2003) y El cielo desleído (2006).

Recientemente acaba de aparecer, en su segunda edición, Camino a los extramuros (2019, Lima, Estruendomudo), libro de cuentos donde el autor plantea una serie de visiones filosóficas sobre la naturaleza del yo a través de su conciencia sobre el mundo.

El libro está conformado por siete cuentos. El primero se titula “La venganza”, este refiere la historia de cuatro hermanos, tres de ellos varones y una mujer, esta última precisamente ha sido violada por el brujo Colán. Entonces los hermanos emprenden un viaje de venganza a la choza del brujo, pero aquel les tiende una trampa en la cual los hermanos mueren quemados con gasolina cuando uno de estos enciende un fósforo. En el relato, la representación del paisaje y la atmósfera del misterio se combinan con la psicología de los personajes:

En la otra orilla, intranquilos, mordiendo una mueca, preguntan al hermano menor si ya se ha cagado de miedo. Nos responde que no, que desde ahora dejemos de joderle. Así me gusta, hermano. Fuerza, agallas, que ya falta poco para llegar a la maldita casa de Colán y darle lo que se merece, por pendejo (p. 12).

El segundo cuento es “El minotauro y el laberinto”, en donde el personaje principal dialoga con un timonel sobre el mito de Teseo y el Minotauro. Caracteriza al texto la compleja naturaleza del personaje, pues se mueve entre la realidad y la locura, pues es capaz de hacer razonamientos como cuando refiere que el laberinto moderno es la gran urbe o ciudad y que dentro de ella está la bestia, el animal que se alimenta en ella o el laberinto o ciudad que convirtió en bestia al hombre. A nivel técnico estructural en la narración se utilizan al menos dos paralelismos discursivos, donde se intercala el fluir de la conciencia del narrador personaje frente al diálogo que establece con el timonel de la lancha. También podemos hablar de un metarrelato, donde un relato convoca a otro para su entendimiento. De esta manera el personaje busca representar la ficcionalidad en la realidad como una suerte de expiación del alma al igual que el héroe a quien describe. Sin duda este texto guarda relación con el cuento de Jorge Luis Borges “La casa de Asterión” (de El Aleph), no solo por la referencia a los personajes míticos sino por la funcionalidad del cuento a través de la ironía, la reflexión, el fluir de la conciencia, etc.

El tercer cuento es “La mosca”, que refiere acerca de un suceso banal y nimio en la que un hombre muere al matar a una mosca que se había posado en su mesa. Se trata de un relato donde aparentemente no sucederá ningún acto que dignifique la naturaleza del personaje, sin embargo, se observa una lucha desproporcional, pues la mosca se caracteriza porla liviandad y velocidad al estar en su naturaleza, pero el hombre entra en ira y no mide las consecuencias de sus actos enceguecido por la venganza:

Conteniendo el aliento me acerco hasta el centro y, con orgullo de combatiente, descubro que mi enemiga yace muerta, junto a la envoltura en espiral. Me aproximo, respiro, absorbo el gas deletéreo y leo: CIANURO. Pero ya nada me importa. He ganado la batalla y soy el héroe del milenio. Empiezo a respirar armoniosamente como un iluminado (p. 44).

Otro cuento es “Reportaje en las tinieblas”, que relata una entrevista que busca esclarecer y entender en su entrevistado la muerte de Junior, un sicario. Particularmente en este cuento se puede observar una visión filosófica vinculada a la conducta y la conciencia del hombre a través del discurso del personaje Monterroso. Para tal propósito el autor se nutre de algunas ideas de Nietzsche referidas al bien y al mal, a Dios; asimismo, también se desarrolla el pensamiento nihilista en el relato, pues se niega el conocimiento y el valor de las cosas, marcando de esta manera el carácter escindido de los sujetos que en aquel relato se representan.

Otro cuento es “El sueño de Dios”, que, influenciado por el cuento de Jorge Luis Borges “Las ruinas circulares”, desarrolla temas vinculados al hombre, al sueño, a la creación per se, el desdoblamiento, la otredad, etc. En este cuento el personaje dialoga con Borges, y en donde se intercalan dos narraciones: entre el cuento borgeano y la narración del personaje. En el cuento hábilmente se introducen citas textuales del cuento del escritor argentino para explicar a partir de otra ficción la obra anterior:

¿he soñado en verdad el ficticio relato de un hombre? ¿acaso soy el juguete de algún Dios infantil escondido en alguna parte del universo? (p. 62-63).

     El penúltimo cuento del libro es “El antropófago”, que refiere la historia del narrador personaje quien padece de una antropofagia vinculada al fetiche de devorar solo las extremidades de sus víctimas. En el cuento aparece una niña que es vegetariana y sordomuda de quien, a diferencia de todas sus víctimas, se conduele el antropófago. En este cuento el narrador explora su propia naturaleza y cómo es que desde su representación la sociedad crea al monstruo, forma parte de ella. En este pasaje del relato, por ejemplo, nos hace sentir su voracidad:

¿el animal que necesita la carne de sus semejantes para saciar su sed de muerte? Para quienes han oído hablar de mí, es mi deber exponer esta parte de mi nefasta biografía (p. 71).

Finalmente, el último cuento, que da el título al libro, se denomina “Camino a los extramuros”, este está basado y desarrolla algunas nociones de Borges en el cuento “Episodio del enemigo”, donde refiere a la venganza, pero cuyo ámbito se localiza en el espacio onírico. Este cuento, sin duda, linda con la intertextualidad, pero es una intertextualidad que colinda entre la realidad y el sueño, pues el narrador ya no es la conciencia borgeana sino otro narrador que coloca citas del referido texto del escritor argentino.

Como hemos podido observar en nuestra lectura se pueden advertir diversas visiones que hermanan los cuentos. Una primera visión que desarrolla es la representación del hombre escindido o fragmentado, en muchos de los cuentos el hombre es guiado por sus impulsos vinculados a veces con la ira, la venganza, el deseo, la voracidad, la impotencia, la locura, su fugacidad y el deseo de conocimiento.  Al leer el conjunto de textos podemos observar que predomina la narración en primera persona (aunque por momentos pareciera cambiar o dar un giro en la narración, siempre vuelve al narrador personaje). De esta manera, en los cuentos, estos personajes protagónicos construyen por medio del lenguaje una realidad escindida, que se percibe por medio de la fragmentación del yo, muy ligado a la experiencia de la fugacidad del tiempo en el ámbito posmoderno y la transformación del espacio cotidiano e íntimo de este en las grandes urbes como producto de la migración, la pérdida del aura o la irrealidad de la historia.
Otra visión que se advierte en el libro es la representación de la sociedad. Si bien es cierto en el conjunto de cuentos, destacan las historias de los personajes protagónicos a partir del fluir de sus conciencias, estas no dejan de tener una representación colectiva significativa.
Por ejemplo, Lucien Goldmann (1962) señala que “el concepto de estructura significativa constituye el principal instrumento de investigación y de comprensión de la mayoría de hechos humanos, pasados y presentes” (p. 265), pues esta tiene que ver con la acción del sujeto colectivo. El teórico, además agrega que:

el estructuralismo genético parte de la hipótesis de que todo comportamiento humano es un intento de dar una respuesta significativa a una situación particular, y tiende, por ello mismo, a crear un equilibrio entre el sujeto de la acción y el objeto sobre que recae el mundo circundante.  Sin embargo, esta tendencia al equilibrio conserva siempre un carácter hábil y provisional. (Goldmann 1975: 221).

En Camino a los extramuros la sociedad se representa irreal, onírica, irreconocible, caótica, laberíntica, donde incluso habitan monstruos, es decir, humanos que han perdido sus valores, y, por ello, a partir de la conciencia de los narradores, se intenta restituir el orden, como en el caso del cuento “La venganza”, donde es el honor lo que está en juego frente a un violador, en otro cuento como “El minotauro y el laberinto”, es el narrador quien pretende ser el Teseo posmoderno para enfrentar al minotauro que aparecerá en otro cuento como “El antropófago”, o en otro texto como “La mosca”, en donde la batalla épica entre la mosca y el hombre se resuelve con la muerte de este último en una escena que pudo evitarse. Como se advierte, en la lectura de los cuentos, se representa un tipo de sociedad degradada, que genera monstruos y héroes posmodernos, que han perdido la vida, que entran en continuo conflicto o se saben víctimas de sus deseos y pasiones.

Asimismo, a nivel estructural y narrativo, el lector de este conjunto de cuentos hallará una narración en la que los cuentos conforman una totalidad y guardan relación entre estas. De tal manera que existe una relación o diálogo intratextual entre el cuento “El minotauro y el laberinto” con “El antropófago”, o la relación dialógica y el referente borgeano entre “El sueño de Dios” con “Camino a los extramuros”, o la relación a partir del tópico de la muerte en “La venganza” con “La mosca”. Lo interesante del planteamiento del autor es que un cuento conecta con otro, al mismo estilo de los grandes mitos griegos, donde en un mito aparecían los personajes de otros mitos a partir de partes irreducibles denominados como mitemas. En la poética narrativa de Morales estos devienen en un mito mayor: el hombre moderno.

Estos tópicos, sin duda, buscan vincular al hombre moderno a una idea no reducible a su transitar en su mundo cotidiano, sino descubrir lo fundamental en esa existencia: su fuerza para batallar o sobrevivir en un nuevo tiempo mítico, más personal que colectivo.

Mircea Eliade (1961), por ejemplo, sostiene que:

en el nivel de la experiencia individual el mito nunca ha desaparecido completamente: se hace sentir en los sueños, las fantasías y las nostalgias del hombre moderno, y la enorme literatura psicológica nos ha acostumbrado a encontrar la grande y la pequeña mitología en la actividad inconsciente y seminconsciente de todo individuo (Eliade 1961:24).

A nuestro entender, en Camino a los extramuros se percibe un aura mítica, donde antihéroes marginales y héroes degradados con historias que lindan con lo fantástico, metafísico, onírico y la locura posibilitan el nacimiento de un nuevo esquema: el mito del hombre posmoderno que se resuelve en universo avasallante y deshumanizador, y en donde este último ha perdido su aura y tiende a la fragmentación del yo.
Quien lea este libro a su vez podrá advertir diversas relaciones de transtextualidad, como la intertextualidad, en el texto a través del referente literario aparece Borges y su cuento “La casa de Asterión” o “Las ruinas circulares”, donde sin duda hay una copresencia textual, donde el autor ha resemantizado el mito y los ha adaptado al escenario porteño. Ya Borges había parodiado la tradición mítica occidental y oriental, pero en Morales observamos una ironización de esta adaptada al escenario del puerto, con antihéroes marginales y héroes degradados, cuyo elemento de valor obedece a una perspectiva más filosófica a través de las conciencias narrativas que se entrelazas en los relatos y que no buscan hacer una mera metaficcionalización, sino una ironización de la naturaleza humana adaptada a un espacio que no necesariamente pudiera ser Chimbote, sino cualquier urbe. De tal manera que aparecen posturas vinculadas al pensamiento nietzscheano, al pensamiento nihilista, al pensamiento idealista, particularmente.

Sin duda, En los extramuros del mundo de Ítalo Morales, es un libro importante que confirma a su autor como un referente importante en nuestra tradición literaria. Incluso el mismo título, que es también el título de un cuento, da cuenta de una particularidad de los textos. El título alude a aquello que escapa a la naturaleza del hombre, a aquello que está más allá de la sociedad y sus normas, al plano onírico que escapa a toda logicidad, al valor simbólico de lo no visible, etc. En el libro, diversos sujetos escindidos aparecen en el laberinto del mundo, la realidad o la vida a través de su monstruocidad humana: lo racional y lo irracional. De tal manera que aquello que escapa a su lógica interna como los sueños, lo irreal, las pasiones, los deseos o la locura liberan a los personajes que yacen prisioneros en esta. Pues estos aparecen en un mundo posmoderno, como hijos engendrados por un mundo caótico, invivible, fragmentado. Asimismo, la prosa poética que emplea el autor en este libro está muy cerca de la metaforización o la simbolización del espacio y el ser posmoderno, y en un libro posterior, El aullar de las hormigas, el autor confirma notablemente su dominio del lenguaje, quiero decir de la prosa poética y la parquedad que hereda de Borges.

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