Por: Alejandro Mautino Guillén
Autor: Marcos Yauri Montero
Libro: Poesías escogidas
Editorial: ANR, 2009
Marcos Yauri Montero (Huaraz, 1930) es sin duda uno de los grandes escritores que ha entregado Ancash. Su polifacética formación le ha posibilitado navegar en diversos espacios. Es así que su labor de poeta, novelista, ensayista, traductor, crítico y profesor universitario le han permitido tener una profunda visión del trabajo con la palabra entorno a muchos temas.
Francisco E. Carrillo señalaba que en las novelas de Yauri “sus personajes nacen y viven, y mueren, en un mundo de luchas sociales, pero que sueñan, sueñan imaginando un mundo depurado”. Esta idea de Carrillo puede encontrar un punto de complementariedad con el sentido trágico de los personajes. Todos los personajes de Yauri Montero poseen un destino, o si se quiere, un sentido trágico (y cuando decimos trágico no solo aludimos al concepto de muerte, sino otras formas del “morir”: el olvido, la ausencia, la desposesión, el destino, el desarraigo, lo rutinario, la orfandad, la soledad, el retorno, el vacío, la carencia, etc.) y sucumben ante esto.
Pero aún hay más, Yauri Montero es un poeta muy fino prueba de ello es el hermoso poemario El mar, la lluvia y ella (1960) que produjo en la recepción una adusta forma de reescribir poesía en tanto uso de elementos arquetípicos para designar y simbolizar formas tipológicas del amor. Y que ahora acaba de ser incluida en Poesías escogidas edición de poesías casi completas del poeta Marcos Yauri Montero publicada por la Asamblea Nacional de Rectores (ANR).
Poesías escogidas lleva una portada del poeta francés Henri de Lescoet. El libro está conformado por los siguientes poemarios: Canto a la primavera (1953, poema), El mar, la lluvia y ella (1960), La poesía es sencilla como el amor (1963), Un rostro en el polvo (1963), La balada del amor de Lázaro (1967), El amor de la adusta tierra (1968), Lázaro divagante (1969), Yo y los días (1978, inédito), Rapsodia en Chavín (2000), Mi señor Don Quijote de la Mancha, yo te invoco (2004, inédito), Arte de olvidar casa donde nací (2006), Torres de la soledad (2007), Preguntas para Argos (2008).
De cada poemario el autor de No preguntes quién ha muerto ha escogido los poemas que deben de ir en esta antología, por lo que podría en cierto modo parecernos poesía completa, pero no lo es. Hay varios poemas que no están en los respectivos poemarios incluidos en esta antología. Este, asimismo es un libro que permite ver la transformación del poeta desde de 1953 hasta el 2008. Las múltiples inquietudes, la conciencia crítica del artista frente a los acontecimientos de su tiempo y espacio, las diversas tratativas de diversos temas se hayan relacionadas en una feliz correspondencia entre fondo y forma. Es aquí donde se sitúa el poeta moderno. No niega ni anula una al otro. Cada poemario que conforma este libro, por ello merece una tratativa distinta, un enfrentamiento heterogéneo, posiblemente un estudio aparte. Hay una muy buena poesía que leer en esta antología.
La buena poesía siempre perdura, la poesía habla con su otra voz. Dos piedras angulares para la poesía moderna en Ancash son indudablemente, y cuyos libros de poesía así lo confirman, Marcos Yauri Montero y Rosa Cerna Guardia. En éstos los temas geográficos y étnicos se mezclan en un feliz encuentro entre fondo y forma en relación con otros temas, o si se quiere, un buen manejo de la expresión poética. De igual modo cambia la perspectiva temática o “se dice de otro modo el mismo tema” en Abdón Dextre por ejemplo o en Julio Ortega o en el insular Juan Ojeda.
Hugo Friedrich señala que la poesía moderna se caracteriza por su agresivo dramatismo. Pues éste impera en relación entre los temas y motivos, y que en modo alguno, son contrapuestos entre ellos, como también un estilo inquieto el cual plantea.
Este dramatismo también puede ser entendido como la incesante búsqueda de nuevas formas de expresar los mismos temas entorno al cual gira toda la literatura: Marcos Yauri, Rosa Cerna, Juan Ojeda, Julio Ortega, Abdón Dextre, etc. son poetas con actitud frente a la palabra.
El tema no tiene nada que ver con la trascendencia de la poesía. Estas más bien tienen que configurar una feliz correspondencia entre fondo y forma. Si el fondo destruye la unidad y materializa al fondo a esto Johanes Pfeiffer llama “diletantismo” o si por el contrario, la destruye formalizando la forma se llamará “esteticismo”. En el caso ancashino antes del 60 tuvo mayor vigencia el tema antes que la forma. Si bien es cierto a nivel nacional en la segunda década del siglo XX ya se trabajaba con el vanguardismo (véase por ejemplo la vanguardia puneña, arequipeña, piurana, etc.), en Ancash aún se sostenía un modernismo inclinado más hacia un pintoresquismo. Donde lo “geográfico y lo étnico” tuvieron una aplastante presencia y que aún se mantiene en ciertos escritores como señala Yauri Montero.
Este “diletantismo” también ha arrastrado a muchos poetas que tienen como tema central lo geográfico y la raíz étnica en Ancash, y que han descuidado la forma. Un muy buen ejemplo de correspondencia entre fondo y forma con temas geográficos y étnicos, por ejemplo, lo son Gamaliel Churata, Alejandro Peralta, César Atahualpa Rodríguez, Emilio Armaza, Efraín Miranda, José Varallanos, Eleodoro Vargas, Mario Florián, etc. En el caso ancashino antes del 60 aún se mostraba la presencia de un tipo de poesía paisajista con letargo. “Un poema al Huascarán o al indio, o la descripción de una fiesta, o de algún aspecto que compete a la folklorografía pretendía ser Literatura ancashina” en términos de Yauri Montero. Aquí se ha arrastrado un concepto-confusión entre poesía y canción. Se escribe un poema pero no hay poesía, se escribe un poema como si este fuese una canción festiva, sentimentalista, regionalista. Incluso se ha llegado a la ociosidad creativa, al calco, a la imitación y reiteración.
A diferencia de lo anterior lo que caracteriza a la poesía moderna en Ancash es esta suerte de correspondencia entre fondo y forma. Pero esto en ninguna forma quiere decir que después del 60 todos los poetas se hallen en el trabajo de la actitud frente a la palabra, siguen existiendo poetas como antes del 60. Pero volviendo al tema de la poesìa moderna en Ancash esta correspondencia escritural no solo se produjo por la escritura, aquí también juega un papel muy importante la tecnología, la modernidad, el vanguardismo (que por cierto en Ancash llega demasiado tarde).
Los poetas después del 60 entienden que en Ancash no ha habido ni habrá tradición, sino fracturas. Si hay que beber de una tradición directa, no es la de la tradición contextual (es decir, los escritores anteriores a estos en Ancash) sino a otra tradiciones ajenas a su espacio. El espacio étnico geográfico aquí funciona solamente como tema de fondo en múltiples tratativas y enfoques. Los poetas del 60 (por ahora un criterio arbitrario) en Ancash se sirven de la tradición latinoamericano, europea y norteamericana principalmente. Es decir, después del 60 en Ancash se forma lo que en otros términos Octavio Paz llama “la tradición de la ruptura”. El modelo implementado por los escritores del 60 sirve como una primera piedra, pero que después no servirá de base para escritores posteriores, lo cual no desmerece a los anteriores. Escritores posteriores no seguirán la tradición del período anterior sino que se producirá una ruptura entre periodos.