Acaba de aparecer la
segunda edición del libro Literatura y
cultura. Una introducción (Dedo crítico Editores, 2016) del destacado
crítico, teórico y profesor sanmarquino Miguel Ángel Huamán. Al inicio del
libro nos topamos con una idea sentenciante de Antonio Cornejo Polar sobre el
texto de Huamán: “no intenta construir una hermenéutica literaria, no intenta
introducir al estudiante a través de los métodos de lectura de los textos,
aunque los utiliza por supuesto, sino fundamentalmente lo que intenta es hacer
comprender que la literatura es parte de un sistema mucho mayor que obviamente
incluye a la sociedad, pero de manera mucho más definida y definible incluye a
la cultura”. (p. 11-12). De esta manera, para Cornejo Polar, el perfil de
Huamán ha hecho que “lo profundo se convierta en algo claro y que lo erudito se
convierta también en algo al alcance de todos, prácticamente de cualquier
lector” (p. 13).
El presente libro, Literatura y Cultura. Una introducción está
dividido en seis apartados. El primero es una amplia Introducción sobre
diversos tópicos ligados a la sociedad y a la cultura. Nuestro autor señala que
“en toda sociedad y su cultura, el arte es el lenguaje de la vida, a través de
él la realidad habla de sí misma. El arte representa, por ello, un magnifico
generador de lenguajes que involucran no solo la palabra, la imagen, el color y
una infinita gama de estímulos acústicos, visuales, etc.” (p. 30). De este modo,
el arte presta a la humanidad un servicio insustituible ligado al proceso de
comunicación social que configura el concepto de actividad artística. Otro
punto que se subraya en este apartado es la diferenciación entre lo real y la
realidad. Huamán afirma que “la realidad es una construcción social que tiene
mucho que ver con nuestra cultura, con el conjunto de creencias, ideas o reglas
que nuestra colectividad ha elaborado en el transcurso de su experiencia
histórica” (p. 31). Otro punto que conviene resaltar es la del arte como
lenguaje; para el teórico sanmarquino “el rasgo que caracteriza al arte, al margen de cualquier punto de
vista filosófico sobre su naturaleza, es su organización” (p. 38). Vale decir,
constituir una realidad altamente organizada. De esta distinción el estudio de
la literatura como disciplina humanística no pueden abordarse de una manera
reduccionista, es decir, limitándose al contenido o al mensaje de esta. Otro
punto que se subraya con énfasis en este apartado es la problemática de la
literatura y los estudios literarios. Nuestro autor conceptualiza la teoría
literaria, la historia literaria y la crítica literaria. Sobre la teoría literaria
menciona que esta es “un conjunto de conceptos, categorías y principios
referidos al lenguaje artístico propio de la literatura, al discurso y texto
específico de las obras literarias, que guían el trabajo de interpretación,
comprensión y difusión de las obras artísticas de creación verbal en una
sociedad” (p. 45) y sobre la historia literaria y la crítica literaria subraya
que ambas son disciplinas que parten de los criterios señalados por la teoría
literaria; pero la primera, tiene que ver con un sentido diacrónico, esto es,
en un estado temporal de la historia; mientras que la segunda, tiene que ver
con un sentido sincrónico, es decir, un detenimiento transversal o actual. Otro aspecto importante
en este apartado también es el tópico de la lectura y la crítica. Huamán inicia
su reflexión haciendo una diferenciación precisa entre la literatura (entendida
como práctica social definida) y los estudios literarios (entendidos como
disciplinas de investigación); luego, subraya el importante papel que tiene la
lectura crítica. Para el autor “la función esencial que cumple la crítica es la
de enseñar a leer, a descodificar la experiencia humana, leer la vida y lo
real, todo ello gracias y a partir de su contacto con las obras literarias” (p.
49). Asimismo, se puede hablar de tres momentos en la lectura: la descripción o
análisis, la explicación y la interpretación. Sin embargo, también se pueden
establecer tres tipos de lectura. Una primera es una lectura lineal, referida a
un dominio poco imaginativo y ciego. Para el profesor sanmarquino esta lectura
se contenta con contar la historia del relato o en repetir de otra manera lo
que dice el poema, esto quiere decir, una lectura empobrecedora. Una segunda es
una lectura tradicionalista, referida al ámbito de lo trillado, pues esta se encargará
de repetir lo que otros han dicho sobre el relato o sobre el poema, esto es,
una lectura estándar que no aporta nada. Y una tercera es una lectura crítica, que
ofrece una mirada inédita y pone en cuestionamiento a la primera y segunda
lectura y; por el contrario, atiende al discurso, al lenguaje literario, al qué y al cómo de la obra y aún más, atiende a otros aspectos como la sociedad
y la cultura.
El segundo apartado
del libro está referido a las categorías de “Cultura, modernidad y literatura”.
En esta parte del libro importa la comprensión del proceso literario, donde se
pone especial énfasis en aquello a “lo que llamamos literatura o creación
verbal es a su vez producto de nuestra cultura” (p. 65). De esta manera, tanto
la literatura y los estudios literarios que trazan los parámetros de esta se
constituyen como productos de la cultura moderna e intentan diversas formas de
incidir en la sociedad “al brindar mecanismos de identidad individual y social”
(p. 66). Para Huamán, nuestro proceso no solo debe producir obras de resolución
simbólica amplia y representativa de la totalidad social y que estén escritas
en una lengua nacional, sino que en la tradición cultural y literaria. Otros
tópicos de este apartado son la modernidad (vista como categoría filosófica y
cultural muy ligada a la propuesta de Habermas) y el desarrollo (siguiendo
algunas posturas de Mariátegui). Sobre el primero se subraya que “hay una
modernidad desde los criterios y patrones nuestros, una alternativa de
modernidad andina o peruana, cuyo desarrollo debería acercarnos a los
beneficios propios de la era de la ciencia, la tecnología y la cibernética” (p.
78) y, sobre el segundo, pone en vigencia el pensamiento de Mariátegui y afirma
que éste “no solo funda una tradición propia de reflexión rica, sino que en su
vastos escritos literarios establece con nitidez criterios de valoración del
humanismo, la libertad y la criticidad propios del arte y la literatura que le
permitieron defender y propugnar una cultura nacional antiautoritaria,
enriquecida con aportes externos y enraizada en la tradición histórica, como
factor indispensable para el desarrollo” (p. 88).
El tercer apartado
del libro es “La tragedia del desarrollo”, donde el teórico sanmarquino toma de
manera simbólica el Fausto de Goethe
como obra arquetípica donde se evidenciaría una alegoría de la tragedia del
desarrollo. Nuevamente se usa la categoría de modernidad, ligada a un conjunto
de imágenes, valores y representaciones de la etapa de la evolución histórica y
referida a ideas o creencias que constituyen la noción de desarrollo. De esta
manera, para Huamán, “Fausto está representando los ideales del progreso la
modernidad emergente y Mefistófeles está representando los procesos de
modernización que a título de la modernidad o el progreso se implementaron” (p.
102).
El cuarto apartado
del libro es “El heroísmo en la vida moderna”, donde el autor aborda la
presencia capital de Baudelaire en el desarrollo de la poesía contemporánea.
Para nuestro autor, el poeta francés forja desde diversas aristas una mirada
particular sobre la modernidad y los riesgos de esta sobre la ciudad.
Baudelaire, de este modo, procuraría una sensibilidad capaz de construir un
sistema crítico dentro de esta. Hay algunas ideas que pueden desprenderse respecto
a lo anotado, por ejemplo, en el poema “El albatros”, Baudelaire compara y
trabaja simbólicamente la imagen del ave con el artista en la modernidad, donde
este en la realidad material y en la modernización se muestra torpe, inútil y es víctima de la incomprensión humana.
En otro poema como “Correspondencias”, contrapone el tópico de la realidad interior
frente a la realidad exterior, donde la sensibilidad del artista tiene que
hallar símbolos y percepciones que puedan llevarnos hasta lo oculto para
alcanzar la expresión plena de la libertad del individuo. En otro texto de
Baudelaire, “Los ojos de los pobres”, asistimos a una mirada crítica del
artista quien es capaz de reconocer el nacimiento del espacio urbano como
centro de simbologías y desigualdades en la vida contemporánea. De este modo,
“el papel del poeta francés en la precisión de la heroicidad de la vida
cotidiana en la cultura moderna es fundamental” (p. 134).
El quinto apartado
del libro está referido a “La modernidad y el subdesarrollo”, donde el autor
nos introducirá en la problemática de la modernidad en el ámbito del
subdesarrollo a partir de una atenta lectura de Crimen y castigo de Dostoievski. Al decir del autor, en la novela
del ruso, la modernidad es representada desde la perspectiva de una realidad
subdesarrollada. Donde la figura del joven Raskolnikov se puede leer
simbólicamente como un tipo de respuesta frente al influjo de la modernidad y sus
impulsos de progreso. Es así que para el crítico sanmarquino la obra muestra
una abominable mirada de la modernidad “capturada en el torbellino de sus
procesos modernizadores, en los que no vacila en asumir como costo social del
progreso la muerte física o material, así como la moral o intelectual, de miles
de personas” (p. 163).
Finalmente, el último
apartado del libro es “Modernidad, Vanguardia, posmodernidad”, donde nuestro
autor se concentra en el apogeo y la crisis del sistema capitalista y la noción
de modernidad cultural en el siglo XX, época en la que surgen nuevas
sensibilidades en Latinoamérica. Es en este periodo en el que surge la vanguardia, en donde el arte y la literatura
entran en su fase de autoconciencia y en una etapa crítica, marcando una
particularidad de esta, la ruptura y posibilitando la tradición de la ruptura.
Es en este punto donde Vallejo se articula como figura importante en la
denominada vanguardia regional o latinoamericana (junto con Huidobro, Neruda,
Borges y Paz). En el autor de Trilce
se percibe una nueva sensibilidad atenta a lo que significa en su momento la
modernidad ligada al arte. Por ello, la poesía vallejiana como señala Huamán,
“Cuestiona crítica y humanamente los principios con los que se ha erigido la
modernidad cultural” (p. 196).
Por lo que queda
decir de Literatura y Cultura. Una
introducción de Miguel Ángel Huamán, este es un libro que como el mismo
autor subraya en la Presentación al interior del texto, este “ha sido escrito
pensando en los jóvenes de las universidades como parte de su formación
profesional humanística y que pretende ofrecer un adecuado acceso al campo de
una educación integral” (p. 17). Nosotros nos adherimos a esta idea y la
celebramos. Este no es únicamente un libro de conceptualizaciones aisladas y
que intentan oscurecer el ya complejo universo de la teoría literaria, sino un
conjunto de reflexiones y planteamientos que ayudan de manera didáctica a
acercar al lector universitario latinoamericano a iniciar el camino del estudio
de la literatura y no perderse ni desilusionarse en el recorrido.