Marcos Yauri Montero (Huaraz, 1930) es un
escritor infatigable, prueba de ello son sus obras distribuidas en poesías,
novelas y ensayos. Por la década de los sesenta su figura como poeta se
consolida con un libro clave El mar, la
lluvia y ella (1960), poemario que condensa un aura neorromántica con una
intensa lírica conversacional, cuya figura simbólica del agua lo inunda todo
produciendo lo trágico, pero también lo fértil. Yauri es también autor de otros
notables libros de poesía: La poesía es
sencilla como el amor, Balada del amor de Lázaro, Lázaro divagante, entre
otros. En 1988 se publica una valiosa novela
No preguntes quién ha muerto que
consolida a Yauri como novelista. Dicha obra es interesante porque en aquella
la historia y la memoria son usadas como temas y técnicas al mismo tiempo. De
este modo la activación de una memoria hace que las otras historias se activen.
La novela, así, plantea fricciones discursivas elaboradas como técnicas, esta
última convierte ciertos temas en hechos friccionales en la obra. El autor
también es un riguroso investigador de etnohistoria, donde emplea una
metodología interdisciplinaria para el análisis de elementos escritos y orales.
Véanse libros como El señor de la soledad.
Discurso de la abundancia y la carencia, Simbología de las plantas nativas,
Puerta de la alegría, entre otros. Marcos Yauri es quizás un hecho atípico,
como algunos pocos, por ofrecer un importante poemario, una notable novela y sugestivos
estudio sobre etnohistoria.
El misterio de la calle
Loreto, de reciente aparición,
confirman lo prolífico de la pluma de su autor. La novela trata del
desplazamiento de un joven abogado Arturo Robles Oliveros a una ciudad de la
sierra para indagar sobre la fortuna del padre de su amigo Antonio Páez Guzmán
de la Colina. En dicha ciudad, en una pulpería, escucha la música de un viejo
arpista que con su melodía hace que Arturo recuerde hechos de su niñez y oiga
la canción de “el zorro negro” que cruza el camino de un hombre en señal de mal
augurio. El personaje decide indagar la genealogía de la canción e intentará a
través del músico indagar en el autor o los motivos de trocamiento de algunas
letras de la canción (el cambio del zorro por el del gato negro). La historia
de la canción, de este modo, guarda una memoria, reminiscencia que juega con
las rivalidades de dos pueblos enfrentados por el agua.
Esta es una novela que ligeramente se separa de
la poética novelística de Yauri, pero que al mismo tiempo confirma dicha
poética. A diferencia de las anteriores novelas ésta busca la metáfora del
retorno del héroe no a la ciudad perdida, añorada, subjetivada o idealizada,
sino conquistar su propia ciudadanía espiritual.
En El misterio de la calle Loreto a nivel del desarrollo de la trama no sucede nada, pero si hay un tema, y al mismo tiempo una técnica, narrativa clásica de Yauri que se asoma en la novela: la memoria. Esta es usada como técnica y tiene que activar las memorias individuales, que al mismo tiempo aprehenden las memorias colectivas. Estas memorias guardan el pasado, los recuerdos, la historia personal, las canciones populares, etc. La historia de este modo no se plantea como un descripción fría, sino como una recreación a través de la visión del narrador. Por otro lado, la memoria es una metáfora de desplazamiento cultural, donde el narrador se desplaza desde un lugar simbólico hacia el pasado y rescata su identidad y la asimila.
En El misterio de la calle Loreto, el narrador indaga a través de interrogatorios (como en una novela policial) el origen de la canción, pero no deja de lado su apasionamiento por hurgar en los motivos que condujeron al autor hacer la canción (una supuesta infidelidad de Aurora Díaz con un zorro de “Casca”, la cual motivó al marido de ésta, Policarpo Escudero Villanueva, al asesinato de los amantes). Los familiares de la pareja explican la canción de diversas formas. De este modo el narrador recurre a la oralidad, recurre a diversas voces que intentan dar una explicación tendenciosa del origen de la canción que, con el tiempo, se ha convertido popular.
En El misterio de la calle Loreto a nivel del desarrollo de la trama no sucede nada, pero si hay un tema, y al mismo tiempo una técnica, narrativa clásica de Yauri que se asoma en la novela: la memoria. Esta es usada como técnica y tiene que activar las memorias individuales, que al mismo tiempo aprehenden las memorias colectivas. Estas memorias guardan el pasado, los recuerdos, la historia personal, las canciones populares, etc. La historia de este modo no se plantea como un descripción fría, sino como una recreación a través de la visión del narrador. Por otro lado, la memoria es una metáfora de desplazamiento cultural, donde el narrador se desplaza desde un lugar simbólico hacia el pasado y rescata su identidad y la asimila.
En El misterio de la calle Loreto, el narrador indaga a través de interrogatorios (como en una novela policial) el origen de la canción, pero no deja de lado su apasionamiento por hurgar en los motivos que condujeron al autor hacer la canción (una supuesta infidelidad de Aurora Díaz con un zorro de “Casca”, la cual motivó al marido de ésta, Policarpo Escudero Villanueva, al asesinato de los amantes). Los familiares de la pareja explican la canción de diversas formas. De este modo el narrador recurre a la oralidad, recurre a diversas voces que intentan dar una explicación tendenciosa del origen de la canción que, con el tiempo, se ha convertido popular.
La novela así es un claro y lúcido diálogo entre la música, el paisaje, la memoria y la
voz de los muertos que buscan a sus interlocutores. En la novela de Yauri se
plantea un tenue diálogo con la modernidad. Precisamente tiene que ver con la
penetración de esta última en los espacios andinos de la sierra (a través de la
Coca-cola, los chiclets, el Yaris, la música clásica, etc.), pero no entra como
indicador de cambios socioeconómicos, sino como una metáfora de las
alienaciones y la penetración de la globalización en sociedades urbanas,
periféricas y andinas.
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