La tradición
literaria chimbotana ofrece un conjunto de escritores importantes dentro del
género narrativo como Óscar Colchado (que pese no haber nacido en el puerto ha
desarrollado una narrativa que se mueve en el eje costero y el andino), Julio
Ortega, Antonio Salinas, Luis Fernando Cueto, Ítalo Morales, Gonzalo Pantigoso,
Ricardo Ayllón, Augusto Rubio, Enrique Tamay, entre los más importantes.
Ítalo Morales
(Chimbote, 1974) es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad
Nacional del Santa, asimismo especialista en investigación y didáctica en el
área de Comunicación. Su trabajo literario ha recibido muchos reconocimiento y
premios en el país. Ha publicado en narrativa Día de suerte (1999), Camino
a los extramuros (2005), Destierro de
Abel y otros cuentos (2008) y El lado
materno de la muerte (2016). También ha publicado los libros de
microrrelatos El aullar de las hormigas (2003)
y El cielo desleído (2006).
Recientemente acaba
de aparecer, en su segunda edición, Camino
a los extramuros (2019, Lima, Estruendomudo), libro de cuentos donde el
autor plantea una serie de visiones filosóficas sobre la naturaleza del yo a
través de su conciencia sobre el mundo.
El libro está
conformado por siete cuentos. El primero se titula “La venganza”, este refiere
la historia de cuatro hermanos, tres de ellos varones y una mujer, esta última
precisamente ha sido violada por el brujo Colán. Entonces los hermanos
emprenden un viaje de venganza a la choza del brujo, pero aquel les tiende una
trampa en la cual los hermanos mueren quemados con gasolina cuando uno de estos
enciende un fósforo. En el relato, la representación del paisaje y la atmósfera
del misterio se combinan con la psicología de los personajes:
En
la otra orilla, intranquilos, mordiendo una mueca, preguntan al hermano menor
si ya se ha cagado de miedo. Nos responde que no, que desde ahora dejemos de
joderle. Así me gusta, hermano. Fuerza, agallas, que ya falta poco para llegar
a la maldita casa de Colán y darle lo que se merece, por pendejo (p. 12).
El segundo cuento es
“El minotauro y el laberinto”, en donde el personaje principal dialoga con un
timonel sobre el mito de Teseo y el Minotauro. Caracteriza al texto la compleja
naturaleza del personaje, pues se mueve entre la realidad y la locura, pues es
capaz de hacer razonamientos como cuando refiere que el laberinto moderno es la
gran urbe o ciudad y que dentro de ella está la bestia, el animal que se
alimenta en ella o el laberinto o ciudad que convirtió en bestia al hombre. A
nivel técnico estructural en la narración se utilizan al menos dos paralelismos
discursivos, donde se intercala el fluir de la conciencia del narrador
personaje frente al diálogo que establece con el timonel de la lancha. También
podemos hablar de un metarrelato, donde un relato convoca a otro para su
entendimiento. De esta manera el personaje busca representar la ficcionalidad
en la realidad como una suerte de expiación del alma al igual que el héroe a
quien describe. Sin duda este texto guarda relación con el cuento de Jorge Luis
Borges “La casa de Asterión” (de El Aleph),
no solo por la referencia a los personajes míticos sino por la funcionalidad
del cuento a través de la ironía, la reflexión, el fluir de la conciencia, etc.
El tercer cuento es “La
mosca”, que refiere acerca de un suceso banal y nimio en la que un hombre muere
al matar a una mosca que se había posado en su mesa. Se trata de un relato
donde aparentemente no sucederá ningún acto que dignifique la naturaleza del
personaje, sin embargo, se observa una lucha desproporcional, pues la mosca se
caracteriza porla liviandad y velocidad al estar en su naturaleza, pero el
hombre entra en ira y no mide las consecuencias de sus actos enceguecido por la
venganza:
Conteniendo
el aliento me acerco hasta el centro y, con orgullo de combatiente, descubro
que mi enemiga yace muerta, junto a la envoltura en espiral. Me aproximo,
respiro, absorbo el gas deletéreo y leo: CIANURO. Pero ya nada me importa. He
ganado la batalla y soy el héroe del milenio. Empiezo a respirar armoniosamente
como un iluminado (p. 44).
Otro cuento es “Reportaje
en las tinieblas”, que relata una entrevista que busca esclarecer y entender en
su entrevistado la muerte de Junior, un sicario. Particularmente en este cuento
se puede observar una visión filosófica vinculada a la conducta y la conciencia
del hombre a través del discurso del personaje Monterroso. Para tal propósito
el autor se nutre de algunas ideas de Nietzsche referidas al bien y al mal, a
Dios; asimismo, también se desarrolla el pensamiento nihilista en el relato,
pues se niega el conocimiento y el valor de las cosas, marcando de esta manera
el carácter escindido de los sujetos que en aquel relato se representan.
Otro cuento es “El
sueño de Dios”, que, influenciado por el cuento de Jorge Luis Borges “Las
ruinas circulares”, desarrolla temas vinculados al hombre, al sueño, a la
creación per se, el desdoblamiento,
la otredad, etc. En este cuento el personaje dialoga con Borges, y en donde se
intercalan dos narraciones: entre el cuento borgeano y la narración del
personaje. En el cuento hábilmente se introducen citas textuales del cuento del
escritor argentino para explicar a partir de otra ficción la obra anterior:
¿he
soñado en verdad el ficticio relato de un hombre? ¿acaso soy el juguete de
algún Dios infantil escondido en alguna parte del universo? (p. 62-63).
El penúltimo cuento del libro es “El
antropófago”, que refiere la historia del narrador personaje quien padece de
una antropofagia vinculada al fetiche de devorar solo las extremidades de sus
víctimas. En el cuento aparece una niña que es vegetariana y sordomuda de quien,
a diferencia de todas sus víctimas, se conduele el antropófago. En este cuento
el narrador explora su propia naturaleza y cómo es que desde su representación la
sociedad crea al monstruo, forma parte de ella. En este pasaje del relato, por
ejemplo, nos hace sentir su voracidad:
¿el
animal que necesita la carne de sus semejantes para saciar su sed de muerte?
Para quienes han oído hablar de mí, es mi deber exponer esta parte de mi
nefasta biografía (p. 71).
Finalmente, el último
cuento, que da el título al libro, se denomina “Camino a los extramuros”, este
está basado y desarrolla algunas nociones de Borges en el cuento “Episodio del
enemigo”, donde refiere a la venganza, pero cuyo ámbito se localiza en el
espacio onírico. Este cuento, sin duda, linda con la intertextualidad, pero es
una intertextualidad que colinda entre la realidad y el sueño, pues el narrador
ya no es la conciencia borgeana sino otro narrador que coloca citas del
referido texto del escritor argentino.
Como hemos podido observar
en nuestra lectura se pueden advertir diversas visiones que hermanan los
cuentos. Una primera visión que desarrolla es la representación del hombre
escindido o fragmentado, en muchos de los cuentos el hombre es guiado por sus
impulsos vinculados a veces con la ira, la venganza, el deseo, la voracidad, la
impotencia, la locura, su fugacidad y el deseo de conocimiento. Al leer el conjunto de textos podemos observar
que predomina la narración en primera persona (aunque por momentos pareciera
cambiar o dar un giro en la narración, siempre vuelve al narrador personaje).
De esta manera, en los cuentos, estos personajes protagónicos construyen por medio
del lenguaje una realidad escindida, que se percibe por medio de la
fragmentación del yo, muy ligado a la experiencia de la fugacidad del tiempo en
el ámbito posmoderno y la transformación del espacio cotidiano e íntimo de este
en las grandes urbes como producto de la migración, la pérdida del aura o la
irrealidad de la historia.
Otra visión que se advierte
en el libro es la representación de la sociedad. Si bien es cierto en el
conjunto de cuentos, destacan las historias de los personajes protagónicos a partir
del fluir de sus conciencias, estas no dejan de tener una representación
colectiva significativa.
Por ejemplo, Lucien Goldmann (1962) señala que
“el concepto de estructura significativa constituye el principal instrumento de
investigación y de comprensión de la mayoría de hechos humanos, pasados y
presentes” (p. 265), pues esta tiene que ver con la acción del sujeto
colectivo. El teórico, además agrega que:
el estructuralismo genético parte de la hipótesis de que todo comportamiento
humano es un intento de dar una respuesta significativa a una situación
particular, y tiende, por ello mismo, a crear un equilibrio entre el sujeto de
la acción y el objeto sobre que recae el mundo circundante. Sin embargo, esta tendencia al equilibrio
conserva siempre un carácter hábil y provisional. (Goldmann 1975: 221).
En Camino a los extramuros la sociedad se
representa irreal, onírica, irreconocible, caótica, laberíntica, donde incluso
habitan monstruos, es decir, humanos que han perdido sus valores, y, por ello,
a partir de la conciencia de los narradores, se intenta restituir el orden,
como en el caso del cuento “La venganza”, donde es el honor lo que está en
juego frente a un violador, en otro cuento como “El minotauro y el laberinto”,
es el narrador quien pretende ser el Teseo posmoderno para enfrentar al
minotauro que aparecerá en otro cuento como “El antropófago”, o en otro texto
como “La mosca”, en donde la batalla épica entre la mosca y el hombre se
resuelve con la muerte de este último en una escena que pudo evitarse. Como se
advierte, en la lectura de los cuentos, se representa un tipo de sociedad
degradada, que genera monstruos y héroes posmodernos, que han perdido la vida,
que entran en continuo conflicto o se saben víctimas de sus deseos y pasiones.
Asimismo, a nivel
estructural y narrativo, el lector de este conjunto de cuentos hallará una
narración en la que los cuentos conforman una totalidad y guardan relación
entre estas. De tal manera que existe una relación o diálogo intratextual entre
el cuento “El minotauro y el laberinto” con “El antropófago”, o la relación
dialógica y el referente borgeano entre “El sueño de Dios” con “Camino a los
extramuros”, o la relación a partir del tópico de la muerte en “La venganza”
con “La mosca”. Lo interesante del planteamiento del autor es que un cuento
conecta con otro, al mismo estilo de los grandes mitos griegos, donde en un
mito aparecían los personajes de otros mitos a partir de partes irreducibles
denominados como mitemas. En la
poética narrativa de Morales estos devienen en un mito mayor: el hombre
moderno.
Estos tópicos, sin duda, buscan vincular al
hombre moderno a una idea no reducible a su transitar en su mundo cotidiano,
sino descubrir lo fundamental en esa existencia: su fuerza para batallar o
sobrevivir en un nuevo tiempo mítico, más personal que colectivo.
Mircea Eliade (1961), por ejemplo, sostiene que:
en el nivel de la experiencia individual el mito
nunca ha desaparecido completamente: se hace sentir en los sueños, las
fantasías y las nostalgias del hombre moderno, y la enorme literatura
psicológica nos ha acostumbrado a encontrar la grande y la pequeña mitología en
la actividad inconsciente y seminconsciente de todo individuo (Eliade 1961:24).
A nuestro entender, en Camino a los extramuros se percibe un aura mítica, donde antihéroes
marginales y héroes degradados con historias que lindan con lo fantástico,
metafísico, onírico y la locura posibilitan el nacimiento de un nuevo esquema:
el mito del hombre posmoderno que se resuelve en universo avasallante y
deshumanizador, y en donde este último ha perdido su aura y tiende a la
fragmentación del yo.
Quien lea este libro
a su vez podrá advertir diversas relaciones de transtextualidad, como la intertextualidad,
en el texto a través del referente literario aparece Borges y su cuento “La
casa de Asterión” o “Las ruinas circulares”, donde sin duda hay una copresencia
textual, donde el autor ha resemantizado el mito y los ha adaptado al escenario
porteño. Ya Borges había parodiado la tradición mítica occidental y oriental,
pero en Morales observamos una ironización de esta adaptada al escenario del
puerto, con antihéroes marginales y héroes degradados, cuyo elemento de valor obedece
a una perspectiva más filosófica a través de las conciencias narrativas que se
entrelazas en los relatos y que no buscan hacer una mera metaficcionalización,
sino una ironización de la naturaleza humana adaptada a un espacio que no
necesariamente pudiera ser Chimbote, sino cualquier urbe. De tal manera que aparecen
posturas vinculadas al pensamiento nietzscheano, al pensamiento nihilista, al pensamiento
idealista, particularmente.
Sin duda, En los extramuros del mundo de Ítalo
Morales, es un libro importante que confirma a su autor como un referente
importante en nuestra tradición literaria. Incluso el mismo título, que es
también el título de un cuento, da cuenta de una particularidad de los textos.
El título alude a aquello que escapa a la naturaleza del hombre, a aquello que
está más allá de la sociedad y sus normas, al plano onírico que escapa a toda
logicidad, al valor simbólico de lo no visible, etc. En el libro, diversos
sujetos escindidos aparecen en el laberinto del mundo, la realidad o la vida a
través de su monstruocidad humana: lo racional y lo irracional. De tal manera
que aquello que escapa a su lógica interna como los sueños, lo irreal, las
pasiones, los deseos o la locura liberan a los personajes que yacen prisioneros
en esta. Pues estos aparecen en un mundo posmoderno, como hijos engendrados por
un mundo caótico, invivible, fragmentado. Asimismo, la prosa poética que emplea
el autor en este libro está muy cerca de la metaforización o la simbolización
del espacio y el ser posmoderno, y en un libro posterior, El aullar de las hormigas, el autor confirma notablemente su
dominio del lenguaje, quiero decir de la prosa poética y la parquedad que
hereda de Borges.